Jueves, 21 de noviembre de 2024

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Entre el Anticristo y el Juicio, según Santa Hildegarda

El libro Scivias, "Conoce tus caminos", que es lo que la Luz Viva quiere que sepa el cristiano, despacha en 510 palabras todos los años que han transcurrido desde 1151 hasta nuestros días, mientras que a la etapa siguiente, los años del Hijo de la Perdición, una etapa que a escala histórica necesariamente tiene que ser breve y como máximo la mitad de la vida de un hombre, le dedica diez veces más, 5.161 palabras.
Más sorprendente aún es que cuando veinte años después, la Luz Viva amplió en el Libro de las Obras Divinas ambas etapas, las Cinco Cruentas Edades de los Reinos, y la del Anticristo, pero sin decir nada de la Segunda Venida de Cristo y el Juicio Final, de la que solo habló en la Visión 12ª del Scivias.

Ahora bien, entre la muerte del Anticristo y el Juicio Final, la Luz Viva dice cosas que permiten pensar que todavía habrá una etapa, un tiempo en el que será posible la conversión. Es verdad que a sus breves alusiones une algunas explicaciones sobre el Tiempo y, sobre todo, la prohibición de escudriñar el más allá, ya sea Tiempo o la Eternidad. No quisiéramos traspasar esa prohibición (que quizá fuera solo para entonces, pero que tal vez es para siempre) al presentar la etapa intermedia y esas advertencias temporales, conscientes de que un resumen de palabras divinas necesariamente va a dejar fuera elementos importantísimos que solo se captarían en una lectura completa

Según el libro de las Obras Divinas, la desastrada muerte del Anticristo habrá provocado "terror tan grande en quienes vean y oigan estos acontecimientos, que se convertirán a la verdadera fe del bautismo renunciando al diablo y a su hijo; mientras que la antigua serpiente, atónita, rechinará los dientes y dirá para sí: “Hemos sido confundidos. Ya no podremos subyugar a los hombres como hasta ahora” (OD, 3ª, 5ª, 36). Vencido el diablo y derrocado su hijo el Anticristo, se habrá cumplido la salvación y ya no habrá que temerle, pues habrá sido enviado a la condenación eterna. "Así se acaba la guerra del Hijo de la Perdición que no reaparecerá jamás [..] Tras la caída del Anticristo, la gloria del Hijo de Dios será aún más grande" (OD, 3ª 5ª,37).

Por su parte, el Scivias dice: "Tras la muerte del Anticristo, el lugar donde cayó se llenará de hedor y de niebla [...] para que los hombres seducidos por el Impío se aparten de su error y vuelvan a la verdad". Al ver la muerte del Anticristo, "los pueblos se sobrecogerán, presa del más horrible espanto, derramarán sollozantes lamentos y lúgubres clamores, y dirán amargamente que se engañaron" (SC, 3,11, 39). "Caído el Hijo de la Perdición muchos de los que cayeron en el error volverán a la verdad" (SC, 3, 11, 40). No obstante, es de suponer que el Anticristo seguirá teniendo seguidores hasta el final del Tiempo, pues la Luz Viva exhorta a hacer frente "a cuantos precedan y sigan al Hijo de la Perdición, al que llamáis Anticristo" (SC,3,11,19).
La Luz también anuncia a la Iglesia una época de esplendor y de conversiones, lo que exige una etapa, de duración desconocida, para que los seres humanos pueden rectificar y convertirse, antes del Juicio Final colectivo en el que nuestras conductas quedarán cristalizadas, valoradas y retribuidas para toda la Eternidad. De hecho, la Luz Viva anuncia para esta etapa la conversión del pueblo judío (OD, 3ª, 2ª,8).
"Revelado el testimonio de los Dos Testigos y vencido el Hijo de la Perdición, el Hijo del Hombre brillará claro y hermoso en la fe católica hasta que llegue el fin del mundo" (SC, 3, 11, 11). Todo lo que Jesús instituyó no sólo persistirá entonces, sino también después: "Todo lo que he fundado maravillosamente persiste y persistirá a lo largo de los ciclos de este número pleno y allende el fin de los tiempos, bien afianzado por mi mano" (SC, 3,11,17).

Hacia 1151, en el que presumiblemente se dictaron estas líneas, la Luz Viva veda escudriñar más allá. "Lo que queda no podrás saberlo, pues está oculto en el Padre. De este ciclo de tiempos aún tenéis por delante largos años antes de que venga el Homicida. Esta no es sazón ni éste es el momento de que sepáis qué ocurrirá entonces, como tampoco sabéis qué pasará tras los siete días de una semana. Solo lo sabe el Padre, que también tiene esto bajo su potestad. Sobre los días de la semana o el transcurso de los tiempos del mundo, nada más sabrás, oh hombre" (SC,3ª, 11, 23).

Pudiera ser que después de 962 años hayan llegado ya la sazón y el momento de escudriñarlo, y con esta esperanza nos atrevemos a presentarlo aunque la advertencia es taxativa:

"Tras la caída del Impío, no indagar el Último Día del eclipse del mundo, pues nadie podrá saberlo. Es un secreto que el Padre guarda recóndito. En consecuencia, estad preparados, oh hombres, para el Día del Juicio. Porque, según se ha dicho, Mi Hijo, el poderosísimo guerrero, vencerá en los últimos tiempos al Hijo de la Perdición y a su padre el Demonio con todas sus artimañas" (SC, 3,11,41).

Y así veamos para concluir esta entrega, las precisiones que dió la Luz Viva a Santa Hildegarda sobre el cómputo de tiempos: Al hablar del Tiempo y de la Historia, la Luz Viva compara "este ciclo de tiempos" (que es en el que ha vivido, vive y aún vivirá la Humanidad) con un día natural. Dice que Jesús vino al mundo: "a la hora en que el día, pasada la novena hora [las tres de la tarde] se acercaban las vísperas [las seis de la tarde], cuando ya desmedraba la esplendorosa fuerza de los días y empezaba a sentirse el relente del crepúsculo. Así, transcurridas cinco edades, vino Mi Hijo a la tierra cuando el mundo ya enfilaba su ocaso" (SC, 3,11,24). La Luz Viva predice también que el Anticristo vendrá en el crepúsculo del mundo: "El Hijo de la Perdición vendrá ya en el umbral de la noche, cuando el sol ya se pone y acaba el día, cuando se acerque la plenitud de los tiempos y el mundo llegue al final de su camino" (SC, 3,11,25).

Por otra parte, la Luz Viva compara el Tiempo con la semana de la Creación: "Dios concluyó en seis días toda Su obra y descansó el día séptimo [...] Los seis días son seis números de tiempos y en el sexto se manifestaron al mundo nuevas maravillas, así como Dios terminó su obra en el día sexto. Ahora [año 1151] estamos en el séptimo número del siglo, cerca ya del umbral del Último Día, igual que en el día séptimo" (SC, 3,11,17). El siglo XII en que floreció Santa Hildegarda, el segundo milenio de la Cristiandad acababa de comenzar, y era también el comienzo del séptimo número de siglos: "Pero ya ha transcurrido el sexto número: ha empezado el séptimo, en el que ahora se encuentra el curso del mundo como en el séptimo día de descanso; porque ya está abierta la labor y los sellos cerrados, igual que en la calma del séptimo día".

La Luz termina con esta expresión terminante: "Seis días de trabajo y el séptimo de descanso: no hay más jornadas" (SC, 3,11,23).

Bueno, pues en esta exposición que venimos haciendo de los Últimos Días según Santa Hildegarda, sólo nos queda presentar la última etapa que la Luz Viva desveló en el Scivias, lo que haremos en una próxima entrega.

José María Sánchez de Toca
Rafael Renedo Hijarrubia

(El texto de la 5ª visión de la 3ª parte del Libro de las Obras Divinas puede verse en www.hildegardiana.es, así como fragmentos de la visión 11ª de la 3ª parte del Scivias, reproducidos con permiso de la Editorial Trotta que recientemente lo ha reeditado.)
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