Licencia para matar
En el asunto del aborto hay muchos matices que considerar. Solo un aspecto puede ser injusto.
Nunca lo podemos tratar como un asunto académico. En el recorrido siempre existen personas. La principal la persona sobre la que recae la acción perversa. También la madre que aborta. En nuestra vida pastoral cuántas lágrimas enjugadas. Y cuántas frases cortantes que quedan en el alma sacerdotal para siempre. “Ya sé que Dios me perdona, yo no me perdonaré nunca”. Y pido al Señor que me inspire palabras adecuadas para levantar la esperanza y acompañar en el camino.
Siempre he defendido que tanto
No es decir que el mal está bien o que matar a un inocente es una virtud. Tener una actitud misericordiosa, como Jesús con la mujer adúltera, ayuda a no complicar situaciones dolorosas, tanto antes como después del aborto. Con nuestra actitud compasiva podemos evitarlo o podemos ayudar a sanar una herida.
Un retroceso intolerable. La medicina se desarrolla para curar no para matar. Sería un retroceso intolerable que los médicos cambiaran su juramento hipocrático. El aborto es un crimen y un homicidio. No se debe estudiar medicina para realizar estas acciones.
Los estudios sobre el feto descubren cada día con más claridad que, desde la fusión del óvulo y el espermatozoide, surge una realidad nueva que evoluciona como realidad distinta a la madre y que termina en una persona humana. Salvo que se interrumpa el proceso. Nunca se ha conocido en la historia que de un embrión humano haya surgido un pajarito, un leoncito o un gatito. Siempre vine al mundo una persona humana. Cuando corto violentamente ese proceso, mato a una persona humana. Corto sus posibilidades de vida.
El embrión tiene distintas etapas en su evolución. En ellas ocurren muchos abortos involuntarios antes de la definitiva implantación en el útero de la madre. En estos casos no hay ninguna falta, sí mucho dolor en las madres que lo sufren.
Tampoco puede afirmarse que la mujer es dueña de su propio cuerpo. Ni el hombre tampoco. Si cualquier persona se mutilase voluntariamente de alguno de sus miembros, sería castigada por la ley. Mucho menos podrá desprenderse del hijo de sus entrañas-una persona- causándole la muerte.
La responsabilidad en cada caso no es fácil de determinar en la mujer. Sí puede estar más clara en aquellos que están a su alrededor.