Un esfuerzo común y solidario para tiempos de crisis
¡Qué pronto olvidamos que cuando remamos todos en la misma dirección, nuestra sociedad progresa y vamos alcanzando objetivos, que en un pasado nos pudieran parecer inalcanzables!
¡Qué poco tenemos presentes los últimos éxitos deportivos, como ejemplos de lo que podemos realizar con un esfuerzo común! Cuando se trata de problemas graves, dolorosos, como resolver el problema del paro y conseguir empleo para todos, ¡qué desmemoriados, descomprometidos e insolidarios nos volvemos!
La solución no puede pasar por intentar hacer quebrar un sistema social, político o económico, por muy injustos que consideremos algunos colectivos, estructuras, o incluso personas concretas. Los verdaderos cambios duraderos se operan desde dentro, aportando alternativas más válidas y óptimas, más inteligentes y creativas, más pacíficas y humanas.
Y para ello hemos de pasar por renunciar a los que nos separa y buscar lo que nos une en ese empeño. Si no, perderemos fuerzas y estaremos condenados al fracaso o a que nos pase lo de siempre. Se sucederán unos a otros varios intentos (de arreglar algo o de aprovecharse más, de situaciones de poder), por determinados grupos y personas, pero la voluntad básica de la mayoría, la voluntad soberana y democrática de todo un país quedará a merced de una ideología o de una lucha ideológica, de lo que quiera una parte, no en lo que todos puedan coincidir, aunque sea poco.
La alternativa a buscar lo que me une, con el que piensa distinto o muy distinto a como yo lo hago, para buscar juntos un compromiso ante los problemas, eso sí comunes, es seguir como estamos o peor. Si no cedo, y si no cede el otro, no me puedo encontrar con él en ningún punto de consenso o equilibrio.
Lo difícil o muy difícil, que reconozco que es este trabajo, no es imposible. Merece la pena por nosotros mismos y por los que vengan. El compromiso común y verdaderamente solidario, no demagógico, negativo ni derrotista, en lo básico es esencial para la solución de nuestros problemas comunes, para la recuperación de la confianza de unos con otros y de todo un país.
Porque de opiniones diferentes, de distintos gustos y preferencias a todos se nos puede llenar, en determinado momento la boca, pero cuando se trata de asuntos que a todos preocupan, ¿por qué no podemos decidirnos a solventarlos haciéndoles un solo frente común? No estoy diciendo con esto que tengamos que renunciar a nada importante, sino a aquello que nos pueda dividir. Aunque sea poco lo común seguro que es mucho más lo que conseguimos unidos.
Los mejores emprendedores y gurús de la situación actual están comprobando que la recuperación de esta crisis, que quizá tenga unos tres años más de caída, debe conllevar una regeneración moral, que consiste sencillamente en realizar aquello que puede revertir en un bien para toda la sociedad, así de concreto. Y no tanto que cada uno vaya a maximizar el provecho propio, como muchos han hecho hasta ahora. Pensando más en clave de autosuperación personal y positividad es como se afrontan mejor los problemas. Pero, insisto, juntos y solidariamente.
¿Seré un iluso pensando en consensos y pactos necesarios entre todas las formaciones sociales, económicas y políticas? Hablamos mucho de derechos e igualdad, pero el tiempo y las próximas generaciones muy probablemente nos preguntarán también si habremos hecho bien nuestros “deberes” de hoy, los que toca hacer en grupo.