La Mujer y el Papa Francisco
Hace tres años se celebró en la Escuela Superior de Ingenieros Navales, donde soy Capellán, una exposición sobre la mujer en la Universidad. Personalmente les aplaudí. No querían hablar de cuotas ni en las instituciones ni en la política. Ellas defendían sus valores como mujeres. . Es lo natural y sensato. Es el buen camino.
Desde hace años, como Capellán, había observado la presencia masiva de mujeres en las distintas Facultades y Escuelas. Hoy, aquella siembra florece en nuestros Hospitales, Centros Jurídicos y Judiciales, Económicos, ect. Su influencia real no ha crecido por decreto sino por formación. Su, del que habló Juan pablo II, ha cristalizado en realidades concretas.
El papa Francisco ha dedicado a este asunto la catequesis del 22 de abril. Inicia el Papa su reflexión, indicando que el hombre no encuentra nadie semejante a él en todos los animales. No puede darles la mano porque no obtiene reciprocidad. Así no alcanza su plenitud. “La mujer no es un <> del hombre; procede directamente del gesto creador de Dios. La imagen de la <> no expresa en absoluto inferioridad o subordinación, sino, al contrario, que el hombre y la mujer están hechos de la sustancia y son complementarios, y que tienen también esa reciprocidad. Y el hecho de que-siguiendo una vez más la parábola-Dios forme a la mujer mientras el hombre duerme, subraya precisamente que ella no es, una criatura del hombre, sino de Dios. Y sugiere también otra cosa: que para encontrar a la mujer-y, podemos decir, para encontrar el amor en la mujer-, el hombre debe primero soñar con ella, y después la encuentra”.
La confianza de Dios en el hombre y la mujer es generosa. Se fía de ellos; pero el demonio introduce, por el pecado, la desconfianza y la división entre el hombre y la mujer. Su relación está amenazada de mil formas. “La historia conserva el rastro de ellas: pensemos, por ejemplo, en los excesos negativos de las culturas patriarcales. Pensemos en las muchas formas de machismo, en que la mujer era considerada como de segunda categoría. Pensemos en la instrumentalización del cuerpo femenino propia de actual cultura mediática”.
Perdemos todos cuando se desvía la alianza estable entre el hombre y la mujer. La escritura nos dice que el hombre debe dejar algo-su padre y su madre-, para hallar plenamente a su mujer. “La custodia de esta alianza entre el hombre y la mujer-aun siendo estos pecadores y estando heridos, confusos y humillados, desconfiados e indecisos –es, pues, para nosotros los creyentes, una vocación exigente y apasionante, en la actual condición. El propio relato de la creación y del pecado, en su final, nos entrega un icono bellísimo de la misma: <<El Señor Dios hizo túnicas de piel para Adán y su mujer, y los vistió>> (Gn 3, 21) Se trata de una imagen de ternura hacia esa pareja pecadora, que nos deja boquiabiertos: ¡La ternura de Dios por el hombre y la mujer! Es una imagen de la custodia paterna de la pareja humana. Dios mismo cuida y protege su obra mestra”.
Desde hace años, como Capellán, había observado la presencia masiva de mujeres en las distintas Facultades y Escuelas. Hoy, aquella siembra florece en nuestros Hospitales, Centros Jurídicos y Judiciales, Económicos, ect. Su influencia real no ha crecido por decreto sino por formación. Su
El papa Francisco ha dedicado a este asunto la catequesis del 22 de abril. Inicia el Papa su reflexión, indicando que el hombre no encuentra nadie semejante a él en todos los animales. No puede darles la mano porque no obtiene reciprocidad. Así no alcanza su plenitud. “La mujer no es un <
La confianza de Dios en el hombre y la mujer es generosa. Se fía de ellos; pero el demonio introduce, por el pecado, la desconfianza y la división entre el hombre y la mujer. Su relación está amenazada de mil formas. “La historia conserva el rastro de ellas: pensemos, por ejemplo, en los excesos negativos de las culturas patriarcales. Pensemos en las muchas formas de machismo, en que la mujer era considerada como de segunda categoría. Pensemos en la instrumentalización del cuerpo femenino propia de actual cultura mediática”.
Perdemos todos cuando se desvía la alianza estable entre el hombre y la mujer. La escritura nos dice que el hombre debe dejar algo-su padre y su madre-, para hallar plenamente a su mujer. “La custodia de esta alianza entre el hombre y la mujer-aun siendo estos pecadores y estando heridos, confusos y humillados, desconfiados e indecisos –es, pues, para nosotros los creyentes, una vocación exigente y apasionante, en la actual condición. El propio relato de la creación y del pecado, en su final, nos entrega un icono bellísimo de la misma: <<El Señor Dios hizo túnicas de piel para Adán y su mujer, y los vistió>> (Gn 3, 21) Se trata de una imagen de ternura hacia esa pareja pecadora, que nos deja boquiabiertos: ¡La ternura de Dios por el hombre y la mujer! Es una imagen de la custodia paterna de la pareja humana. Dios mismo cuida y protege su obra mestra”.
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