¿Homenaje a Juan Pablo II en la fecha de la renuncia de Benedicto XVI?

Quizá alguno se haya percatado de este curioso y no se sabe si último dato, probablemente no, entre otros muchos que ligan los dos últimos pontificados.

El beato Juan Pablo II nació el 18 de mayo de 1920, y murió el 2 de abril de 2005, a un mes y dieciséis días de cumplir sus 85 años. Benedicto XVI hará efectiva su renuncia el 28 de febrero de 2013, antes de cumplir 86 años el próximo 16 de abril. ¿Cuánto antes? Pues también a un mes y dieciséis días. Otros dos datos curiosos: Día en que descubrí estas "coincidencias": un 16. Distancia en días entre comunicación de la renuncia y la misma: 1+16..

No sigo, porque por ejemplo, también se podría pensar que como ahora el número de los cardenales electos son 117 ó 118, quedarían tras la elección del nuevo papa 116, (de nuevo el "numerito") pero me ha corregido un amigo diciendo que algunos de ellos no serán electos, por haber cumplido 80 años antes de la elección de nuevo pontífice. Sin embargo, por mi cuenta, he querido comprobarlo, y he buscado en la lista de cardenales electores ordenados por fecha de nacimiento de la web de la Conferencia Episcopal Española. Si se adelanta el cónclave, como se ha dicho hoy mismo estudiar en el Vaticano, veo solamente dos (o uno) de 1933 (es decir con 80 años en breve): Cardenal Lubomyr HUSAR, de Ucrania (26/02/1933) y Cardenal Walter Kasper, de Alemania (05/03/1933). Luego, si es así, serían 117 antes del 5 de marzo y 116 justo después.

No se trata de agobiarnos mucho por la numerología u otras cábalas, lo cierto es que como poco es curioso. A uno le da por preguntarse si habrá elegido Benedicto XVI a propósito esa fecha, tan precisa, como un homenaje a su predecesor el beato Juan Pablo II.

Si no fuera así, ¡qué mas da! Nos parece curioso. En el caso que sí, me alegro mucho haber acertado, haciendo esa asociación no demasiado complicada, y comunicado a los más cercanos la alegría de saber tan unidos a los papas que tanto queremos, en sus últimos momentos como tales.

Se lo acabo de comentar a unos amigos. El primero me dijo que eso es hilar fino. Otra amiga: "Caramba, ¡es curioso! ¿Cómo se te ha ocurrido contar los días?" Un tercero: "Puede ser que sí. Seguro que la fecha se ha elegido con cuidado para que fuera significativa, además de operativa. Estas cosas las piensan mucho en el Vaticano." Y otro: "Eso no lo han pensado en el Vaticano. La decisión de la fecha la tomó también el Papa. Lo que se ha decidido después es la hora en que el Papa saldrá del Vaticano con destino a Castel Gandolfo. Será a las 5 de la tarde."

Con todo esto he recordado, ¡cómo no!, a otro amigo que me decía hace tiempo que no existen las coincidencias sino las diosidencias, y que tampoco las casualidades sino las jesualidades. Este amigo me ha dicho recientemente: "Me parece que el Santo Padre no dedicará tiempo a esas cábalas y los demás no conocían que renunciaría, de eso estoy seguro por una sencilla razón, aunque se lo hubiera dicho a muy poquitos y les pidiera que no comentaran, siempre hay -es humano - una pequeña indiscreción que se escapa y aquí no la hubo, además la sorpresa de todos afirma lo que digo, sólo debía saberlo el secretario personal para pasar a máquina u ordenador el texto, y nadie más. Así que pienso más en que fuera jesualidad, porque Él sí que sabe hacer esas cosas y sin pensarlo mucho."

Es sabido de todos el gran afecto que se profesaron siempre Karol Wojtyla y Joseph Ratzinger, desde que se conocieran en 1977 durante la IV Asamblea Ordinaria del Sínodo de los Obispos. A la muerte de Pablo VI y reanudarse el cónclave, en 1978, los dos descubrieron que sus análisis de la situación de la Iglesia eran muy similares. Como dice el P. Jesús Martí Ballester: “La historia nos demuestra que sus diferencias les complementan y les unen”. Intercambiaron muchas ideas, libros y correspondencia, hasta que el 25 de noviembre de 1981, el beato Juan Pablo II le nombrara prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe.

Valga esta pequeña anécdota o coincidencia curiosa, o no tanto, pero sí muy entrañable, para pedir al beato Juan Pablo II por Benedicto XVI y por la Iglesia.