San Richard Dawkins
por Alejandro Campoy
Que la fijación de Richard Dawkins con el tema de Dios no es más que una obsesión personal es algo que aparece meridianamente claro para cualquier observador neutral. Lo curioso es que en su afán por destruir todo lo que tenga la más mínima relación con creencias religiosas, trascendencia o divinidades haya caído él mismo en la instauración de una pseudoreligión que ha devenido en la creación de sus propias iglesias. Es el caso que Richard Dawkins es el creador del concepto "meme", un análogo del "gen" que ya postuló en su temprana obra "El gen egoísta", y que no es otra cosa que una especie de partícula de significado que va creando réplicas de sí misma y extendiéndose de cerebro en cerebro, parasitándolos como si de un virus se tratase. Según la teoría memética, el pensamiento y las ideas, así como la evolución de la cultura de la humanidad, siguen también un patrón evolucionista, basado en la selección natural de aquellos "memes" que mayor éxito tienen en su capacidad para replicarse a través de los cerebros a lo largo de la historia. Pronto la nueva religión encontró su San Pablo: el filósofo norteamericano Daniel Dennet, que asumió como un reto personal dotar a la nueva teoría del mejor ropaje argumental posible. Más tarde, otros autores se dedicaron a proporcionar el envoltorio cientifista adecuado para poder venderla en nuestro exigente y escéptico mundo actual: Richard Brodie, autor de "Virus en la mente: la nueva ciencia del meme", Susan Blackmore, autora de "La máquina de los memes", y Robert Aunger, "El meme eléctrico". Otros destacados científicos como David Deutsch han asumido entusiasmados la nueva perspectiva en obras de hondo calado científico como "La estructura de la realidad", obra contestada de un modo fulminante por uno de los mejores físico-matemáticos del momento, Roger Penrose, en su obra "El camino de la realidad". Hoy la memética ha invadido por completo Internet y compite duramente con otras manifestaciones gnostico-sincréticas de las nuevas "espiritualidades", como la contenida en la película-libro "El secreto", de la que habremos de ocuparnos más adelante, ya que constituye un fenómeno a escala planetaria de grandes proporciones que, por ahora, está siendo ignorado por instituciones como la Iglesia Católica. Y lo más curioso de la teología de Dawkins es precisamente comprobar cómo ha dado lugar a la aparición de nuevas iglesias: nos basta con citar de momento "La Iglesia de los Virus", que deifica a Charles Darwin como fundador y máximo profeta, que presenta un santoral en el que figura Hipatia de Alejandría y hasta hace poco, el propio Dawkins, que contiene su lista de virtudes y pecados y que se estructura copiando literalmente a la Iglesia Católica. Una vez más, sucedáneos impulsados conjuntamente por técnicas de coatching, elaboraciones sincréticas, ritos iniciales gnósticos, cientifismo pervertido y espiritualidades "new age" de raigambre orientalista. No cabría prestarles mayor importancia si no fuera porque millones de personas en todo el mundo se van conviertiendo lentamente en asíduos creyentes de estas deformaciones. Termino insistiendo en la importancia de prestar atención a "El secreto", del que me ocuparé en un próximo artículo, por las tremendas dimensiones que el fenómeno está adquiriendo en todo el mundo.
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