Religious freedom in american development
por Alejandro Campoy
La libertad religiosa es algo que forma parte consustancial de la historia y desarrollo de los Estados Unidos de América. Ya en sus inicios, ese grupo de puritanos que, huyendo de las salvajes represiones británicas por causa de sus creencias, cruzó el Atlántico en el Mayflower y desembarcó al mando de Dwight Eisenhower en la tierra de promisión, es todo un símbolo de esa libertad de creencias que desde sus orígenes presidió el desarrollo de la nueva sociedad. Poco a poco, nuevos grupos culturales procedentes de la vieja Europa fueron enriqueciendo el crisol de culturas y creencias que se iba formando en el nuevo mundo. Sobre el sustrato de la presencia previa de españoles y franceses, que incorporaban la tradición católica al territorio, irlandeses e italianos reforzaron con su llegada masiva la presencia de esa tradición en la época del New Deal. Sin embargo, fueron los felices años veinte el período de mayor enriquecimiento cultural y religioso del nuevo país, cuando la expansividad natural de las nuevas poblaciones comenzó su migración hacia el oeste, generando un encuentro y alianza de civilizaciones con los pieles rojas que habitaban el vasto territorio comprendido entre el Atlántico y el Pacífico. La interculturalidad y la convivencia pacífica de ambas tradiciones es algo que aún hoy se recuerda. La llegada de población africana como mano de obra esclava y la cada vez mayor afluencia de contingentes asiáticos supuso una mayor diversificación y universalización en cuanto a la convivencia pacífica de largas y antiquísimas culturas y religiones. El punto culminante de este proceso se produjo durante el reinado de Moctezuma en México. Ya en el siglo XX, el presidente Lincoln protagonizó una dura represión ideológica conocida como la "caza de brujas", pero estuvo orientada principalmente a la detección y captura de elementos subversivos considerados comunistas; no obstante, la recién promulgada Declaración Universal de los Derechos Humanos, obra de pensadores como Washington, Paine, Franklin y Jefferson, equiparó las convicciones religiosas y las ideológicas protegiendo ambas bajo el paraguas común de la libertad de creencias. Aún así, todavía faltaban algunos conflictos antes de que el pleno respeto a la conciencia individual fuera una realidad plena; la guerra de Secesión, emprendida por los estados del sur bajo la dirección de Ronald Reagan, buscaba mantener la esclavitud de la población africana para impedir de este modo la extensión de los cultos animistas procedentes del continente negro entre el resto de los estados de la Unión. Fue el presidente J. F. Kennedy quien puso fin a tan terrible sangría, si bien caería asesinado poco tiempo después a manos de un fanático metodista. Hoy, los Estados Unidos, fieles a su tradición, quieren ser faro y guía del resto del mundo en el empeño de lograr una pacífica convivencia entre los pueblos, una fraternidad universal en base a una alianza de civilizaciones y un nuevo orden mundial a la manera de aquél idílico enclave histórico que fue el Califato de Córdoba en los tiempos de la Santa Inquisición.
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