Domingo, 22 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

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Si he hablado como se debe, ¿por qué me pegas?

por Luis Javier Moxó Soto

Nos ha pedido el Papa ayer mismo que recemos por el fruto de la JMJ, con la intercesión de la Virgen María, por los que han estado preparando todo, por los que van a participar más de lleno, pero también por los que la rechazan y por los que la ignoran, más o menos conscientemente.

Y es que frente a algo tan bueno y positivo, como es la Jornada Mundial de la Juventud, frente a algo tan del respaldo de todo un Dios, Suma Bondad y Providencia, se enfrenta o contrapone todo aquello que pretende impedir, sin lograrlo nunca, que no exista o no se proclame la única Verdad que da la libertad, la Confianza que vence todo miedo, el Amor que no quita nada sino que todo lo da, la Esperanza que hace que ningún dolor se pierda en vano.

Este título elegido para este artículo es parte de la frase que dijo Jesucristo en su pasión, ante  la bofetada que le propinó uno de los guardias de Anás. Está recogida en el versículo 23 del capítulo 18 del Evangelio según san Juan.

He pensado que nos puede ayudar mucho el contexto de esta frase que he puesto como título, que comienza en el versículo 19, que hasta el 23, leo, transcribo de la versión oficial de la Conferencia Episcopal Española. Quiero meditarlo profundamente sobre la situación actual previa a la JMJ, en la que están algunos grupos minoritarios que pretenden provocar una respuesta de reacción, más allá de la que nos pide Jesús y su Palabra:

El sumo sacerdote (Anás) interrogó a Jesús acerca de sus discípulos y de su doctrina. Jesús le contesto: ‘Yo he hablado abiertamente al mundo; yo he enseñado continuamente en la sinagoga y en el templo, donde se reúnen todos los judíos, y no he dicho nada a escondidas. ¿Por qué me preguntas a mí? Pregunta a los que me han oído de qué les he hablado. Ellos saben lo que yo he dicho’. Apenas dijo esto, uno de los guardias que estaba allí le dio una bofetada a Jesús, diciendo: ‘¿Así contestas al sumo sacerdote?’ Jesús respondió: ‘Si he faltado al hablar, muestra en qué he faltado; pero si he hablado como se debe, ¿por qué me pegas?’ ”.

Porque, ¿quién más claro ha hablado del perdón, la justicia, la paz, la verdad, la libertad, la dignidad, la responsabilidad, los derechos humanos, el respeto, la felicidad, la vida (ésta y la eterna), la misericordia,... y el amor, que nuestra Iglesia, que nuestros Papas, los vicarios de Cristo en la tierra? ¿Y cómo han sido interpretados? ¿por qué hay algunos todavía que se obstinan, de modo necio, en no querer ver ni oír, aunque tengan ojos y oídos?

El rostro que algunos pretenden romper, aunque sea simbólicamente, es imagen de ese divino Rostro que hace cosa de dos mil años ese guardia del sacerdote Anás, y luego otros con él, se burlaron, golpearon, escupieron, le dieron puñetazos y bofetadas, y “decían, blasfemando otras muchas cosas contra él”,…

Al atacar a la Iglesia se ataca a Cristo mismo y viceversa, porque como dice LG 7: “La vida de Cristo se comunica a los creyentes, quienes están unidos a Cristo paciente y glorioso por los sacramentos, de un modo arcano (misterioso) pero real.”

Dios quiere que todos los hombres consigan la unidad completa (LG 1) y se salven participando de la vida divina (LG 2).

Por eso, uno se pregunta, movido por este Evangelio y estas palabras del Concilio Vaticano II, además de las últimas declaraciones de nuestro amigo Austen Ivereigh  cuando me dijo: “Cuando critican a la Iglesia, ¿a qué valor están apelando de modo inconsciente? Puedes hallar que es un valor que te importa, si puedes identificarte con ese valor, tienes la oportunidad de conectarte con su demanda.” ¿Qué valores "importantes", pretendidamente “feministas y laicos” se nos pide compartir e identificarnos cuando se acusa, a la Iglesia y al Papa, de: machistas, homófobos, sexistas, patriarcales, culpables de la extensión del VIH/SIDA, cómplices y encubridores de pederastia, que ensalzan el sufrimiento físico y el dolor, retrógrados, fundamentalistas, materialistas, discriminatorios, impositivos,...? Pensemos serenamente desde qué hechos, situaciones, pensamientos, y planteamientos racionales, no ideológicos, proceden tales críticas. En su gran parte tienen su fuente en datos tergiversados, en su mayoría, o agrandados como mínimo. ¿Después de los filtros de la verdad, la benevolencia y la utilidad con qué crítica podemos quedarnos que tengamos realmente que afrontar y dar explicación? Sobre esa ha de ser nuestra respuesta y no perdernos en la marabunta ideológica e irascible de la masa embravecida con la oposición a toda costa como consigna, llámese huelga de transporte o manifestación en contra o como sea.

En ese sentido, nos deben de preocupar los que criticando así también, desde posturas irracionales, son minorías airadas e indignadas en dirección ciertamente desafortunada y equivocada, en mi opinión, porque realmente no están atendiendo, con el sentido común por delante, a los verdaderos causantes de su desazón existencial, vital y de una situación social en crisis generalizada, no sólo económica sino de valores y muy grave. Además no se puede tergiversar tanto con lo que a uno se le ocurra de pronto con una visceralidad irracional en su mayor parte ejercida.

Pero aquí la respuesta se nos pide a cada uno, no debe ser nunca reaccionaria, ni alarmista ni desproporcionada, sino aprovechando los cauces sociales, legales y otros, siempre más razonables y adecuados.

Se trata de "nuestra hora" (verdad, paz, fe, justicia, esperanza, amor,...), y no tanto la del poder de las tinieblas (mentira, violencia, increencia, iniquidad, desesperación, odio...). Es la hora de una voz católica que responda desde el testimonio de la experiencia de su propia vida, firme y enraizada en la fe, como dice Jesús en la cita del principio: “Pregunta a los que me han oído de qué les he hablado. Ellos saben lo que yo he dicho”. Y respecto de lo que Él dijo y nos resuena hoy, y lo que el Papa y la Iglesia han dicho al respecto de todos esos temas que hoy incomodan y escandalizan a algunos, debido a malos entendidos e interpretaciones, o a falta de visión y escucha atenta, en su mayor parte.

Como me decía también el vaticanista Paolo Rodari: “Seguro que hay grupos de presión que tienen intereses que no encajan con las expectativas de la Iglesia. Y por esto sus intereses se obstaculizan con los de la Iglesia.” Y así está ocurriendo ahora.

Quiero terminar recordando las palabras del Sr. Arzobispo de Toledo en otra entrevista, y acerca de otro ataque que tuvo lugar en esa diócesis: “Todo indica que no tienen absolutamente idea de lo que es la Iglesia como Pueblo de Dios, y que sigue viva la argumentación marxista, según la cual el mal está en las estructuras y no en las personas individuales. Pero de ello tal vez tengamos también la culpa los propios cristianos, que seguimos viviendo con un sentido de Iglesia inadecuado y alejado de lo que Cristo dice que es su Iglesia. Nuestra postura, en efecto, es ser fieles al Evangelio, que es un testimonio.

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