Cuaresma con el Papa Francisco
Como es costumbre en los Pontífices, el papa Francisco nos ha dirigido su mensaje de Cuaresma. Nos puede ayudar a vivir este tiempo fuerte con mayor profundidad.
Dios nos ama primero y no es indiferente a nuestra vida. Cada uno de nosotros le interesa personalmente.
Fortaleced vuestros corazones (St 5, 8) es el lema de este año.
Inicia el Papa su mensaje hablando de la indiferencia que nos acecha cuando vivimos en la comodidad. “Cuando el pueblo de Dios se convierte a su amor, encuentra las respuestas que la historia le plantea continuamente. Uno de los desafíos más urgentes sobre el que quiero detenerme en este mensaje es la globalización de la indiferencia. La indiferencia hacia el prójimo y hacia Dios es una tentación real, también de los cristianos. Por eso, necesitamos oír en cada Cuaresma el grito de los Profetas que levantan su voz y nos despiertan”.
A continuación, divide el mensaje en tres partes:
1ª SI UN MIEMBRO SUFRE, TODOS SUFREN CON ÉL. (1 Co 12, 26)
Solo Dios rompe la cerrazón sobre nosotros mismos. Nos tiene que configurar con Cristo para que podamos servir como Él. No es una pintura de brocha gorda en la superficie, sino una transformación interior por la Palabra, los Sacramentos y especialmente la Eucaristía. En ella nos convertimos en lo que recibimos: el Cuerpo de Cristo. En él no hay lugar para la indiferencia, que tan a menudo parece tener tanto poder en nuestros corazones. Quien es de Cristo pertenece a un solo cuerpo y en él, > (1 Co 12, 26)
2ª ¿Dónde ESTÁ TU HERMANO? (Gn 4, 9)
El Papa no quiere que nos refugiemos en un amor universal que se desentiende del prójimo cercano. Lo que hemos recibido debe fructificar. A) Uniéndonos la Iglesia del cielo en oración. Los santos están gozosos por haber recibido la fuerza de la muerte y resurrección de Cristo; no se desentienden de nosotros.: “Los santos ya contemplan y gozan, gracias a que, con la muerte y la resurrección de de Jesús vencieron definitivamente la indiferencia, la dureza de corazón y el odio. Hasta que esta victoria del amor no inunde todo el mundo, los santos caminan con nosotros, todavía peregrinos. Santa teresa de Lisieux, doctora de la Iglesia, escribía convencida que la alegría en el cielo por la victoria del amor crucificado no es plena mientras haya un solo hombre en la tierra que sufra y gima: >. B) La comunidad cristiana debe cruzar el umbral que le pone en comunicación con los necesitados. “Esta misión es el testimonio paciente de Aquel que quiere llevar toda la realidad y cada hombre al Padre. La misión es lo que el amor no puede callar. La Iglesia sigue a Jesucristo por el camino que la lleva a cada hombre, hasta los confines de la tierra. Así podemos ver en nuestro prójimo al hermano y a la hermana por quienes Cristo murió y resucitó. Lo que hemos recibido, lo hemos recibido también para ellos. E, igualmente, lo que estos hermanos poseen es un don para la Iglesia y para toda la humanidad”.
3ª FORTALEZCAN SUS CORAZONES (St 5, 8)
Ante los sufrimientos, ¿qué podemos hacer?
a) Orar juntas la Iglesia celestial y la Iglesia peregrina; tienen una fuerza increíble.
b) Ayudar con gestos de caridad aunque sean pequeños.
c) Convertirnos. La necesidad del hermano me hace consciente de mis necesidades y límites. Así, confiaré en el poder de Dios. Huyendo de la tentación diabólica de creernos capaces de salvarnos y salvar al mundo. Para superar la indiferencia y las pretensiones de omnipotencia, quiero pediros a todos que este tiempo de Cuaresma se viva como un camino d formación del corazón, como dijo Benedicto XVI (Deus caritas est, 31) Tener un corazón misericordioso no significa tener un corazón débil. Quien desea ser misericordioso necesita un corazón fuerte, firme, cerrado al tentador, pero abierto a Dios. Un corazón que se deje impregnar por el Espíritu y guiar por los caminos del amor que nos llevan a los hermanos y hermanas. En definitiva, un corazón pobre, que conoce sus propias limitaciones y lo da todo por el otro”.