¿Afecta el aborto a las pensiones?
Ésta es una pregunta que el feminismo de género, y en general la mayoría de los partidos y medios de comunicación, quieren censurar, pero que es necesario formular, más cuando este pilar del Estado del bienestar está en crisis.
La respuesta es afirmativa claramente, primera afirmación. Hace años que se sabe, como lo muestran diversos estudios académicos, y su efecto va más allá de las pensiones porque afecta al conjunto de los ingresos del estado.
En una fecha tan alejada como 1999, la Revista Española de Investigaciones Sociológicas de julio-septiembre publicaba un detenido análisis de la experta Margarita Delgado, "La evolución reciente de la fecundidad y el embarazo en España. La influencia del aborto", cuya conclusión era evidente: el aborto incide de manera importante, y lo hace de forma distinta según el grupo de edad de la mujer. Más en las más jóvenes, las menores de 24 años, y mayores de 40 años. Se observa además que crece en la secuencia de los años observados, 1987, 1990 y 1999. La autora, al considerar el desarrollo del aborto a pesar de la abundancia de métodos anticonceptivos, señala: “Lo que parece también bastante probado es que el aborto tiene asimismo sus costes, tanto físicos como psíquicos”. Y esa es otra verdad censurada que también es necesario abordar.
Estamos hablando de 1999, cuando los abortos eran 58.000, mientras que ahora (2017) se sitúan en los 94.000, con una tasa de afectación sobre 1000 mujeres que ha pasado del 6,52 a un 10,51. Hay que advertir que con el envejecimiento acelerado de la población esta forma de medir su incidencia es engañosa, porque cada vez habrá más mujeres fuera de edad de engendrar, por consiguiente, la medida debería referirse al número de mujeres en edad fértil, con lo cual el impacto del aborto se multiplicará.
Antes de la crisis de 2008, una experta en contabilidad generacional realizó el Estudio sobre el Estado del Bienestar en España para la Fundación para el Desarrollo Humano y social. Se trataba de observar la sostenibilidad del sistema de bienestar español basándose en la metodología de la contabilidad generacional. El resultado -ya antes de la crisis- era que no era sostenible. Para lograrlo era necesario aumentar los impuestos o reducir las prestaciones, o una combinación de ambos.
Una idea del impacto del aborto nos la brindan los distintos escenarios.
En el caso de una inmigración alta en la hipótesis INE 2005 el incremento impositivo debía situarse en 18,40%. Si el escenario de inmigración era bajo, entonces aumentaba hasta el 25,60%. Pero si se reducía el aborto, descendía hasta un 17,60%. Solo si se lograba la lejana tasa de remplazo, de 2,1 hijos por mujer en edad fértil, se obtenía un resultado mejor, un 17,30% de aumento.
Pero hay que añadir que esta mejora de la fecundidad es más fácil con menos abortos. Y esto era con datos previos a la crisis: si ahora se repitiera el estudio, la brecha de sostenibilidad sería mucho más elevada. La hipótesis de la reducción del aborto significaba una disminución de la presión fiscal de 8 puntos porcentuales en el escenario de baja inmigración, y 0,30 puntos porcentuales en el de alta. Con los datos actuales postcrisis y el aumento de los abortos, sería mucho más.
La reducción de los abortos no solo conlleva disponer de mayor población activa autóctona, y por consiguiente, con un mejor capital humano que el procedente de la inmigración, y con mayores aportes a la Seguridad Social, sino que el correlato significa un aumento importante de los ingresos del estado. Hay que considerar, además, que los efectos del aborto son acumulativos en las pérdidas que genera, en términos económicos y, claro está, de población: la mujer que no nace tampoco tendrá descendencia, y así mismo los ingresos en términos de seguridad social e impuestos también poseen este carácter.
De todo ello informé con sumo detalle cuantitativo a la comisión del Congreso que debatió la actual ley del aborto. Después de 40 minutos de explicar la metodología, las hipótesis cuantitativas y los resultados económicos, que eran abrumadores, la única cuestión que suscitó entre los diputados del partido del gobierno, el PSOE, fue ésta: “Así que usted quiere que las mujeres no aborten”, y se acabó. En ningún caso planteé ninguna consecuencia política, solo los efectos económicos, pero es obvio que a quienes defienden el aborto, el bienestar las pensiones y su sostenibilidad les importan un pimiento.
Publicado en ForumLibertas.com
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