Luz y belleza del Resucitado (II)

Luz y belleza del resucitado (I). https://www.religionenlibertad.com/blog/426271035/Luz-y-belleza-del-Resucitado-I.html?preview=1

Continuación del primer artículo

Luz y belleza del resucitado (II)

La belleza salvará al mundo

Los expertos en publicidad saben cuánto atrae la figura hermosa de las internacionales Kendall Jenner o Clara Delevingne o de las españolas Inés Sastre e Inés Padilla, entre otras muchas. Las top-models poseen una gran capacidad de persuasión para colocarnos lo que sea, desde un exquisito perfume hasta un coche inteligente. Sí, la belleza nos entra por los sentidos y se dirige al corazón pasando por la inteligencia, y de este modo causa ese agrado que nos proyecta en la eternidad.

Nuestros hermanos ortodoxos saben bien que el arte es como un sacramento de la belleza divina que nos lleva a ser mejores y a participar de la santidad de Dios. Porque lo que seduce y atrae de la belleza es su origen divino, y quien desprecia lo bello no puede rezar y será incapaz de amar como dijo von Balthasar. Se comprende bien el éxito sin precedentes del proyecto Las edades del hombre que ha recorrido las catedrales españolas, con veintidós exposiciones a lo largo de treinta años y once millones de visitantes; con razón ha sido calificado como el proyecto de mayor envergadura cultural en los últimos decenios.

Este interés confirma el fino olfato de la gente corriente para buscar la belleza hermanada con la fe. Entrando en esas páginas de la historia de nuestra Iglesia hemos comprendido que la fe se hace cultura y que Dios está presente en el mundo y nos ama. Y todavía hay mucho por descubrir en música, pintura, o literatura, armonizadas con la fe sin perder nada de su naturaleza propia. Y las tareas pastorales de la Iglesia empiezan a trabajar a fondo para mostrar la belleza de la fe y de la vida eclesial, incluidas las obras de misericordia.

Por el contrario, algunas manifestaciones del arte contemporáneo dejan mucho que desear. Así el feísmo intencionadamente buscado por algunos artistas -ejecutan pinturas repulsivas, músicas violentas y a veces satánicas, u obras de teatro pervertidas- son un síntoma de padecer la enfermedad mortal del nihilismo, una señal de estar lejos de Dios.

Conocer la realidad y contemplar el brillo que emana requiere mucho esfuerzo del artista y de los que contemplan: una prolonga educación de los sentidos, de la inteligencia y del corazón, es decir, aprender a contemplar. Con el esfuerzo de todos uniremos nuestras voces a las del Salmo 19: Los cielos proclaman la gloria de Dios/ el firmamento pregona la obra de sus manos. Porque en verdad estamos hechos para la belleza, que es la llamada de otro mundo que nos rescata de la vulgaridad. Dios todo lo hizo perfecto, el hombre es su obra maestra, y Cristo recapitula en sí toda la creación. Porque Dios es toda la belleza, por eso, el mundo está salvado.