Domingo, 22 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

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La juventud exterior, e interior, en dos encuentros con dos obispos (I)

por Luis Javier Moxó Soto

Dos celebraciones eucarísticas, una televisada desde Valencia y otra presencial en Toledo, han bastado para reconocer en mí y en otros que basta la comunión en la misma Iglesia, y por tanto en el mismo Jesucristo, para entrar en una sintonía, afinidad y unidad que sólo puede ser obra de Otro. Y de ahí se vive la grandeza de lo que nos une en el compartirlo todo, para saber que nada ni nadie nos puede apartar del amor de Dios. Porque siempre es más fuerte y maravilloso lo que nos une que cualquier otra barrera cultural, idiomática, de costumbres o de comprensión de la realidad. Todo se allana y rejuvenece cuando es Otro el que nos acerca y pone juntos a Su lado.

Quiero en esta primera parte relatar una eucaristía con el arzobispo de Valencia. La segunda eucaristía, vivida hoy mismo, será la segunda parte de este post, con un obispo de California en una parroquia toledana, con la participación de diversos grupos de jóvenes que han acogido las familias de los parroquianos.

El viernes 12 por la mañana el canal 13 tv emitía desde la catedral de Valencia la segunda eucaristía internacional de los peregrinos. Se nos recordaba que en dicho arzobispado habían sido acogido 12.600 peregrinos de la JMJ, procedentes de 45 países, sobre todo italianos y en segundo lugar franceses, y que incluso algunos jóvenes de Lyon habían llegado en bicicleta. La celebración en torno a Nuestra Madre la Virgen María, bajo la advocación de la patrona de los valencianos: Nuestra Señora de los Desamparados, fue animada por la escolanía del mismo, un coro de unos 22 niños.

Acercamiento por parte del peregrino, acogida de todo corazón por parte de la diócesis y los diocesanos, en sus familias, esto ha sido lo que desde el jueves hasta mañana en estos casi cuatro días en las diócesis se vive más a flor de piel la fe que nos une y la unidad en Cristo que nos hace tener el mismo corazón y un alma sola.

D. Carlos Osoro también insistió en la importancia de que los jóvenes se sientan en el papel de san Juan cuando es reclamado por Jesús, desde la cruz, a compartir la misma filiación de la Virgen María. Y llegado a este punto se hace la pregunta, a la que invita a todos los jóvenes: ¿Qué es lo que podríamos aprender de Nuestra Madre?

Esta pregunta esencial la responde con un  recorrido puntual en tres momentos esenciales de la vida de la Virgen María: Encarnación, Bodas de Caná y el Magnificat.

La primera llamada, dijo el arzobispo de Valencia, es a vivir la fe, la adhesión absoluta a Dios. María, aun  no entendiendo del todo lo que estaba sucediendo en su vida, se fió, con el “Hágase en mí según tu Palabra”. Se fía absolutamente de Dios poniéndose en sus manos. Así hemos de disponer nuestra vida y corazón, como lo hizo la Virgen, diciendo a Dios: “Aquí nos tienes, queremos guiarnos y conducirnos desde Tu Palabra, desde la cercanía que Tú tienes en nuestra vida”. Hay muchas palabras pero la de hacer la voluntad de Dios es única.

La segunda cosa que tenemos que aprender de María es una actitud muy humana y materna al mismo tiempo: la preocupación por aquellos que están en necesidad. María, en las bodas de Caná, viendo a una pareja de novios en apuros, intercedió ante Su Hijo y dijo: “Haced lo que Él os diga”. La belleza de esa mirada María la mostró totalmente en su vida, mirando y atendiendo las necesidades de los demás. Que todos hagamos lo que Él nos diga, porque todos los hombres tenemos necesidad de Dios. El hombre tiene necesidad de Dios y no descansa su corazón hasta  que no descanse en Él. Aquí monseñor Osoro pidió que los jóvenes mirasen las necesidades de las personas de nuestro mundo. Y que se dieran cuenta que si muchos y profundos, graves, pueden ser los problemas que nos sacuden, la mayor necesidad que hay es la de Dios en el corazón humano, y que sin Dios se provoca una ruptura grande en el hombre. La necesidad de paz, de reconciliación, de reparto justo de los bienes entre todos,… todos los problemas, cuando Dios está en nuestro corazón, y nos hace vivir la existencia de forma singular, con un corazón nuevo, tienen  solución.

Por último, destacó D. Carlos Osoro la actitud contemplativa de la Santísima Virgen María, reconociendo la grandeza y misericordia de Dios, y haciéndola exclamar: “Proclama mi alma la grandeza de Dios”. En nosotros debemos dejar que la plenitud de la verdad de la vida llegue y eso ocurre cada vez que somos capaces de prorrumpir las mismas palabras y actitudes de Nuestra Madre. Estas palabras tienen muchísima fuerza para nuestra historia y nuestro mundo. Esa alegría nace de la misma fuente de sabernos amados por el Señor. Fuerza y belleza contenidos en ese testimonio de alabanza es lo que también se refleja en la misma celebración eucarística. La Iglesia es una fuerza transformadora en las mismas raíces de la existencia. Jesucristo mismo la constituyó, la hizo, nos llamó en y desde ella, a la que nos convoca en la alegría y acogida de Su Palabra y de Su Vida.

Terminó sus palabras el arzobispo de Valencia diciendo: “Virgen de los Desamparados, aquí tienes a tus hijos que vienen a España al encuentro con el sucesor de Pedro… que Jesucristo, tu hijo, les haga escuchar estas palabras: ‘Hijo aquí tienes a tu Madre’ y ‘Madre, aquí tienes a tus hijos’. ”

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