Viernes, 22 de noviembre de 2024

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El ayuno es un signo actual que nos fortalece y da sentido.

El ayuno es un signo actual que nos fortalece y da sentido.

por La divina proporción

No vayáis a creer que el ayuno es algo de poca importancia y superfluo. Que nadie, al hacerlo según la costumbre de la Iglesia, piense para sí y se diga, o escuche al tentador que sugiere internamente: ¿qué es lo que haces? ¿Por qué ayunas? Tú defraudas a tu alma, y no le das lo que le gusta. Tú te infliges un castigo a ti mismo, y tú mismo eres tu verdugo y sayón. ¿Es que le puede agradar a Dios que tú te atormentes? Entonces es cruel, porque se alegra de tus sufrimientos. Respóndele al tentador: Yo sufro, es verdad, para que El me perdone; yo me castigo para que El me socorra, para que yo sea agradable a sus ojos, para gustar su dulzura. También la víctima es sacrificada para ponerla sobre el altar. Y no voy a consentir que mi carne oprima a mi alma. (San Agustín. Tratado sobre la Utilidad del Ayuno 1-III) 

Seguro que más de una persona se escandalizaría ante este texto de San Agustín. ¿Cómo se puede hacer en pleno siglo XXI propaganda del ayuno desde el punto de vista del sacrificio?

Permítanme presentar otro tipo de ayuno, esta vez muy bien visto. Se llama dieta de adelgazamiento y suele ser mucho más dura que los ayunos cristianos. A la pregunta ¿Por qué haces dieta? Las respuestas suelen ser: para sentirme mejor y/o lucir mejor cuerpo. 

Hoy en día nadie se escandaliza de estas dietas y que una persona emplee su tiempo en el gimnasio. Todos parecemos aceptar que la apariencia física es primordial y que además es saludable tener la comida bajo dominio. ¿Por qué estar guapo/a es una buena razón para el ayuno y no lo es estar espiritual y volitivamente sano? 

Poco tendremos que reflexionar para darnos cuenta que la sociedad actual es realmente una sociedad neopagana que da más importancia a la "divina" apariencia personal que a nuestra relación trascendente con Dios. Lo triste es que dentro de la Iglesia se da poca importancia al ayuno y la abstinencia cuaresmal. Pareciera que es algo pasado de moda, sin importancia y puramente aparente.

Si plantemoa abiertamente que ayunamos, rápidamente se nos darán razones de todo tipo para rechazar el ayuno. Rasones que ya eran normales en tiempos de San Agustín. ¿Para qué ayunar si nos trae únicamente malestar? Una respuesta actual a esta eterna pregunta, podría ser: ¿Por qué ponerse a dieta se ve bien y si hacemos lo mismo, cambiando de nombre, resulta algo malo? Nos daríamos cuenta de los prejuicios que hay detrás de todo esto. 

Hoy en día, el concepto de ayuno está lleno de sospechas, mientras que las dietas son muy bien vistas. ¿Podríamos decir que los cristianos hacemos una dieta con sentido espiritual? Quizás, pero perderíamos parte del sentido verdadero del ayuno: negarse a si mismo para seguir a Cristo utilizando un signo de especial significado. A diferencia de las dietas, el ayuno no tiene como objeto dar testimonio a los demás, ya que es un signo interior y discreto. Ayunar se podría considerar como una oración no verbal, en la que utilizamos nuestras necesidades como signo de comunicación con Dios. Le decimos: deseamos que la debilidad que sentimos sea evidencia de nuestro anhelo de conversión y de apertura a la Gracia que nos envías. 

Su Santidad, Benedicto XVI nos habla del ayuno en el mensaje cuaresmal del año 2009: 

«El verdadero ayuno, repite en otra ocasión el divino Maestro, consiste más bien en cumplir la voluntad del Padre celestial, que "ve en lo secreto y te recompensará" (Mt 6,18). Él mismo nos da ejemplo al responder a Satanás, al término de los 40 días pasados en el desierto, que "no solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios" (Mt 4,4). El verdadero ayuno, por consiguiente, tiene como finalidad comer el "alimento verdadero", que es hacer la voluntad del Padre (cfr. Jn 4,34). Si, por lo tanto, Adán desobedeció la orden del Señor de "no comer del árbol de la ciencia del bien y del mal", con el ayuno el creyente desea someterse humildemente a Dios, confiando en su bondad y misericordia» 

El verdadero ayuno consiste en hacer la Voluntad del Padre. Voluntad divina, a la que nuestra voluntad debe sumarse para que nuestra vida tenga sentido. Este signo es justamente contrario al que Adán y Eva realizaron comiendo del Árbol de la Ciencia del Bien y del Mal. Ayunamos para ofrecer nuestra voluntad al Padre. 

El ayuno es un signo actual que da sentido a nuestro anhelo de conversión.

 
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