¡Campeonas!
Hoy, día de la Virgen de Lourdes, es además el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia. Por este motivo se despliega una campaña mediática que pretende adecuarse a los objetivos que Naciones Unidas ha señalado como propios de esta efeméride: visibilizar a las mujeres científicas para que aumenten las niñas que decidan dedicarse a la investigación. Pero como siempre ocurre en toda actividad humana, mezclado con tan noble propósito se presentan argumentos ideológicos que cuando menos distorsionan, en mi opinión, el propósito de la fecha, y son de los que precisamente más dañan a las mujeres.
Escribo estas líneas humildemente, con todos mis respetos, a título personal y por iniciativa propia, en homenaje a las científicas no nacidas, de las que nadie habla. Creo así adecuarme a los objetivos de Naciones Unidas en día tan singular: visibilizo a las invisibles. Son aquellas cuya vida fue -vamos a ser suaves- interrumpida apenas acababa de comenzar, porque desde el punto de vista biológico no hay discusión alguna acerca del hecho cierto de que cuando un espermatozoide se une a un óvulo y se produce la fecundación estamos ante una nueva vida humana, que comienza siendo unicelular y que termina siendo pluricelular si dejamos que su ADN se exprese. Tan es así que el aborto es sin duda, en mi opinión, el mayor atentado contra la libertad de expresión del hombre, pues imposibilita a su ADN expresarse.
Sabemos además por la Revelación que en ese momento Dios hace lo que lleva haciendo desde que apareció el primer hombre sobre la tierra. Sabemos, digo, que en ese momento Dios insufla en esa nueva persona el alma racional, dándose así el hecho de la creación de un hombre. Pues bien, las cifras son las que son y no vale enmascararlas. Se dice que el 0,1% de la población mundial constituye el colectivo de los científicos. Cada año se estima que se producen en el mundo casi 60.000.000 de abortos. El 0,1% de 60.000.000 es exactamente 60.000 y la mitad, que es aproximadamente lo que cabe suponer en base científica que sería el lógico reparto de sexos, es decir unas 30.000, son mujeres. Por lo tanto al año en el mundo dejan de nacer 30.000 científicas. También podemos conocer qué es lo que ocurre en España y cuántas científicas dejan de nacer, por lo menos de manera aproximada: el 0,1% de la cifra de abortos totales que se producen en España al año dividido entre 2. En 2017 se produjeron en España 94.123 abortos, de los que aproximadamente y redondeando 50.000 serían mujeres. El 0,1% de 50.000 son exactamente 50. Es decir: atendiendo a las cifras mencionadas podemos estimar que todos los años dejan de nacer en España 50 científicas. Cada año se matan en España más científicas que las eliminadas por todas las inquisiciones del mundo en sus cuatro siglos de existencia. ¡Qué pena la apostasía de Europa! ¡Qué pena la apostasía de España, que es el origen de los abortos y que nos priva de casi 100.000 españoles al año, de 50 científicas!
Ante esta gran tribulación ("No se puede legitimar la muerte de un inocente", escuché decir en 1982 en el Paseo de la Castellana a San Juan Pablo II), la única esperanza que puede producir conocer estos datos está expresada artísticamente en la maravillosa obra El Juicio Final de Kiko Argüello, que está en Corazim, localidad de la Alta Galilea, en el Monte de las Bienaventuranzas, enfrente del Lago de Tiberíades, y que contiene un detalle que es el que muestra la imagen que acompaña estas palabras, que si no se señala puede pasar inadvertido.
En el centro de la imagen, justo debajo de Jesucristo, está la escena del Juicio Final personal por el que cada uno pasaremos, donde una mano sujeta la balanza, que Satanás con nuestros pecados querrá que se decante en favor suyo para nuestra condena. Dentro de esa mano hay figuras humanas: el autor explicó en 2005 en Amsterdam: "Entonces, debajo de ese trono, donde están los Evangelios, hay una mano. Una mano y una vasija donde están todas las lágrimas del sufrimiento del mundo. Dios ha recogido las lágrimas…esto está revelado. El sufrimiento humano no es estúpido. No es inútil. Después de la mano hay pequeñas figuras que son los abortos".
Esas personas viven, porque Cristo ha vencido la muerte, y porque para Dios todos viven. ¡Han vencido en Cristo! ¡Son CAMPEONAS con Él! ¡Ya han llegado a la meta! No me extrañaría que éste sea un detalle original del autor, y que no exista en ningún otro icono que represente esta escena. Los abortos, incluidas las científicas abortadas, estarán presentes cuando aquellos que los han perpetrado sean juzgados. Muy probablemente pedirán misericordia para ellos porque no sabían lo que hacían. Como están vivos, se les puede pedir perdón antes del juicio final, porque son capaces de escuchar.
Al igual que lo ocurrido recientemente en la Gala de los Goya (que ya ha sido comentado por algún autor: son algunos de los que fomentan el aborto e impiden que sea posible el nacimiento de personas con discapacidad, que serían -como el título de la famosa película- Campeones, reconociendo abiertamente y con alegría la riqueza que aportan a la sociedad), asimismo, digo, ocurre con Naciones Unidas: quiere visibilizar a las mujeres científicas fomentando la implantación del aborto a nivel mundial, práctica que provoca la desaparición de 30.000 científicas al año.
¡Que la Virgen de Lourdes nos asista!
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