Domingo, 24 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

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¡¡¡Qué mal gusto!!!

por Creo, Señor, aumenta mi fe

El santo Padre Francisco ha tenido unas palabras preciosas para los Voluntarios italianos que atienden a los enfermos que van en peregrinación a Lourdes y a otros Santuarios Internacionales, (UNITALSI)

   En una sociedad dominada por lo espectacular, incluso en lo religioso, no es fácil descubrir el valor de los enfermos y de quien les sirven.

   En palabras del papa Francisco a esta Asociación de Voluntarios descubre varios rasgos que nos conviene recordar:

   1º Ante una situación comprometida, los cristianos no miran hacia otro lado. Miran al enfermo y necesitado con una mirada “que acoge, una mano que levanta y acompaña, palabras de confort , abrazo de ternura”.

    2º Que cada persona enferma pueda ver en nosotros el semblante de Jesús.

      Que nosotros sepamos ver en cada persona enferma la carne y el rostro de Jesús.

    Son tres elementos claves para superar nuestra relación con los enfermos.

    Nos encontramos atrapados por una sociedad de las apariencias. Se muestra lo glorioso, lo triunfante. Se ignora lo costoso y la realidad. Incluso, cuando los enfermos son protagonistas, nos hemos acostumbrado a dolorosa: ¡Qué mal gusto! Comentarios de este tenor se oían cuando Juan Pablo II se nos mostraba en toda su flaqueza. Para muchos creyentes era de mal gusto ver al papa débil y caduco, pero con un vigor espiritual extraordinario.

     Hoy se restringe la visita a los enfermos y ancianos en las casas particulares. Por estos criterios, muchos no pueden acceder a la Eucaristía o a la Unción de enfermos. Se les encierra en casa y se les quiere mostrar a gente extraña, incluso a conocidos.

     Visitar a enfermos y ancianos es una obra de misericordia fundamental. “Para favorecer la real inserción de los enfermasen la comunidad cristiana y suscitar en ellos  un fuerte sentido de pertenencia es necesaria una pastoral inclusiva en las parroquias y en en las asociaciones. Se trata de valorizar realmente la presencia y el testimonio de las personas frágiles y sufren, no solamente como destinatarias de la obra evangelizadora, sino como sujetos activos de esa misma de esa misma acción apostólica.

    Queridos hermanos y hermanas enfermos, no se consideren solamente como objeto de solidaridad y de caridad, sino siéntanse insertados en la vida y en la misión de la Iglesia. Ustedes tienen un lugar propio, un rol específico en la Parroquia y en el ámbito eclesial.

   La presencia silenciosa de ustedes es más elocuente que tantas palabras, la oración de ustedes, la oferta cotidiana de los sufrimientos en unión con los de Jesús crucificado por la salvación del mundo, la aceptación paciente y también de las condiciones, son un recurso espiritual, un patrimonio para cada comunidad cristiana. No se avergüencen de ser un tesoro precioso para la Iglesia.”

   Todos deseamos hacer por Jesucristo. Pocos desean sufrir por Él. Los hermanos enfermos que viven su realidad, unidos a Jesucristo y a su Madre Virgen, son un tesoro para extender el reino de dios. Pensemos en Teresita del Niño Jesús, la enferma misionera más ilustre. Y junto a ella una legión misioneros sin nombre ante nosotros, pero bien conocidos para el Señor.

    Recuperemos el tesoro de nuestros enfermos creyentes. Los necesitamos para que nuestra obra apostólica no resulte vací

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