Sábado, 02 de noviembre de 2024

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Los últimos tiempos según Santa Hildegarda (I)

por Santa Hildegarda, Doctora de la Iglesia

Hay quienes andan inquietos por el fin del calendario de los mayas (que, dicho sea de paso, no se habían enterado que el año tiene 365 días y pico y no 360 como creían) y no son pocos los que miran con aprensión lo que pueda depararnos el futuro.

Existe la sensación generalizada de que las cosas no marchan bien - sensación que siempre se detecta en vísperas de grandes acontecimientos - y no faltan quienes, aun sin hacer caso de los antiguos astrónomos de taparrabo, temen que las cosas todavía puedan ir mucho peor. El fenómeno es palpable, universal y tiene causas objetivas: A pesar del cloroformo que imparte la televisión, de vez en cuando se filtran noticias como aquella de la NASA, que el año pasado exigió a sus empleados que tuvieran prevista y ensayada la ruta de escape para emergencias, o la construcción de refugios (masivos, pero para la élite) en Moscú o las Montañas Rocosas; y la denuncia reiterada pero imposible de comprobar, de que se estén habilitando grandes campos de refugiados o de concentración en los Estados Unidos.
Dicho esto, seguramente no estará de más asomarse a lo que dice la nueva Doctora de la Iglesia, Santa Hildegarda, sobre este asunto que ella llama día postrero, último día, últimos días, últimos tiempos, fin de los tiempos, eclipse del mundo, fin del mundo, y varios nombres más, no sabemos si todos con idéntico significado.

Todas las obras de Santa Hildegarda son proféticas en el sentido de que no son suyas, sino reveladas por el Espíritu Santo, "la Luz Viva o Luz Indeficiente". Pero es que además, sus tres grandes obras teológicas se ocupan de cosas que iban a ocurrir largo tiempo después, es decir, lo que generalmente llamamos profecías.

Dos de sus tres grandes libros teológicos (Scivias y Obras Divinas) contienen partes sobre el futuro de la Historia de la Iglesia, de la Humanidad y del mundo hasta una situación estable en la que ya "no habrá noche y no se moverán el sol, la luna ni las estrellas", y explican abundantemente lo que iba a pasar desde la época en que se dictaron estos libros hasta nuestros días y aún más allá.

Estas dos obras teológicas de Santa Hildegarda se ocupan de la Historia del género humano y de sus interacciones con el Universo, y ofrecen un panorama completo que incluye la Creación, el desarrollo de la Humanidad y de la Iglesia y los Últimos Días. Y no es que le dedicaran mucho espacio, antes bien, parece cuidadosamente medido: De las 26 visiones del Scivias ("Conoce los caminos"), que es un manual de lo que debe saber el cristiano, solo dos se ocupan de los Últimos Días (la undécima visión, "Venida del Impío y plenitud de los tiempos ", y la duodécima visión, "Siega y vendimia de las naciones"). En conjunto, ambas suponen algo menos del 6% del total del Scivias.

Por otra parte, del Libro de las Obras Divinas, último que la dictaron, y que se centra en las interacciones entre los seres humanos y el Universo, solo la última de sus diez visiones está dedicada a ello. Esta visión, que ocupa el 13% del texto, coincide y es coordinable con las del Scivias, pero como es más amplia, contiene datos que permiten situar en el tiempo las épocas ya transcurridas profetizadas en el Scivias.

Finalmente, el Libro de los Merecimientos, la otra obra teológica de Santa Hildegarda, que la dictó la Luz entre el Scivias y el libro de las Obras Divinas, obra que ha permanecido ignorada hasta nuestros días, también es profética. A reserva de estudios más detenidos, parece que además de un espectro completo de psicoterapia individual, podría contener saludables advertencias colectivas desde el punto de vista divino.

La obra puede entenderse como una descripción de la Humanidad actual que muestra los principales "vicios" (quiebras) del espíritu humano en cada parte del mundo y en el conjunto de la Humanidad, así como un anuncio del porvenir que nos espera. Como el libro ha permanecido oculto 850 años, es evidente que su contenido profético no estaba destinado a un pasado que ya es irremediable, sino que es un diagnóstico para el mundo de nuestros días, con serios avisos para las cuatro partes del mundo.

En estos libros le dictaron a Santa Hildegarda un porvenir que ya se ha cumplido en parte en los siglos que han transcurrido desde entonces. En apretada síntesis y a grandes rasgos, se la dijo que a su época (la querella de las investiduras), la seguirían en Occidente otras cuatro antes de llegar a:

"el tiempo de la rapiña en que los hombres voraces arrebatarán para sí el poder y la riqueza; los veréis irrumpir en los saqueos bajo la piel grisácea, ni negra ni blanca, de sus astucias, y, desmembrando las cabezas de estos reinos, las derrocarán. Ay, porque entonces llegará el tiempo de la tribulación: muchas almas serán apresadas cuando el error del error se alce del infierno al Cielo". (Scivias, 11,6)

En esta época se manifestará el Hijo de la Perdición que seducirá a muchos y martirizará a los fieles que se le opongan. Dios enviará a la Tierra a Elías y Enoc para que den testimonio. El Anticristo los hará crucificar, pero Dios los resucitará. Entonces el Anticristo pretenderá ascender al Cielo ante sus seguidores y será fulminado. Sobrevendrá un período en el que la Iglesia brillará y retornarán a ella muchos que la habían abandonado.

Aquí termina la undécima visión del Scivias, pero esto no será el final del mundo, porque tanto la siguiente visión (12ª) del Scivias, como la visión final del Libro de las Obras Divinas presentan la secuencia del fin del mundo y el Juicio Final.

Se nos dice que habrá un intervalo de duración desconocida entre la muerte del Anticristo y los cataclismos del Juicio Final. Por otra parte, lo que condiciona la llegada del fin del mundo es el martirio de los fieles:

"en el último día, cuando se complete el número de los elegidos, también la Iglesia estará completa. Entonces, ese día sobrevendrá el cataclismo del fin del mundo y Yo, el Señor, purificaré los cuatro elementos y lo mortal de la carne humana," (Scivias, 11,22)

En vida de Santa Hildegarda todavía faltaba mucho para ese momento:

"de este ciclo de los tiempos aún tenéis por delante largos años de vuestro caminar, oh hombres, antes de que venga el homicida que querrá envilecer la fe católica." (Scivias 11,23)

Ahora bien, a Santa Hildegarda se le dijo expresamente que el cristiano no debe investigar el intervalo entre la muerte del Anticristo y el Juicio Final:

"No es la sazón ni el momento de que sepáis qué ocurrirá entonces, [...] sólo lo sabe el Padre, que también tiene ésto bajo su potestad. Sobre [...] el transcurso de los tiempos del mundo nada más sabrás, oh hombre." (Ibidem)

En fin, un tema largo y sustancioso que procuraremos continuar en sucesivas entregas.

José María Sánchez de Toca
Rafael Renedo Hijarrubia

(El texto de las visiones puede consultarse en www.hildegardiana.es, donde figura el texto completo del Libro de Merecimientos y de la última visión del Libro de las Obras Divinas, así como fragmentos de las visiones 11ª y 12ª del Scivias)
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