Impostura 2030
por Onofre Sousa
El compromiso de nuestro blog ha sido desde el comienzo y después de casi 5 años, inspirar y motivar a los creyentes desde el anuncio constante del amor de Cristo que nos apremia a trabajar por una Iglesia en salida y una nueva evangelización.
Siempre hemos pensado que, si la Iglesia y sus miembros denuncian más de lo que anuncian, algo no anda demasiado bien. El Evangelio es la Buena Nueva, es una buena noticia que se dirige a todas las personas. Es cierto que hay una parte de esta buena noticia que se enfoca en la denuncia, ya que el pecado y el mal también forman parte de la ecuación; sin embargo, el estilo de Jesús siempre fue anunciar con su vida y con sus palabras mucho más de lo que también tuvo que denunciar en algunas ocasiones.
Este artículo que ahora estás leyendo es una denuncia profética (cf. Efesios 5,10-11) que expresa también nuestra propia vocación cristiana que nos configura con Cristo en el bautismo, como señala la Lumen Gentium en su artículo 31:
Con el nombre de laicos se designan aquí todos los fieles cristianos, a excepción de los miembros del orden sagrado y los del estado religioso aprobado por la Iglesia. Es decir, los fieles que, en cuanto incorporados a Cristo por el bautismo, integrados al Pueblo de Dios y hechos partícipes, a su modo, de la función sacerdotal, profética y real de Cristo, ejercen en la Iglesia y en el mundo la misión de todo el pueblo cristiano en la parte que a ellos corresponde.
En esta ocasión no son necesarias muchas más palabras y es por eso que dejamos espacio a este vídeo. Vas a escuchar un mensaje de 10 minutos que no puede dejarnos indiferentes a los que vivimos en este planeta y a los que hemos asumido como propio el programa vital de amar a Dios y al prójimo. La dignidad de todas las personas está en juego.
¿Por qué se amotinan las naciones, y los pueblos planean un fracaso? Se alían los reyes de la tierra, los príncipes conspiran contra el Señor y contra su Mesías: «Rompamos sus coyundas, sacudamos su yugo». El que habita en el cielo sonríe, el Señor se burla de ellos. Luego les habla con ira, los espanta con su cólera: «Yo mismo he establecido a mi Rey en Sión, mi monte santo». (Salmos 2,1-6)
En el fondo, yo creo que lo que está sucediendo es expresión de la lucha entre el bien y el mal. Manifiesta la batalla que se ha librado en contra del género humano, imagen y semejanza de Dios; por lo tanto, la guerra que le han declarado a Dios mismo y a su Cristo, el único Rey de reyes y Señor de señores.
Fuente: kairosblog.evangelizacion.es