Sábado, 23 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

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San Juan Pablo II (14)

por Victor in vínculis

30. BEATA TERESA DE CALCUTA
 
El papa Pablo VI fue quien dio a conocer al mundo a la Madre Teresa. Fue en 1964, en plena celebración del Concilio Vaticano II, cuando Pablo VI viajó a Bombay para la clausura del Congreso Eucarístico. Era una gran sorpresa, la segunda vez que un Papa volaba como peregrino y nadie pensó que fuese a la India.
 
Aquel viaje cuyo propósito era honrar la Eucaristía pasará a la historia como la ocasión por la que el Papa Pablo VI dio a conocer al mundo a la Madre Teresa cuya vida de caridad es fruto de una vida Eucarística por excelencia. En aquel tiempo muy pocos conocían a esta monja nacida en Albania fuera de sus pobres y sus cooperadores en la India.

 

Al despedirse de los millones de indios en el aeropuerto, el Papa anunció: “Antes de dejar la querida India, deseamos ofrecer nuestro coche blanco a la Madre Teresa, superiora general de las Misioneras de la Caridad, para ayudarla en su misión universal de amor”. La Madre Teresa vendió el coche para beneficio de sus pobres.
 
El Papa Pablo VI le otorgó a la Madre Teresa la primera edición del Premio de la Paz Juan XXIII, el 6 de enero de 1971. El Papa explicó así su decisión: “Este premio se confiere a una religiosa que, a pesar de ser modesta y silenciosa, es conocida por quienes observan el arrojo de la caridad en el mundo de los pobres: se llama Madre Teresa y, desde hace veinte años, está desempeñando una maravillosa misión de amor en las calles de la India a favor de los leprosos, de los viejos, de los niños abandonados”. A este le siguió el Premio Templeton, en reconocimiento al progreso de los valores religiosos y en 1979 el Premio Nobel de la Paz.
 
Pero, sin duda, todos recordamos las diferentes fotografías de Juan Pablo II y Madre Teresa de Calcuta, en tantos encuentros que mantuvieron a lo largo de sus vidas entregadas. La amistad entre ambos era profunda e intuitiva: se entendían “sin muchas palabras” expreso en una oportunidad una persona cercana a Juan Pablo II.


 
El 3 de febrero de 1986 Madre Teresa recibe la visita de Juan Pablo II en Ashram di Nirmal Hriday o Casa del Corazón Puro, fundada por ella y más conocida en Calcuta como la Casa del Moribundo. Las fotografías de aquel viaje son impresionantes.
 
“A cada encuentro con el Papa (por lo general en Roma) Madre Teresa quería hablar de la expansión de su comunidad, las Misioneras de la Caridad: “He fundado una casa en Rusia”, o “he abierto una casa en China”. Resultaba impresionante que aquella comunidad de religiosas, que vivían el más duro de los compromisos, prosperara simultáneamente con el declive de otras comunidades. Más impresionante todavía era el testimonio diario de las Misioneras de la Caridad, la serenidad con la que soportaban sus privaciones. Juan Pablo II decidió que a le convenía un testimonio como aquél. Como recordaría más tarde[1], volvió de la India decidido a fundar un centro de acogida dentro del Vaticano, gestionado por las hermanas de Madre Teresa”.
 
El Cardenal Sodano, quien siendo secretario del Estado Vaticano acudió como legado pontificio para los funerales de Madre Teresa en Calculta, afirmó en aquella ocasión: “el Papa Juan Pablo II ha amado mucho a esta heroína de los tiempos modernos, siempre estuvieron en sintonía”.


 
En el Ángelus del 7 de septiembre de 1997, dos días después de la muerte de la santa de los Pobres, el Beato Juan Pablo II declaraba:
 
Me agrada, en este momento de oración, recordar a la queridísima hermana madre Teresa de Calcuta, que hace dos días concluyó su largo camino terreno. Muchas veces tuve la oportunidad de encontrarme con ella, y recuerdo vivamente su figura menuda, doblada por una existencia vivida al servicio de los más pobres entre los pobres, pero siempre llena de una inagotable energía interior: la energía del amor a Cristo”.
 
 
Ambos libraron una auténtica cruzada contra el aborto. El 22 de mayo de 2003 en un discurso del Beato Juan Pablo II a los miembros del “Movimento per la vita italiano”, recibidos en audiencia, les decía:
 
La venerable madre Teresa de Calcuta, a la que consideráis presidenta espiritual de los Movimientos por la vida en el mundo, al recibir el premio Nobel de la paz, tuvo la valentía de afirmar ante los responsables de las comunidades políticas:
 
Si aceptamos que una madre suprima el fruto de su seno, ¿qué nos queda? El aborto es el principio que pone en peligro la paz en el mundo”.
 
Y el Papa terminaba apuntillando:
 
“¡Es verdad! No puede haber auténtica paz sin respeto de la vida, especialmente de la inocente e indefensa como la de los niños por nacer”.
 
El proceso de beatificación de Madre Teresa, iniciado excepcionalmente a sólo dos años de su muerte, por iniciativa del Beato Juan Pablo II, culminó en 2003 con una ceremonia en la plaza de San Pedro en la que al Papa, uno de sus más encendidos admiradores, se le quebró la voz por primera vez en su pontificado y fue incapaz de leer la homilía.
 
3.000 pobres -acogidos en las diferentes casas que la religiosa fundó por el mundo- estuvieron en primera fila en la ceremonia de beatificación, una de las más multitudinarias de la historia de la Iglesia. También medio millar de Misioneras de la Caridad, la congregación que fundó, y 150 cardenales y 400 obispos de todo el mundo.
 
La monja, "infatigable benefactora de la humanidad", como la definió Juan Pablo II, fue proclamada beata tras comprobarse canónicamente su primer milagro: la curación de una mujer india de religión animista, Mónica Bersa, de 34 años, que padecía un tumor en el abdomen.





31.
LOS OBISPOS ESPAÑOLES  DE VISITA AD LIMINA, 24 DE ENERO DE 2005

El 24 de enero de 2005, festividad de Nuestra Señora de la Paz, algunos sacerdotes que forma­mos parte de la Postulación de la Causa del Siervo de Dios Eustaquio Nieto y Martín y compañeros mártires, tuvimos el privilegio de ser recibidos en la Biblioteca privada de Su Santidad el Papa Juan Pablo II.
 
Fueron unos breves minutos, en los que pudimos explicarle al Papa que estábamos trabajando en las causas de nuestros mártires españoles; que Monseñor Nieto, obispo en 1936 de la diócesis de Sigüenza-Guadalajara, fue el primer obispo asesinado en aquellos difíciles momentos; que él presidía a este numeroso grupo de 900 mártires de la Provincia Eclesiástica de Toledo y de la diócesis de Ávila. Tam­bién le hicimos saber que se habían unido varias familias religiosas, vinculadas por uno u otro motivo a nuestras diócesis.
 
Ese mismo día, Juan Pablo II recibía al primer grupo de obispos españoles que realizaban la visita ad limina apostolorum. El Papa afirmó en su discurso:
 
España es un país de profunda raigambre cris­tiana. La fe en Cristo y la pertenencia a la Iglesia han acompañado la vida de los españoles en su historia y han inspirado sus actuaciones a lo largo de los siglos. La Iglesia en vuestra Nación tiene una gloriosa trayectoria de generosidad y sacrificio, de fuerte espiritualidad y altruismo y ha ofrecido a la Iglesia universal numerosos hijos e hijas que han sobresalido a menudo por la prác­tica de las virtudes en grado heroico o por su testimonio martirial. Yo mismo he tenido el gozo de canonizar o beatificar a numerosos hijos e hijas de España… Las vivas raíces cristianas de España, como puse de relieve en mi última Visita pastoral en mayo de 2003, no pueden arrancarse, sino que han de seguir nutriendo el crecimiento armónico de la sociedad”.
 
Fue en 2002 cuando comenzaron los trabajos de este Proceso.  En el marco de la visita ad limina, acudimos con nuestros Obispos a Roma para entregar las listas de estos 900 hombres y mujeres que fueron asesinados por odio a la fe. Fue emocionante el encuentro que mantuvimos con el Beato Juan Pablo II. Aquellos minutos junto al Pontífice serán siempre imborrables. Al domingo siguiente, 30 de enero, Juan Pablo II durante el rezo del Ángelus el Papa contrajo una gripe que obligó a anunciar la suspensión de todas sus audiencias hasta nuevo aviso.

http://www.persecucionreligiosa.es/bienaventurados/Bienaven_5.pdf
 
 

[1] Conversación de George Weigel con el Papa el 30 de septiembre de 1997y que el autor recoge en la biografía que sobre Juan Pablo II publicó en 1999 (pág. 686).
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