Juicio Final según Santa Hildegarda
El acto final de la permanencia de la Humanidad sobre la Tierra tal como la conocemos lo describe Santa Hildegarda en la 12ª Visión del Scivias, que es una visión realmente corta (apenas un tercio de las normales) donde este último acontecimiento queda recogido así en el "Sumario":
Durante el Último Tiempo, terribles cataclismos en aire, tierra o agua acabarán con toda vida en la Tierra, de la que desaparecerá todo lo pútrido. Tras esta muerte general, los cuerpos de los muertos humanos, buenos y malos, signados o no signados, resucitarán en toda su integridad y con su sexo sin que importe cómo murieron.
Mientras prosiguen los cataclismos, el Hijo del Hombre llegará con gran majestad en la misma forma humana que tuvo en la Tierra, con potestad del Padre para juzgar a los hombres. Los que estén signados pasarán este juicio sin dificultades y serán arrebatados rapidamente, sin alegatos porque cada uno tendrá a la vista sus obras. Refulgirán los patriarcas, profetas, apóstoles, mártires, confesores, vírgenes, monjes y todos los que se hayan esforzado, pero, sorprendentemente no quienes hayan elegido vida contemplativa solo porque era la mejor.
Los Cielos guardarán silencio mientras el Hijo del Hombre pronuncie la sentencia en la conciencia de cada uno. Los infieles ya estarán juzgados.
Terminado el Juicio reinará la máxima quietud y la Gloria eterna recibirá a los elegidos con grandes alabanzas, mientras el Infierno se tragará a los malos entre alaridos. En la nueva Tierra, los elementos, el sol, la luna y las estrellas cambiarán a mucho mejor, los astros no se moverán y entre otras cosas ya no habrá noche.
Con esto finalizamos el resumen de los Últimos Días según le fueron revelados a Santa Hildegarda en las visiones 11ª y 12ª de la 3ª parte del Scivias, así como en la 5ª de la 3ª parte del Libro de las Obras Divinas; textos revelados que ofrecen un amojonamiento temporal realmente único, en el que se pueden encajar los casi mil años transcurridos, y en el que destaca lo siguiente:
A pesar de las dificultades, que no faltan, la 4ª cruenta edad del Cerdo Negro podría identificarse con el siglo XIX por el fin del Sacro Imperio y la reducción de la autoridad temporal del Pontífice romano.
La 5ª cruenta edad del Lobo Gris bien puede ser la nuestra u otra posterior muy parecida, en la que proliferan las apariciones marianas, como profetiza la Luz Viva.
En la edad del Lobo Gris se manifestará el Anticristo que será generalmente aceptado. El Resto Fiel, la Cristiandad que no se le someta, sufrirá terribles persecuciones.
El Anticristo morirá de muerte desastrada, nunca reaparecerá y se producirán numerosas conversiones. A su muerte seguirá una etapa de duración desconocida en la que el pueblo judío, el Primer Pueblo de Dios, aceptará por fin a Jesús.
No obstante, el Anticristo tendrá seguidores hasta el fin del tiempo, lo que hace temer que los cataclismos finales sean la limpieza general de una Humanidad reincidente.
Antes del Juicio Final, toda vida perecerá sobre la Tierra, a lo que seguirá la resurrección de todos los humanos.
Las dificultades del resumen que les hemos ofrecido son evidentes, no solo para establecer su idoneidad sino también, y más importante, para encajarlo con otras profecías de la máxima categoría como son el discurso apocalíptico de Jesús cuando lloró contemplando el Templo (Mt, 24) y el Apocalipsis de San Juan.
El discurso de Jesús consiste en una serie apretada de advertencias, consejos y señales tanto para los cristianos de entonces (Flavio Josefo recoge cómo se cumplieron puntualmente los avisos de Jesús) como para los cristianos de todos los tiempos.
Por otra parte está claro que el Apocalipsis, palabra que significa "Revelación", no es un acertijo, sino el conjunto de avisos e instrucciones para los cristianos que lo tengan encima. De hecho están pasando cosas que nuestros bisabuelos eran incapaces de entender; por ejemplo: "se le dio el poder de dar vida a la imagen", que nosotros sí entendemos a la vista del cine, la televisión y las proyecciones holográficas.
También presentan dificultades el cúmulo de revelaciones privadas que el Cielo ha prodigado en los últimos siglos. Son fuentes muy numerosas que, la verdad, han sido menospreciadas, subestimadas y acalladas con dura oposición, pero cuya coherencia y santidad de vida inspira fiabilidad, y que han profetizado acontecimientos y secuencias que no son fáciles de coordinar ni entre sí, ni con los tres grandes cañamazos del discurso de Mateo, 24, el Apocalipsis y los Últimos Días según Santa Hildegarda que acabamos hoy de resumir para ustedes: Considérese por ejemplo la secuencia Aviso, Milagro, Castigo (o Aviso, Castigo, Milagro). La lluvia de las estrellas y el estandarte del Hijo del Hombre. La manifestación del Falso Profeta y la expulsión de Roma del Papa. La gran guerra en el Oriente Medio para la promoción del Anticristo, héroe pacificador. La subsiguiente proclamación de la religión sintética y universal. La invasión china de Rusia, la invasión rusa del Occidente europeo, la lluvia amarilla. El choque de chinos y anglosajones en Asia Central. La larga serie de esperanzas que atesora cada nación en su propia cultura, relativos a emperadores, zares, caudillos o grandes monarcas que serán la mano derecha de la Iglesia. Los trastornos climáticos y de la Naturaleza y hasta los grandes insectos que profetizó el monje santo.
El Futuro ("lo por venir", como decían nuestros abuelos, cuando aun no se usaba la palabra "futuro" y menos aún con mayúscula) será por lo menos tan complicado como el pasado; y el pasado, como sabe cualquier historiador que no esté dispuesto a tragarse simplificaciones decimonónicas, ha sido siempre complicadísimo.
Y es que las profecías no son un programa de actos, sino una guía de conducta. Y sobre todo, la esperanza de que al final van a ganar los buenos.
José María Sánchez de Toca
Rafael Renedo Hijarrubia
(El texto de la 5ª visión de la 3ª parte del Libro de las Obras Divinas puede verse en www.hildegardiana.es, así como fragmentos de la visión 11ª de la 3ª parte del Scivias, reproducidos con permiso de la Editorial Trotta que recientemente lo ha reeditado.)
Durante el Último Tiempo, terribles cataclismos en aire, tierra o agua acabarán con toda vida en la Tierra, de la que desaparecerá todo lo pútrido. Tras esta muerte general, los cuerpos de los muertos humanos, buenos y malos, signados o no signados, resucitarán en toda su integridad y con su sexo sin que importe cómo murieron.
Mientras prosiguen los cataclismos, el Hijo del Hombre llegará con gran majestad en la misma forma humana que tuvo en la Tierra, con potestad del Padre para juzgar a los hombres. Los que estén signados pasarán este juicio sin dificultades y serán arrebatados rapidamente, sin alegatos porque cada uno tendrá a la vista sus obras. Refulgirán los patriarcas, profetas, apóstoles, mártires, confesores, vírgenes, monjes y todos los que se hayan esforzado, pero, sorprendentemente no quienes hayan elegido vida contemplativa solo porque era la mejor.
Los Cielos guardarán silencio mientras el Hijo del Hombre pronuncie la sentencia en la conciencia de cada uno. Los infieles ya estarán juzgados.
Terminado el Juicio reinará la máxima quietud y la Gloria eterna recibirá a los elegidos con grandes alabanzas, mientras el Infierno se tragará a los malos entre alaridos. En la nueva Tierra, los elementos, el sol, la luna y las estrellas cambiarán a mucho mejor, los astros no se moverán y entre otras cosas ya no habrá noche.
Con esto finalizamos el resumen de los Últimos Días según le fueron revelados a Santa Hildegarda en las visiones 11ª y 12ª de la 3ª parte del Scivias, así como en la 5ª de la 3ª parte del Libro de las Obras Divinas; textos revelados que ofrecen un amojonamiento temporal realmente único, en el que se pueden encajar los casi mil años transcurridos, y en el que destaca lo siguiente:
A pesar de las dificultades, que no faltan, la 4ª cruenta edad del Cerdo Negro podría identificarse con el siglo XIX por el fin del Sacro Imperio y la reducción de la autoridad temporal del Pontífice romano.
La 5ª cruenta edad del Lobo Gris bien puede ser la nuestra u otra posterior muy parecida, en la que proliferan las apariciones marianas, como profetiza la Luz Viva.
En la edad del Lobo Gris se manifestará el Anticristo que será generalmente aceptado. El Resto Fiel, la Cristiandad que no se le someta, sufrirá terribles persecuciones.
El Anticristo morirá de muerte desastrada, nunca reaparecerá y se producirán numerosas conversiones. A su muerte seguirá una etapa de duración desconocida en la que el pueblo judío, el Primer Pueblo de Dios, aceptará por fin a Jesús.
No obstante, el Anticristo tendrá seguidores hasta el fin del tiempo, lo que hace temer que los cataclismos finales sean la limpieza general de una Humanidad reincidente.
Antes del Juicio Final, toda vida perecerá sobre la Tierra, a lo que seguirá la resurrección de todos los humanos.
Las dificultades del resumen que les hemos ofrecido son evidentes, no solo para establecer su idoneidad sino también, y más importante, para encajarlo con otras profecías de la máxima categoría como son el discurso apocalíptico de Jesús cuando lloró contemplando el Templo (Mt, 24) y el Apocalipsis de San Juan.
El discurso de Jesús consiste en una serie apretada de advertencias, consejos y señales tanto para los cristianos de entonces (Flavio Josefo recoge cómo se cumplieron puntualmente los avisos de Jesús) como para los cristianos de todos los tiempos.
Por otra parte está claro que el Apocalipsis, palabra que significa "Revelación", no es un acertijo, sino el conjunto de avisos e instrucciones para los cristianos que lo tengan encima. De hecho están pasando cosas que nuestros bisabuelos eran incapaces de entender; por ejemplo: "se le dio el poder de dar vida a la imagen", que nosotros sí entendemos a la vista del cine, la televisión y las proyecciones holográficas.
También presentan dificultades el cúmulo de revelaciones privadas que el Cielo ha prodigado en los últimos siglos. Son fuentes muy numerosas que, la verdad, han sido menospreciadas, subestimadas y acalladas con dura oposición, pero cuya coherencia y santidad de vida inspira fiabilidad, y que han profetizado acontecimientos y secuencias que no son fáciles de coordinar ni entre sí, ni con los tres grandes cañamazos del discurso de Mateo, 24, el Apocalipsis y los Últimos Días según Santa Hildegarda que acabamos hoy de resumir para ustedes: Considérese por ejemplo la secuencia Aviso, Milagro, Castigo (o Aviso, Castigo, Milagro). La lluvia de las estrellas y el estandarte del Hijo del Hombre. La manifestación del Falso Profeta y la expulsión de Roma del Papa. La gran guerra en el Oriente Medio para la promoción del Anticristo, héroe pacificador. La subsiguiente proclamación de la religión sintética y universal. La invasión china de Rusia, la invasión rusa del Occidente europeo, la lluvia amarilla. El choque de chinos y anglosajones en Asia Central. La larga serie de esperanzas que atesora cada nación en su propia cultura, relativos a emperadores, zares, caudillos o grandes monarcas que serán la mano derecha de la Iglesia. Los trastornos climáticos y de la Naturaleza y hasta los grandes insectos que profetizó el monje santo.
El Futuro ("lo por venir", como decían nuestros abuelos, cuando aun no se usaba la palabra "futuro" y menos aún con mayúscula) será por lo menos tan complicado como el pasado; y el pasado, como sabe cualquier historiador que no esté dispuesto a tragarse simplificaciones decimonónicas, ha sido siempre complicadísimo.
Y es que las profecías no son un programa de actos, sino una guía de conducta. Y sobre todo, la esperanza de que al final van a ganar los buenos.
José María Sánchez de Toca
Rafael Renedo Hijarrubia
(El texto de la 5ª visión de la 3ª parte del Libro de las Obras Divinas puede verse en www.hildegardiana.es, así como fragmentos de la visión 11ª de la 3ª parte del Scivias, reproducidos con permiso de la Editorial Trotta que recientemente lo ha reeditado.)
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