Jueves, 21 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

El proceso de beatificación de Chiara Corbella


Una celebración que, una vez más, reunió a muchos jóvenes, porque Chiara es joven; a muchas madres de familia, porque Chiara es una madre; a muchas familias, porque Enrico, Chiara y sus tres hijos forman una familia donde brilla, de forma palpable, la presencia de Dios en medio de la cruz.

por Miguel Cuartero Samperi

Opinión

A los cinco años de su partida al cielo, la Iglesia abre el proceso de beatificación de Chiara Corbella Petrillo, la joven madre romana que murió a los 28 años de edad a causa de un tumor.

Actualmente la Iglesia requiere que haya transcurrido un plazo de cinco años desde la muerte del fiel para dar inicio al proceso de beatificación: "Para iniciar una causa es preciso que pasen al menos cinco años desde la muerte del candidato. Ello facilita mayor equilibro y objetividad en la valoración del caso, y permitir decantar las emociones del momento. Solo el Papa puede dispensar de este primer requisito, si se dan razones especiales" (Congregación para las Causas de los Santos).
 
La noticia se oficializó el día 13 de junio en la Basílica de San Lorenzo Extramuros de Roma, al final de la celebración en memoria del quinto aniversario de la muerte de Chiara, presidida por monseñor Gianrico Ruzza, obispo auxiliar del sector Centro de Roma. Una celebración que, una vez más, reunió a muchos jóvenes, porque Chiara es joven; a muchas madres de familia, porque Chiara es una madre; a muchas familias, porque Enrico, Chiara y sus tres hijos forman una familia donde brilla, de forma palpable, la presencia de Dios en medio de la cruz; una cruz vivida con una actitud de plena aceptación de la voluntad de Dios, como una cruz “dulce”, un “yugo suave”. Todos  llegaron para recordar a Chiara y para agradecerle a Dios por el don de su vida.
 
Los que han conocido a Chiara son testigos de cómo, ayudada y animada por su esposo Enrico, vivió santamente, buscando siempre la voluntad de Dios y encomendándole lo que no lograba entender, sin perder nunca la esperanza frente al sufrimiento y a la cruz. Quienes no han conocido a Chiara personalmente, la han podido conocer a través de los testimonios que dió antes de morir, a través de las palabras de Enrico y de los relatos de tantos amigos. Entre ellos, Simone y Crisiana, dos inseparables compañeros de la familia Petrillo, han contado la conmovedora historia de Chiara en un libro titulado: Nacemos para no morir nunca. Historia de Chiara Corbella Petrillo. El libro ha tenido un éxito extraordinario e inesperado gracias al boca a boca pero sobre todo gracias a la capacidad de revelar la belleza de una vida entregada a Dios y a los demás, sin perder la sonrisa y sin poner nunca en primer lugar su propia voluntad, sino aceptando con un “sí” cotidiano lo que Dios, día a día, le iba pidiendo.


 
La historia ha traspasado fronteras gracias a las traducciones de este libro en distintos idiomas y a su publicación en España (editorial Palabra), en Francia (Artege), en Portugal (Editorial A.O.) y en Estados Unidos  (Sophia Institute Press).
 
La vida de esta chica, nacida en Roma en 1984 y muerta con solo 28 años de edad a causa de un tumor en la lengua, continúa fascinando y conmoviendo a todos aquellos que la escuchan. Pero es ante todo,  y es esto lo más importante, un testimonio que transmite el deseo de santidad y de imitar a Chiara para seguir a Cristo como vía maestra hacia la plena felicidad. Es por eso que Enrico se afana en llevar “su” Chiara a todos, para que el testimonio de esta joven cristiana, madre de familia, pueda ser un consuelo, una ayuda, pero también una chispa capaz de animar y transmitir confianza en Dios. «Estoy feliz», ha dicho Enrico entrevistado por Aleteia en ocasión del quinto aniversario, «porque que ella es cada vez más de los demás y cada vez menos mía».
 
En la homilía del funeral de Chiara, el entonces vicario de la diócesis de Roma, el cardenal Agostino Vallini, se refirió a ella como «una nueva Gianna Beretta Molla».
 
El proceso se abrirá según la praxis de la Iglesia siguiendo las normas establecidas por el Código de Derecho Canónico y por la Constitución Apostólica Divinus Perfectionis Magister.
 
Lo primero que se requiere para dar inicio al proceso es que el fiel difunto goce de “fama de santidad” en medio del pueblo de Dios y que se demuestre que haya practicado las virtudes cristianas en medida “heroica”.

La instrucción Sanctorum Mater indica la finalidad de esta primera fase del proceso de beatificación: «El fin de dichas causas es recoger las pruebas para alcanzar la certeza moral acerca de las virtudes heroicas o del martirio del Siervo de Dios del que se pide la beatificación y la canonización» (Art. 1 § 2). En efecto: «La causa de beatificación y canonización se refiere a un fiel católico que en vida, en su muerte y después de su muerte tuvo fama de santidad, viviendo heroicamente todas las virtudes cristianas; o bien goza de fama de martirio porque, siguiendo al Señor Jesucristo más de cerca, sacrificó su vida en el acto del martirio» (Art. 4 § 1). Se llama Siervo de Dios al fiel católico del que se ha iniciado la causa de beatificación y canonización (Art. 4 § 2).
 
Como postulador de la causa ha sido nombrado el sacerdote carmelita Romano Gambalunga. Nacido en Trento el 25 de septiembre de 1970, experto de teología espiritual y de mística de San Juan de la Cruz, desde 2012 es Postulador General de los Carmelitas Descalzos. Será él quien seguirá personalmente el itinerario necesario para que la Iglesia reconozca la santidad de Chiara. Para animar y ayudar en este proceso, un grupo de amigos de Chiara Corbella ha fundado una asociación que, además del compromiso social, se ocupará de recoger testimonios, documentos y memorias de Chiara, donaciones y aportes que sean necesarios para el desarrollo de la investigación.
 
El camino no es fácil: es preciso que las distintas partes que trabajan en este proceso bajo la guía de la Congregación para las Causas de los Santos colaboren entre ellas y que sigan al detalle una serie de normas establecidas por las autoridades eclesiásticas. Para la beatificación, además de los atributos personales de caridad y virtudes heroicas, 
«se requiere un milagro obtenido a través de la intercesión del Siervo/a de Dios verificado después de su muerte. El milagro requerido debe ser probado a través de una instrucción canónica especial, que incluye tanto el parecer de un comité de médicos y de teólogos» (Congregación para las Causas de los Santos).
 
Sin embargo, antes de hablar de milagros obtenido por la intercesión de Chiara, se analizarán ante todo los documentos que ella ha escrito y las grabaciones de sus testimonios; se interrogará a los familiares y amigos, así como a los sacerdotes que la acompañaron y a los médicos que la asistieron durante su enfermedad. Los tiempos y el éxito de un proceso de beatificación dependen en buena parte del trabajo del postulador.

Estas son las tareas que se le requieren en un proceso de beatificación según la instrucción Sanctorum Mater:
 
-El postulador realiza ante todo aquellas investigaciones sobre la vida del Siervo de Dios que sean útiles para hacerse cargo de la fama de santidad o de martirio, de la fama signorum y de la importancia eclesial de la causa.
 
-El postulador informa al obispo competente sobre el resultado de esas investigaciones, sin ocultar posibles descubrimientos contrarios a la fama de santidad o bien de martirio o a la fama signorum de que goza el Siervo de Dios.
 
-El postulador está obligado a actuar en el interés superior de la Iglesia y, por lo tanto, a buscar la verdad con conciencia y honradez, poniendo en evidencia posibles dificultades, para evitar también la necesidad de futuras investigaciones que retrasen la prosecución de la causa.
 
-De acuerdo con las normas dadas por la Congregación el postulador administra los bienes de la causa.
 
-El postulador debe entregar a los peritos históricos y archivísticos todos los documentos de la causa de los que esté en posesión.
 
En un principio, a Enrico, a los familiares de Chiara y al padre Vito d’Amato, padre espiritual de la pareja, la apertura de un proceso de beatificación les pareció algo excesivo, que contradecia con la discreción y la humildad de Chiara. Pero ha sido el Evangelio del día, que se proclamó en la Eucaristía del  quinto aniversario (fiesta de San Antonio de Padua) quien confirmó que ésta era la voluntad de Dios. Se leyó el Evangelio de Mateo donde Jesús llama a sus discípulos «luz del mundo» y «sal de la tierra».

Añade Jesús: «No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte. Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa. Brille así vuestra luz ante los hombres para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en los cielos» (Mt 5,1318).
 
Es con este espíritu que se abre el camino de Chiara hacia la santidad, una santidad que ella misma, a los siete años, le pedía a Jesús y a María, sin miedo a pedir demasiado: «María y Jesús, os pido que hagáis de mí una Santa» (una estampita con esta frase escrita de su puño y letra, se distribuyó al final de la Santa Misa por el quinto aniversario de su muerte).


 
Dios ha escuchado la oración de aquella niña: hoy Chiara sube al candelero para que su luz brille delante de los hombres, de manera que, viendo que sus obras son buenas, «den gloria al Padre que está en los cielos».
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