El celo misionero: de Asís a Lisboa, pasando por Javier, 800 años después
Los ojos de Antonio estaban fijos en Francisco. El Capítulo de 1221, conocido como Capítulo de las Esteras (como refiere Jordán de Giano, que estuvo presente, en su Crónica de 1261), había reunido en Asís centenares de frailes provenientes de todas partes de Italia. Entre ellos, Antonio, sacerdote portugués nacido en Lisboa que había dejado la orden de los agustinos para unirse a los frailes del poverello de Asís.
Asís, 1221
Llegado a la ciudad de Messina tras el naufragio de la nave que debía llevarlo de vuelta a Portugal, Antonio acogió con inmensa alegría aquel don inesperado de la Divina Providencia: participar al gran encuentro de frailes y, finalmente, ¡poder ver y escuchar al famoso Francisco de Asís!
Delante de la Porciúncula se reúnen en sus esteras (de aquí el nombre del Capítulo) un número jamás visto de frailes: tres mil según fray Jordán, cinco mil según otras fuentes.
El tema escogido por San Francisco para aquel encuentro que marcó la historia de la orden fue: "Bendito sea el Señor, mi Roca, que adiestra mis manos para la guerra, Y mis dedos para la batalla".
El pobre de Asís exhortó a sus hermanos, pero también predicó al pueblo y al clero que acudió para presenciar aquel espectáculo. Se lee en las Florecillas: "San Francisco, a impulsos del ardor del espíritu, expuso la palabra de Dios y les predicó en alta voz lo que el Espíritu Santo le hacía decir" (capítulo XVI).
Al cabo de varios días de retiro, entre catequesis y solemnes celebraciones eucarísticas, Francisco -ya mayor y enfermo- pidió por boca de fray Elías, encargado de llevar a cabo el encuentro, si alguno de los frailes estuviera disponible para partir en misión a Alemania, tierra hostil que, hasta aquel momento, no contaba con una presencia franciscana. Esto dijo fray Elías: "Aquellos que, inspirados por el celo de Dios y de las almas, quieran partir [a Alemania], que se levanten y vengan a un lado". A tal punto ("inflamados por el deseo del martirio"), unos noventa frailes se ofrecieron voluntariamente, saltaron en pie y se acercaron esperando el discernimiento de sus superiores.
Antonio observó asombrado el espectáculo y, al final del encuentro, también él ofreció su disponibilidad para ir a Romaña, en el centro de Italia, donde se necesitaba un sacerdote.
Lisboa, agosto de 2023
Ochocientos años después, un espectáculo similar se revivió en la tierra de Antonio, al margen de la Jornada Mundial de la Juventud de Lisboa de 2023, el 7 de agosto. Al final de un encuentro de jóvenes (100.000 según datos de la policía local) de 114 países, tras escuchar una predicación y una llamada a la conversión, 3.500 jóvenes manifestaron públicamente la voluntad de ofrecer su vida a Dios.
Como es habitual, después de cada Jornada Mundial de la Juventud, el Camino Neocatecumenal organiza un encuentro vocacional para todos los jóvenes que participaron en el encuentro con el Papa. Kiko Argüello –coiniciador del Camino junto a la Sierva de Dios Carmen Hernández– reunió a los Jóvenes en el Passeio Marítimo de Algés de Lisboa. El encuentro fue presidido por el Patriarca de Lisboa, el cardenal Manuel Clemente. Con él asistieron el nuncio apostólico en Portugal, otros seis cardenales, varios obispos, cientos de sacerdotes y numerosos catequistas que acompañaron a los jóvenes peregrinos. Junto con Kiko, llevaron adelante el encuentro el padre Mario Pezzi y Ascensión Romero. Los tres forman el equipo itinerante internacional responsable del Camino Neocatecumenal en todo el mundo.
Kiko Argüello, Ascensión Romero y el padre Mario Pezzi, durante el encuentro vocacional de la JMJ de Lisboa.
Como Francisco de Asís, otro Francisco se dirigió a los jóvenes invitándolos a no tener miedo de acoger el amor de Dios para poder dar la vida renunciando al mundo por amor a Cristo. Los jóvenes respondieron con entusiasmo: 2.000 jóvenes subieron al gran escenario (aunque demasiado pequeño para recibirlos a todos) para recibir una bendición especial del Patriarca después de haber expresado públicamente su deseo de entregar su vida a Cristo realizando un proceso de discernimiento específico para evaluar la vocación sacerdotal.
Poco después, 1.500 chicas hicieron lo mismo y se ofrecieron como voluntarias para ir al encuentro del "Novio", el "más hermoso de los hijos de Adán", como dice el Salmo 45, cantado varias veces durante el encuentro.
Kiko recordó los inicios del Camino Neocatecumenal en Portugal cuando, en 1968, invitado por un sacerdote misionero para llevar la experiencia del Camino iniciado en Madrid, fue a vivir con los pobres del barrio de Curraleira de Lisboa. Hoy en Portugal existen más de doscientas comunidades y tres seminarios misioneros Redemptoris Mater.
Dos mil quinientos chicos y mil quinientas chicas se acercaron al estrado para que su decisión vocacional sea discernida.
En los días previos a la Vigilia con el Papa, los jóvenes del Camino Neocatecumenal llenaron las calles de España y Portugal visitando los santuarios marianos y las reliquias de los santos (muchos pasaron por Javier, tierra del misionero jesuita que mucho inspiró a Carmen Hernández), pero sobre todo llevando la alegría del Evangelio a las ciudades donde estuvieron. La experiencia de la JMJ fue, por tanto, para ellos una oportunidad de vivir una experiencia misionera por las calles: en grupos en las plazas, orando y cantando los salmos, o de dos en dos anunciando el amor de Dios a partir de la experiencia personal del encuentro con Jesucristo en la vida. Decenas de miles de jóvenes acudieron a Madrid para rezar ante la tumba de Carmen Hernández –cuyo proceso de beatificación se inauguró el año pasado–, a quien los jóvenes del Camino están muy unidos gracias a las experiencias de las pasadas JMJ.
"Espero que Dios llame a muchos jóvenes", afirmó Kiko al iniciar el encuentro, porque "cada momento de renovación de la Iglesia pasa por una renovación del clero". Para ello "necesitamos un nuevo tipo de sacerdotes santos, humildes y misioneros", y de apóstoles, hombres y mujeres, para salvar a esta generación anunciando el Evangelio y llamando a la conversión a los que están lejos. Para ello, sin embargo, es necesario escuchar una predicación que toque el corazón y nos invite a cambiar de vida y a descubrir nuestra vocación. Como le ocurrió a Agustín tras escuchar la predicación de San Ambrosio. Por eso Kiko está convencido de las palabras de San Pablo de que "Dios quiso valerse de la necedad de la predicación para salvar a los que creen" (1 Cor 1, 21), del anuncio del kerygma: un anuncio que se realiza en aquellos que lo escuchan y lo acogen en su corazón sin reservas.
Después de escuchar un pasaje extraído de los Hechos de los Apóstoles, el relato de Pentecostés, Kiko anunció el kerygma, invitando a los presentes a "escuchar" y "acoger" el anuncio, como María que dijo "sí" al anuncio del Arcángel. Dios llama a todos a la comunión, pero "el hombre que vive en pecado está solo". ¡Y la soledad es el infierno! Mientras que la comunidad es la Iglesia. Para ello estamos formando comunidades cristianas donde muchos sean uno. Éste es –afirmó Kiko– el milagro que llama al mundo a la fe. El milagro del amor que rompe el muro de la división y el egoísmo. "Así el amor y la unidad de las primeras comunidades cristianas convirtieron el Imperio Romano".
Pero ¿cómo es posible pasar de un amor humano –egoísta y egocéntrico– a una forma de amor divino? Acogiendo el amor total y gratuito de Dios, que ama al hombre hasta desear ser uno con cada uno de nosotros. Un amor total manifestado por Cristo que ofreció su vida por nosotros en la cruz, no cuando éramos buenos, sino cuando éramos pecadores y alejados de Él. Pero para ello debemos aceptar este amor, porque Dios no puede violar la libertad del hombre. Es, por tanto, necesario acoger libremente el amor gratuito de Dios para dejarlo entrar en vuestra vida, abandonar el pecado y dejar que Dios haga su obra: volverse uno con vosotros por la obra del Espíritu Santo. Sólo así podremos dejar el timón a Dios, renunciando a nuestros proyectos y abandonándonos a la voluntad de Dios, sólo así podremos ofrecer nuestra vida por los demás, subir a la cruz con Cristo, ir a una misión, entrar en un seminario o un convento de clausura. Porque la verdadera libertad del cristiano está en amar en la dimensión de la cruz, está en Cristo crucificado que da su vida por los malvados.
Después de la proclamación del Evangelio y la homilía del presidente, el padre Mario Pezzi y Ascensión Romero hablaron animando a los jóvenes a no tener miedo de seguir al Señor. El padre Mario animó a los jóvenes a ofrecerse para anunciar a Cristo: la verdadera "vacuna" que protege al mundo de la muerte. Después de cincuenta años al servicio de la Iglesia como catequista del Camino Neocatecumenal "¡puedo dar testimonio de que mi vida ha sido maravillosa! Un verdadero consuelo es ver ante nuestros ojos las obras de Cristo Resucitado". Ascensión Romero invitó a los jóvenes, especialmente a los que están en crisis, a "confiar en el Señor, porque su proyecto es un proyecto de felicidad para todo hombre". Luego recordó la historia del misionero jesuita San Francisco Javier que inspiró a Carmen Hernández.
Como está escrito en el comunicado publicado en la página web oficial del Camino Neocatecumenal: "El sentido de este acontecimiento, de estos frutos, no puede entenderse en su verdadero sentido sin el camino de fe que los ha preparado: no es la emoción de un momento, sino la acción de Dios que obra en sus corazones a través de una iniciación cristiana seria y larga, durante años, vivida en sus comunidades, dentro de sus parroquias".
Publicado en In Terris.
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