Jueves, 21 de noviembre de 2024

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Comenzar el Año con el Papa Francisco

por Creo, Señor, aumenta mi fe

   ¡¡¡FELIZ  AÑO 2015!!!

   Son 48 años celebrando la jornada de la Paz el día uno de enero. La instituyó el Papa Pablo VI. La han continuado los demás Pontífices. Su mensaje ha sido uno de los más importantes del año. También el Papa Francisco ha elaborado este año un escrito que merece la pena comentar. Trata de la esclavitud.

   Inicia el Papa su reflexión con hechos de la Escritura. Para la fraternidad profunda no es suficiente nacer del mismo vientre. El pecado afecta a todas las personas. Caín y Abel lo ponen de manifiesto. (Gn 4, 116) Ni siquiera tener el mismo padre. La maldad de Cam empuja a Noé a maldecir a su hijo mientras bendecía a sus hermanos. Dando lugar a la desigualdad entre los hermanos.

   Solo la alianza nueva, creada por la entrega de Jesucristo, muerto y resucitado, pone la base para una nueva fraternidad, incluso, entre esclavos y amos. (Flm 1516) “El ser hijo de Dios responde al imperativo de la conversión: <> (Hch 2, 38) Todos los respondieron con la fe y la vida a esta predicación de Pedro entraron en la fraternidad de la primera comunidad cristiana. (1 P 2,15.16): judíos y griegos, esclavos y libres, cuya diversidad de origen y condición social no disminuye la dignidad de cada uno, ni excluye a nadie de la pertenencia al Pueblo de Dios. Por ello la comunidad cristiana es el lugar de la comunión vivida en el amor entre los hermanos. (Rm 12, 10)

   Todo esto demuestra cómo la Buena Nueva de Jesucristo, por la que Dios hace <<nuevas todas las cosas>> (Ap 21.5) también es capaz de redimir las relaciones entre los hombres, incluida aquella entre un esclavo y su amo, destacando lo que ambos tienen en común la filiación adoptiva y el vínculo de fraternidad en Cristo”.

   Señala, a continuación, el Papa las distintas esclavitudes actuales: trabajadores y trabajadoras, incluso niños oprimidos por el trabajo inhumano. Emigrantes, vistos como enemigos. La prostitución. Venta de órganos, Drogas, etc. “Hoy como ayer, en la raíz de la esclavitud se encuentra una concepción de la persona humana que admite el que pueda ser tratada como un objeto. Cuando el pecado corrompe el corazón humano, y lo aleja de su Creador y de sus semejantes, estos ya no se ven como seres de la misma dignidad, como hermanos y hermanas en la humanidad, sino como objetos. La persona humana, creada a imagen y semejanza de Dios, queda privada de la libertad, mercantilizada, reducida a ser propiedad de otro, con la fuerza, el engaño o la constricción física o psicológica; es tratada como un medio y no como un fin”.

   Junto a esta causa fundamental podemos señalar: la pobreza, falta de educación, el paro, la corrupción, conflictos armados, el terrorismo, etc.

   Tiene aquí el Papa palabras preciosas para las Congregaciones religiosas: “Quisiera mencionar el trajo silencioso de muchas <> especialmente femeninas, realizan desde hace muchos años a favor de las víctimas. Estos Institutos trabajan en contextos difíciles, a veces dominados por la violencia, tratando de romper las cadenas invisibles que tienen encadenadas a las víctimas a sus traficantes y explotadores; cadenas cuyos eslabones están hechos de sutiles mecanismos psicológicos, que convierten a las víctimas en dependientes de sus verdugos, a través del chantaje y la amenaza, a ellos y a sus seres queridos, pero también a  través medios materiales, como la confiscación de documentos de identidad y la violencia física. La actividad de estas congregaciones religiosas se estructura principalmente en torno a tres acciones: la asistencia a las víctimas, su rehabilitación bajo el aspecto psicológico y formativo, u su reinserción en la sociedad de destino o de origen”.

   No es suficiente. Deben activarse otras medidas del estado, ONGS, empresas, etc.

    El Papa señala a Santa Josefina Bakita como modelo de recuperación en su dignidad. “Como nos lo muestra  la historia de  Josefina Bakita, santa proveniente de la región de Dafur, en Sudán, secuestrada cuando tenía nueve años por traficantes de esclavos y vendida a dueños feroces. A través de sucesos dolorosos llegó a ser <>, mediante la fe vivida en la congregación religiosa y en el servicio a los demás, especialmente a los pequeños y débiles. Esta santa, que vivió entre los siglos XIX y XX, es hoy un testigo ejemplar de esperanza para las numerosas víctimas de la esclavitud y un apoyo en lso esfuerzos de todos aquellos que se dedican a luchar contra esta <>”

   Concluye con esta palabras: “Sabemos que Dios nos pedirá a cada uno de nosotros: ¿Qué has hecho con tu hermano? (Gn 4 910) La globalización de la indiferencia, que ahora afecta a la vida de tantos hermanos y hermanas, nos pide que seamos artífices de una globalización de la solidaridad y de la fraternidad, que les dé esperanza y los haga reanudar con ánimo el camino, a través de los problemas de nuestro tiempo y las nuevas perspectivas que trae consigo, y que Dios pone en nuestra manos”.

   

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