Domingo, 22 de diciembre de 2024

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Olor a Evangelio

Olor a Evangelio

por Kairós Blog

Cuando el papa Francisco aborda en la Evangelii gaudium el tema de la transformación misionera de la Iglesia, nos hace ver lo determinante que puede ser el contenido del mensaje que estamos comunicando. “Si pretendemos poner todo en clave misionera, esto también vale para el modo de comunicar el mensaje” (EG 34).

Nos dice que es posible escuchar un lenguaje completamente ortodoxo y tratarse de algo que no responde al verdadero Evangelio de Jesucristo (EG 41). El problema mayor se produce cuando el mensaje que anunciamos aparece identificado con aspectos secundarios, como algunas cuestiones que forman parte de la enseñanza moral de la Iglesia que, sin dejar de ser importantes, por sí solos no manifiestan el corazón del mensaje de Jesucristo (EG 34).

Todas las verdades reveladas proceden de la misma fuente divina y son creídas con la misma fe, pero algunas de ellas son más importantes por expresar más directamente el corazón del Evangelio. En este núcleo fundamental lo que resplandece es la belleza del amor salvífico de Dios manifestado en Jesucristo muerto y resucitado. En este sentido, el Concilio Vaticano II explicó que “hay un orden o jerarquía en las verdades en la doctrina católica, por ser diversa su conexión con el fundamento de la fe cristiana”. (EG 36)

Es evidente que la belleza del amor salvífico de Dios manifestado en Jesucristo muerto y resucitado forma parte del primer anuncio (kerygma), el punto de partida de la nueva evangelización tal y como ya lo expresaba san Pablo VI en la Evangelii nuntiandi (22). El anuncio del amor de Dios manifestado en Jesucristo, aparece en la Evangelii gaudium no sólo como la puerta normal de entrada a la experiencia cristiana y como el fundamento permanente de la fe cristiana vivida en clave de encuentro con Jesucristo resucitado, sino también como el criterio interpretativo del dogma y de la moral.

Quizás debamos preguntarnos de una vez por todas, sin miedos ni perezas: ¿Por qué cuesta tanto en el mundo católico entender y practicar el primer anuncio como una acción pastoral específica, distinta de la catequesis, aunque relacionada con ella? En el año 2014, en un encuentro que tuvo lugar en el Vaticano acerca del proyecto pastoral de la Evangelii gaudium, escuchamos al sacerdote catalán Xabier Morlans afirmar que el motivo lo encontramos en la pastoral ordinaria de la época de la contrarreforma tridentina.

Desde aquella época, por lo menos, se halla fuertemente arraigado en el ADN del catolicismo, junto con un reflejo anti protestante, el paradigma pastoral según el cual la vida del cristiano se basa en tres ejes: el conocimiento doctrinal (saber el catecismo), la práctica sacramental (ir a Misa, además de las devociones privadas) y la vida moral (ser bueno). Según este paradigma, ser católico es sobre todo “pensar bien” y “actuar correctamente”. El seguimiento de Cristo se convierte en una simple imitación exterior de Cristo, pero no en un co-vivir y co-actuar con Él.

De esta manera, la fe cristiana dejaba de ser un encuentro personal con el Señor resucitado en el poder del Espíritu Santo. La experiencia cristiana dejaba de ser entendida como una participación real en la historia de la salvación que se prolonga a través de hechos y palabras, en el ámbito de la Iglesia y del mundo. Desde hace más de cincuenta años, la Iglesia está empeñada en un proceso de nueva evangelización que pivota en torno a dos ejes:

  1. Recuperar el sentido original de la fe cristiana como encuentro personal y comunitario con Jesucristo, verdadera novedad que responde a las expectativas de los hombres y mujeres de cada época
  2. Encontrar los lenguajes adecuados para hacer llegar el amor y la amistad de Dios a un mundo sin esperanza, a un mundo que ha perdido incluso la conciencia de la nostalgia de Dios

Con el pontificado de Benedicto XVI y con el documento de Aparecida (2007) parece que algo nuevo se mueve y que finalmente ha llegado con el papa Francisco y su Evangelii gaudium: una recuperación fresca y decisiva de la necesidad del primer anuncio como el corazón auténtico del Evangelio, en función de la urgencia por comunicar el amor de Dios a toda la humanidad, empezando por los más pobres y descartados.

Cuando presentamos la moral cristiana sin Cristo, nos enredamos en el moralismo; cuando celebramos la liturgia antes de haber experimentado lo que conmemoramos, lo transformamos en ritualismo; cuando presentamos la doctrina de la fe a quienes no han nacido de nuevo, practicamos el lavado de cerebro o dogmatismo.

Necesitamos con urgencia volver nuestra mirada y nuestro corazón a la Evangelii gaudium, para descubrir y entender que el primer anuncio es el elemento previo, decisivo y fundamental para toda la vida cristiana. Del kerygma o primer anuncio dirá el papa Francisco: “Nada hay más sólido, más profundo, más seguro, más denso y más sabio que ese anuncio” (165).

Vemos que el anuncio kerygmático o primer anuncio tiene, según la Evangelii gaudium, una doble función: por una parte, una función propia y específica, la de engendrar la primera fe, la primera adhesión del corazón a Jesucristo; y por otra parte, tiene una función permanente y transversal, la de asegurar que todos los otros elementos de la fe cristiana sean vividos siempre en el adecuado contexto de encuentro o colaboración personal con Jesucristo.

La urgencia del primer anuncio hoy es un nuevo comienzo, una oportunidad para hacer las cosas de otra manera; porque si hay vino nuevo, necesitamos también odres nuevos. No podemos seguir hablando “más de la ley que de la gracia, más de la Iglesia que de Jesucristo, más del Papa que de la Palabra de Dios” (EG 38). Cada cristiano; es decir, cada hombre y cada mujer de Cristo, debe tener un fuerte olor a Evangelio que irradie y anuncie la fuerza, la luz y el consuelo de la amistad con Jesucristo. Esto es lo único que hace posible ver vidas cambiadas, parroquias transformadas y una Iglesia renovada.

 

Fuente: kairosblog.evangelizacion.es

 

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