«Nuestro auxilio es el nombre del Señor, que hizo el cielo y la tierra».
Reflexión Domingo XXIX del Tiempo Ordinario
EVANGELIO
+ Evangelio según san Lucas 18, 1-8
Jesús enseñó con una parábola que era necesario orar siempre sin desanimarse:
“En una ciudad había un juez que no temía a Dios ni le importaban los hombres; y en la misma ciudad vivía una viuda que recurría a él, diciéndole: “Te ruego que me hagas justicia contra mi adversario”.
Durante mucho tiempo el juez se negó, pero después dijo: “Yo no temo a Dios ni me importan los hombres, pero como esta viuda me molesta, le haré justicia para que no venga continuamente a fastidiarme””.
Y el Señor dijo: “Oigan lo que dijo este juez injusto. Y Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos, que claman a Él día y noche, aunque los haga esperar? Les aseguro que en un abrir y cerrar de ojos les hará justicia.
Pero cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe sobre la tierra?”
Palabra de Dios
Queridos hermanos:
Estamos ante el domingo XXIX del Tiempo Ordinario. ¿Qué nos dice la Palabra de Dios este Domingo? La primera Palabra que nos presenta la Iglesia es del libro del Éxodo, donde Amalec, el rey pagano, viene a luchar contra Israel en Refidín. Dice que Moisés dijo a Josué: “escoge a unos cuantos hombres y ataca Amalec y yo estaré en la cima del monte rezando con el bastón de Dios en la mano”, es decir, con la cruz de Cristo. Y ¿qué pasaba?, Israel era más fuerte en combate cuando Moisés tenía las manos levantadas. Hermanos, es importante rezar y gritar, venceremos al mundo pagano si tenemos una Iglesia orante, es decir, que pone toda su confianza en Dios. Por eso la fe es la fuerza que en el silencio y sin hacer ruido cambia el mundo y lo transforma en el reino de Dios. La oración se convierte en la mayor fuerza que tienen los cristianos para la transformación del mundo, por eso te hará una pregunta el Evangelio: “¿Cuándo venga el Hijo del Hombre encontrará en la tierra fe?”. Dios cambia la historia, pero es necesario nuestra conversión, es decir, confiar en el poder del que nos ha elegido para combatir el mundo, el demonio y la carne. Pero notemos además que Moisés se cansa de tener los brazos en alto. ¿No es acaso nuestra realidad tantas veces? También nos cansamos todos los cristianos de rezar, por eso es que el Señor nos coloca una piedra debajo, esta piedra es Pedro. De esta forma venció Israel a Amalec. Parece absurda, pero es verdad, nuestra fuerza viene de lo alto.
Por eso respondemos con el Salmo 120: Nuestro auxilio es el nombre del Señor, que hizo el cielo y la tierra. ¿De dónde vendrá la fuerza, el auxilio? Solamente nos viene del Señor y Él hará que no resbalé nuestro pie y que nuestro guardián no duerma. Hoy, hermanos, tenemos una Iglesia dormida, tu familia está dormida porque no cree en el poder de Dios.
Por eso dice San Pablo a Timoteo: “Permanece en la fe que recibiste gratuitamente y te transmitió tu familia”. ¿Qué es esto? Que las Sagradas Escrituras están vivas, no son letra muerta. Es muy importante transmitir la fe a la siguiente generación en las liturgias dominicales y transmitir el catecismo, transmitir la vida y educar en la justicia; de esta forma, a tiempo y a destiempo, recibirás la fuerza de lo alto. Hermanos, esta Palabra es potente, estamos luchando contra el mundo, el demonio y la carne. El demonio es muy fuerte porque tiene poderes sobrenaturales, pero no olvidemos que Cristo ha vencido al demonio desde la humildad, desde la encarnación, se hizo hombre y venció.
En el Evangelio de este domingo que es de San Lucas, el Señor nos pone por delante la parábola de la viuda que clamaba justicia insistentemente sin desfallecer. Y nos pregunta el Señor: “¿Dios no hará justicia a sus elegidos que claman día y noche?”. Hermanos ¿cuál es la misión de la Iglesia, de los elegidos? Orar día y noche. No es misión solamente de las comunidades contemplativas, sino también del pueblo de Dios que grita, que reza. Y el Señor hace otra pregunta: “Cuando venga el hijo del hombre ¿encontrará esta fe sobre la tierra?”. Esto es muy importante, hermanos. ¿Qué itinerario hay en la Iglesia para formar gente de fe? Recuperemos la iniciación cristiana, llevemos a nuestros cristianos al monte a rezar, a este monte dónde se da la misión de la Iglesia: ofrecer la vida por los pecados de los hombres. Vayamos al Gólgota, desde allí gritemos, recemos; y el Señor encontrará fe sobre la tierra.
Bien hermanos, que este Espíritu que nos transmite hoy este domingo habite en medio de nosotros y podamos transmitir esto a nuestros hijos, que es más importante que una carrera, que el dinero, que el poder. Que este espíritu habite en medio de ustedes.
Que la bendición de Dios todopoderoso Padre, Hijo y Espíritu Santo este con todos ustedes.
Mons. José Luis del Palacio
Obispo E. del Callao