Loa sarmientos del Papa Francisco
El comentario que el papa Francisco realizó el domingo, 3 de mayo sobre la imagen de la vid y los sarmientos es significativo. Con frecuencia se ponderan las realidades externas llamativas y se olvida la raíz de donde proceden.
En el Regina Coeli de este día, el Papa nos sitúa en la raíz de nuestra vida cristiana. Desde esta unión profunda con Jesús, cualquier periferia existencial es possible. De lo contrario desgastaremos la palabra y no nos habremos movido ni un milímetro de nuestro egoísmo.
Jesús está reunido con sus discípulos en el Cenáculo. Es la última reunión física con ellos. La nostalgia de su partida sobrevuela sobre sus gestos y palabras. Quiere imprimir en su corazón que su presencia continúa. Que la unión con Él va más allá de la muerte anunciada. La cercanía y la intimidad con el Señor son la realidad más hermosa de nuestro ser cristiano. Pocas imágenes la expresan mejor la vid y los sarmientos.
Varios aspectos señala el Papa. No se puede dar fruto separados de la vid. “Todos podemos permanecer unidos a Jesús de manera nueva. Si por el contrario uno perdiese la comunión con Él, se volvería estéril, es más, dañino para la Comunidad. Y para expresar esta realidad Jesús usa la imagen de la vid y los sarmientos: <> (Jn 15, 4-5). Y con esta figura nos enseña a permanece unidos a Él.
Nosotros no somos autosuficientes en la vida de fe. “Los sarmientos no son autosuficientes, sino dependientes totalmente de la vid, en donde se encuentra la fuente de su vida. Es así para nosotros cristianos. Injertados en Cristo con el Bautismo, hemos recibido gratuitamente de Él el don de la vida nueva; y gracias a la iglesia podemos permanecer en comunión vital con Cristo”. Esta vitalidad debe ser mantenida con el alimento correspondiente: “Es necesario mantenerse fieles al bautismo, y crecer en la amistad con el Señor mediante la oración, la escucha y la docilidad a su palabra, leer el evangelio, la participación en los sacramentos, especialmente la eucaristía y la Reconciliación”.
La unión profunda con Jesús nos llena de los frutos del Espíritu Santo: Amor, Alegría, Paz, Paciencia, Afabilidad, Bondad, Lealtad, Modestia, Dominio de sí. Estos frutos causan una maravilla tanto en la persona como en la sociedad. “Los frutos de esta unión profunda con Jesús son maravillosos: toda nuestra persona es transformada por la gracia del Espíritu: alma, inteligencia, voluntad, afectos, y también el cuerpo, porque somos unidad de espíritu y cuerpo. Recibimos un nuevo modo de ser, la vida de Cristo se convierte también en la nuestra: podemos pensar como Él, actuar como Él, ver el mundo y las cosas con los ojos de Jesús. Entonces con su corazón, como Él nos ha hecho, podemos amar a nuestros hermanos, a partir de los más pobres y sufrientes, y así dar al mundo frutos de bondad, de caridad, y de paz”.
En el Regina Coeli de este día, el Papa nos sitúa en la raíz de nuestra vida cristiana. Desde esta unión profunda con Jesús, cualquier periferia existencial es possible. De lo contrario desgastaremos la palabra y no nos habremos movido ni un milímetro de nuestro egoísmo.
Jesús está reunido con sus discípulos en el Cenáculo. Es la última reunión física con ellos. La nostalgia de su partida sobrevuela sobre sus gestos y palabras. Quiere imprimir en su corazón que su presencia continúa. Que la unión con Él va más allá de la muerte anunciada. La cercanía y la intimidad con el Señor son la realidad más hermosa de nuestro ser cristiano. Pocas imágenes la expresan mejor la vid y los sarmientos.
Varios aspectos señala el Papa. No se puede dar fruto separados de la vid. “Todos podemos permanecer unidos a Jesús de manera nueva. Si por el contrario uno perdiese la comunión con Él, se volvería estéril, es más, dañino para la Comunidad. Y para expresar esta realidad Jesús usa la imagen de la vid y los sarmientos: <
Nosotros no somos autosuficientes en la vida de fe. “Los sarmientos no son autosuficientes, sino dependientes totalmente de la vid, en donde se encuentra la fuente de su vida. Es así para nosotros cristianos. Injertados en Cristo con el Bautismo, hemos recibido gratuitamente de Él el don de la vida nueva; y gracias a la iglesia podemos permanecer en comunión vital con Cristo”. Esta vitalidad debe ser mantenida con el alimento correspondiente: “Es necesario mantenerse fieles al bautismo, y crecer en la amistad con el Señor mediante la oración, la escucha y la docilidad a su palabra, leer el evangelio, la participación en los sacramentos, especialmente la eucaristía y la Reconciliación”.
La unión profunda con Jesús nos llena de los frutos del Espíritu Santo: Amor, Alegría, Paz, Paciencia, Afabilidad, Bondad, Lealtad, Modestia, Dominio de sí. Estos frutos causan una maravilla tanto en la persona como en la sociedad. “Los frutos de esta unión profunda con Jesús son maravillosos: toda nuestra persona es transformada por la gracia del Espíritu: alma, inteligencia, voluntad, afectos, y también el cuerpo, porque somos unidad de espíritu y cuerpo. Recibimos un nuevo modo de ser, la vida de Cristo se convierte también en la nuestra: podemos pensar como Él, actuar como Él, ver el mundo y las cosas con los ojos de Jesús. Entonces con su corazón, como Él nos ha hecho, podemos amar a nuestros hermanos, a partir de los más pobres y sufrientes, y así dar al mundo frutos de bondad, de caridad, y de paz”.
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