Jueves, 21 de noviembre de 2024

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Mi viaje a Inglaterra (IV): La que se lió por una nulidad pedida ilícitamente

por Luis Javier Moxó Soto

Leo (traduciendo) del libro de texto para alumnos de primer curso de College en Inglaterra (es decir los de dieciséis años), llamado "Religious Studies. Complete Revision and Practice" de BBC Bitesize, que tengo delante, pues me lo compré en Sutton Coldfield: “La Iglesia de Inglaterra existe desde 1534 cuando Enrique VIII se hizo a sí mismo cabeza de la Iglesia, ya que tuvo un argumento o excusa con el Papa porque quería divorciarse de su esposa y la Iglesia Católica Romana no se lo permitió, así que rompió los lazos que tenía con la misma y fundó su iglesia…

A esto, el reputado autor anglicano Martin Davie, en “A guide to The Church of England” puntualiza: “Enrique VIII no quiso divorciarse de Catalina de Aragón sino la anulación de su matrimonio, una declaración en la que constase que ellos no habían estado adecuadamente casados, y por ello fue por lo que ha existido la Iglesia de Inglaterra durante casi novecientos años.” (??) Pienso que se trata de o bien de un error tipográfico o que no se traducir, y eso que dice textualmente "for almost nine hundred years".

Pero aquí no acaba la cosa, porque recibo una confirmación de lo ya leído. Aunque este autor, que fue uno de los profesores de los college de estudios teológicos de la Iglesia de Inglaterra, y actualmente es Secretario teologal del Concilio para la Unidad de los cristianos de la Iglesia de Inglaterra y consultor teológico de la Casa de los Obispos, ha escrito numerosos libros y artículos en los campos de Teología sistemática, historia de la Iglesia y eclesiología y ha representado a la Iglesia de Inglaterra en gran número de conversaciones con otras Iglesias. Por todo ello, se podría lógicamente concluir que se trata de una persona muy respetable y cualificada en la materia, y así es realmente si se ve cómo ofrece en su libro una documentación muy interesante acerca de los comienzos, organización, gobierno, ministerio, principios ecuménicos y misión de la Iglesia y de la Comunión Anglicana. Pero llega otro momento de su libro en que siento de nuevo una profunda discrepancia o perplejidad aún mayor. Es el punto en el que dice: “las raíces de la Iglesia de Inglaterra se remontan al Imperio Romano cuando una iglesia cristiana se originó en lo que fue la provincia Romana de Bretaña.” Pienso humilde y honradamente a la vez que no debemos caer en la trampa de considerar los orígenes de una religión o iglesia nacional (procedente de un cisma) como los de aquella otra de la que se ha separado, a no ser que tengamos un sólo punto de vista de ideología nacionalista que pretenda manipular la verdad.

El origen del cisma inglés, del anglicanismo, es decir de la Iglesia de Inglaterra, está ciertamente en la época que he indicado al principio de este artículo. Fue así, como afirma Jean Comby, en su obra “La historia de la Iglesia”, que Enrique VIII (1509-1547) exigió esta anulación del matrimonio con la católica Catalina de Aragón al clero inglés, a pesar de tener relaciones ilícitas con Ana Bolena (en 1534 reina de Inglaterra y en 1536 ejecutada por infidelidad y traición), y se proclamó jefe de la iglesia o cabeza suprema de la Iglesia de Inglaterra a través del Acta de supremacía de noviembre de 1534, y no antes ni después. Los que quisieron seguir siendo fieles a Roma, y a la creencia de la indisolubilidad del matrimonio, que el amor o es para siempre o es falso, Tomás Moro, el obispo de Rochester (luego cardenal) Juan Fisher y otros muchos, fueron ejecutados y en 1935 estos dos primeros fueron canonizados como mártires.

Dice Comby que Enrique VIII mantuvo "lo esencial" de la fe católica (los Seis artículos de 1539: transubstanciación, el celibato considerado como de origen divino, los votos monásticos, la comunión bajo una sola especie, la confesión y las misas por los difuntos).

Jesús Álvarez en su "Manual de Historia de la Iglesia" nos dice también que bajo el reinado de Eduardo VI (1547-1553), hijo del tercer matrimonio de Enrique VIII (Jane Seymour) penetró el protestantismo en Inglaterra, gracias al duque de Somerset, presidente del Consejo de Regencia y sobre todo, Tomás Crammer, arzobispo de Canterbury, y se prohibió la misa privada y el celibato eclesiástico, se eliminó el carácter sacrificial de la misa y de la ordenación sacerdotal, y se prescribió la comunión bajo las dos especies. La Iglesia oficial inglesa recibió el nombre de High Church (Iglesia Alta). Así, la Iglesia anglicana se situó al lado de las dos ramas de la Iglesia separadas de Roma en el siglo XVI: Iglesia evangélica o luterana, e Iglesia reformada o calvinista.

Vino luego María Tudor (Mary I) (1553-1558), que era profundamente católica, hija de Catalina de Aragón y Enrique VIII, por lo que los obispos legítimos volvieron a sus sedes después de la coronación de ésta en 1553, y los ministros protestantes fueron alejados sustituidos por católicos. Hubo revueltas y cerca de trescientas personas fueron ejecutadas, entre ellas Crammer, Ridley, Latimer, etc. Por eso la historiografía protestante la conoce con el nombre de María la Sanguinaria (Bloody Mary).

Después, con Isabel I (1558-1603), hermanastra de la anterior porque era hija de Ana Bolena y Enrique VIII, se restauraría el cisma inglés, apoyada por el partido protestante. Protestante en el reinado de Eduardo VI, católica en el de María Tudor, Isabel I se hizo coronar en el rito católico, jurando defender la antigua religión. Pero una vez segura en el trono, abolió todas las leyes de María Tudor en 1559, rompiendo de nuevo con Roma, de modo que los sacerdotes católicos fueron obligados a abandonar el puesto en manos de pastores protestantes. Así la situación de inferioridad de los católicos permaneció hasta la Revolución francesa.

En Inglaterra a finales del siglo XVIII el número de católicos era muy exiguo. Apenas unos 70.000. En 1775-1780 los católicos consiguieron la libertad en el ejercicio de su religión. Pero la igualdad de derechos tardarán aún en conseguirla (1829). Los disidentes de la Iglesia estatal anglicana consiguieron su libertad en 1828 (Test of Act) y al año siguiente la consiguieron los católicos (Emancipation Bill). Con estas libertades la High Church (Iglesia Alta) experimentó un notable descenso. Sobre todo por parte de las clases más humildes de la población. La misma relajación y mundanidad de la High Church o Iglesia estatal anglicana dio origen a varios movimientos disidentes como los tractarianos, los ensayistas de Oxford y los evangélicos o calvinistas.  Hacia 1830 empezó la Iglesia anglicana un movimiento de acercamiento hacia la Iglesia católica (Movimiento de Oxford), que ocasionó ruidosas conversiones al catolicismo como las de Enrique Newman, Eduardo Manning y Nicolás Wisemann. Pío XI restableció la jerarquía católica inglesa en 1850.

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