Sábado, 21 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

Un testimonio de amor narrado por su esposo Enrico

La historia de Chiara, sus bebés que morían y su cáncer, es luminosa: la Cruz es dulce, decía ella

Chiara Corbella con su violín - la música la ayudaba en su oración ante el misterio del dolor y la alegría
Chiara Corbella con su violín - la música la ayudaba en su oración ante el misterio del dolor y la alegría
Casarse tras siete años de noviazgo tempestuoso, perder un hijo recién nacido, después el segundo y morir feliz un año después de haber dado a luz al tercero. ¿Cómo es posible?

Lo explicó hace unos días, en Bolonia (Italia), ante una platea de más de mil doscientos jóvenes Enrico Petrillo, marido de Chiara Corbella Petrillo, subida al cielo el 13 de junio de 2012 y cuya historia dio inmediatamente la vuelta al mundo. En el funeral, el cardenal Vallini la definió como una nueva Gianna Beretta Molla.

Pero, ¿quién es Chiara? ¿Y cómo ha hecho para vivir y morir feliz? «Chiara era una pobrecilla como vosotros y como yo, pero hecha a imagen y semejanza de Dios» y, por lo tanto, «vivía para decir sí, para convertirse en hija de Dios».

No es fácil, admite Enrico, pero «ver que sois tantos me hace pensar que era verdaderamente necesario que Chiara se reuniera con el Señor. Para mí, a veces, no es fácil decirle que sí a Jesús. No es fácil volver a contar siempre la historia de Chiara y volver a ver el vídeo del funeral de tu esposa», pero se puede decir «de manera no sentimental “es bonito estar aquí” si estás en relación con el Señor». Esta es la tensión con la que ha vivido Chiara y este es el secreto: «Vivir una vida como hijos de Dios».


Enrico Petrillo habla de su esposa Chiara y su experiencia de la Cruz y la belleza 

Un noviazgo agitado pero con fe
Chiara y Enrico se conocieron en una peregrinación a Medjugorje en 2001. «Pocos meses después nos prometimos, pero nos dejamos y volvimos juntos varias veces. ¡Creo que un noviazgo sano debe ser turbulento!».

Los dos hacen que los dirija espiritualmente, de manera separada, Fra´ Vito, franciscano de Asís, porque «en la vida es importante tener a alguien que nos vea mejor de lo que hacemos nosotros mismos, que tenga más fe que nosotros: hicimos los cursos de novios, el curso vocacional y la marcha franciscana. Y al final me di cuenta de que estando junto a Chiara me acercaba al Señor. Esto me hizo entender que era un bien jugarme toda mi vida con ella y le pedí que se casara conmigo».

Acompañar tu bebé al Paraíso
El matrimonio se celebra el 21 de septiembre de 2008 y cuando vuelven del viaje de novios Chiara está embarazada de su primera hija: Maria Grazia Letizia. Durante la ecografía morfológica Enrico está en el hospital y Chiara descubre sola que la pequeña tiene anencefalia. Pasa una noche durísima pidiendo al Señor por qué lo ha descubierto sin su marido.

«Esa noche lo único que la consoló fue un cuadro de la Virgen María ante la cual entendió: "También Tú, Madre, tenías un hijo que no era para ti y también Tú, Madre, no sabías como decírselo a tu marido". Cuando volví a casa me dio la noticia, lloramos y llevamos juntos esta cruz», sabiendo sin embargo que «el Señor nos pedía que acompañáramos a nuestra hija hasta las puertas del Paraíso».

La niña nace el 10 de junio de 2009, Fra´ Vito la bautiza y media hora después «se durmió entre nuestros brazos y subió al Padre». Fue doloroso, «pero un día que recordábamos lleno de belleza»; más bien al contrario,«nos costaba ver la desgracia en todo esto. Porque nacer, estar en los brazos de tus padres y después en los del Padre es lo más bello».


El libro que cuenta la historia de Chiara Corbella ya se
ha traducido al español y ha emocionado a muchas personas;
se titula Nacemos Para No Morir Nunca (aquí en OcioHispano)


Una visión distinta de la muerte
A través de Maria Grazia Letizia el Señor empieza a mostrar a los cónyuges una visión distinta de la muerte: «Vivimos el primer funeral como una anticipación de la eternidad…Chiara, además, me mostró que se puede morir felices. Entonces, si se puede morir felices vale la pena hacer el esfuerzo de buscar al Señor, de intentar encontrarle». Al haber sido una experiencia dramática pero «bella, no tuvimos objeciones en concebir otro hijo».

Chiara se quedó rápidamente embarazada de Davide Giovanni. Al principio los médicos informaron a los esposos de que el niño nacería minusválido: «Seguramente sería una vida muy difícil, para él y para nosotros, pero estábamos preparados para acogerlo con felicidad». Sin embargo, las ecografías sucesivas revelan que también él probablemente morirá a causa de un síndrome aún más raro que el de su hermana.

«Todos, después de Maria Grazia Letizia, nos decían: "Sois guapos, jóvenes, más adelante tendréis hijos maravillosos, pero ahora ¡esperad, dedicad tiempo para vosotros!" Para ellos la experiencia de Maria Grazia Letizia era una experiencia que había que olvidar y a nosotros nos dolía oírles hablar así. Para todos Davide debía ser el hijo de la consolación, pero ¡por suerte no lo fue! No hizo que nos olvidáramos de que el único que consuela es el Señor».

Enrico confiesa a la platea que aunque «muchas veces Dios nos hace dones que no entendemos, hay que acogerlos porque Dios es bueno, pero lo entiendes sólo si tienes una relación con Él… nosotros sabíamos que Dios hace las cosas bien, y sobre todo por nuestro bien, y por lo tanto confiamos en Él y acompañamos también a Davide a las puertas del Paraíso».

El niño nació el 24 de junio de 2010 y, como su hermana, fue bautizado por Fra Vito´ y vivió sólo media hora.

Chiara escribe: "¿Quién es Davide? Un pequeño que ha recibido de Dios el gran don de los muchos Goliats que hay dentro de nosotros. Ha derrotado nuestro derecho a desear un hijo que fuera sólo nuestro, porque él era sólo de Dios. Ha derrotado la confianza en la estadística de quien decía que teníamos la misma probabilidad que cualquier otra pareja de tener un hijo sano. Ha demostrado que Dios hace los milagros pero no según la lógica que nosotros tenemos en la cabeza. Davide, tan pequeño, se ha lanzado con fuerza contra nuestros ídolos. Doy gracias a Dios por haber sido derrotada por el pequeño Davide. El Goliat que hay dentro de mí ha muerto finalmente gracias a Davide. Nadie ha conseguido convencerme de que lo que ha sucedido ha sido una desgracia».

Un niño sano... y el cáncer
Y sin embargo, hay católicos que culpan a Chiara, convencidos de que se trata de un castigo divino. En cambio, también el segundo funeral «fue otro momento de eternidad. Tanto Chiara como yo nos miramos y nos dijimos: "¿Hay un motivo válido para no tener otro hijo?" Y con miedo respondimos que no».

Cuando Chiara se queda embarazada de Francesco tiene una pequeña lesión en la lengua: «Parecía una llaga pero cuando estaba de cinco meses descubrimos que era un tumor».

No hay dudas sobre llevar adelante el embarazo o no: «Nunca nos preguntamos: "Y ahora, ¿qué hacemos?" Decíamos siempre que sí al camino que teníamos delante».

Francesco es el niño sano que tanto esperaban, pero el carcinoma que tiene en la lengua crece, si bien Chiara nunca había bebido ni fumado. Por esto «si pienso en mi historia, pienso que se hizo para confundir a los sabios».


Chiara con el pequeño Francesco, su tercer hijo, el único sano 

Pero cuando los médicos le proponer a Chiara inducir el parto para anticipar las curas «yo estaba de acuerdo porque quería tener las dos cosas, mi mujer y mi hijo. No quería quedarme viudo: quería a mi mujer y que mi hijo tuviera a su madre». Pero Chiara descoloca al marido y le pregunta: «"Pero tú, ¿de qué parte estás?" Era como una leona que defiende a su cachorro. Yo no entendía, pero ella tenía razón: no quería en absoluto que Francesco corriera ningún riesgo. Entonces entendí que Chiara estaba viviendo algo más grande de lo que estaba viviendo yo».

La historia tal vez hubiera sido distinta si Chiara hubiera sido operada dos semanas antes, «pero el Señor es el Rey de la historia y tenía que ser así».

Francesco nace el 30 de mayo de 2011. Chiara es operada de inmediato; luego empieza la quimioterapia y la lucha contra el cáncer: «No exaltaba el dolor y quería vivir».



Los últimos días
Quiere, sobre todo, permanecer al lado de su esposo y pide hasta el final el milagro de la curación. Los últimos meses de su vida los pasan juntos en una casa de campo.

«Nos asustaba mucho pensar en el futuro. Chiara no quería saber cuánto tiempo le quedaba de vida para no estropear el presente que Dios seguía dándole. Para prepararnos al encuentro definitivo le pedimos a Fra´ Vito que viniera a vivir con nosotros y que trajera al Señor en casa con el tabernáculo. Las gracias hay que pedirlas y las obtuvimos. Fueron días preciosos. Bromeando con Chiara nos parecía que estábamos de vacaciones: después de todos los acontecimientos sucesivos al matrimonio, finalmente teníamos tiempo para estar en familia».

Chiara empeora, su cuerpo se debilita, pero sin embargo «estaba cada día más bella». Cuando se descubre que la enfermedad es terminal, lo primero que «pensamos fue volver a Medjugorje para confiar a la Virgen María nuestra historia y nuestra vida. Conseguimos alquilar un avión de línea sólo para nosotros: viajamos con 150 amigos y 40 niños. Chiara, ya muy enferma y cansada, consigue inexplicablemente hablar durante mucho rato, admitiendo que ya recibido “la gracia de vivir la gracia”».

A la vuelta de Medjugorje Chiara empeora: «Le pregunté si tenía miedo de morir; me dijo que no, pero que temía otras tres cosas: el dolor, porque una noche en el hospital había tenido un dolor atroz en la lengua, pero los enfermeros no le habían dado los analgésicos y ella había dudado: "Si existes es imposible que me hagas sentir un dolor tan grande"». Al día siguiente, mientras Enrico le lee sobre la “perfecta alegría” franciscana, se echó a llorar «porque, me escribió, había renegado de Cristo mientras que Él no la había abandonado nunca y le estaba hablando a través de mí. Segundo, tenía miedo de vomitar y, tercero, de ir al purgatorio. Le dije: "¡Anda ya! Si tú vas al purgatorio, ¡los demás estamos condenados!"».

La Cruz es dulce
El último día, a medianoche, Fra´ Vito celebró la misa. Parecía una premonición de la vocación de Chiara. "Vosotros sois la luz del mundo, la sal de la tierra… que resplandezca vuestra luz ante los hombres"».

Por la noche Chiara es asistida por su hermana porque quiere que Enrico tenga fuerzas para su hijo. «Por la mañana, hacia las 7, me desperté y la encontré en la silla de ruedas delante del tabernáculo. Estaba rezando. Le pregunté: "Chiara, amor mío, pero esta cruz de la que habla Jesús, ¿es verdaderamente dulce?". Ella me sonrió y me dijo:"Sí, Enrico, ¡es muy dulce!"».

La santidad, concluye Enrico, es un camino para todos, «una gracia que sucede cuando te sirve, no se nace santo».

A las 12 del 13 de junio de 2012, Chiara se va al cielo. Su historia aparece en todas las televisiones y periódicos, que hablan de la mujer que ha dado la vida por los hijos, «pero Chiara es mucho más». Chiara ha dado la vida a Cristo y a sus hijos «y así, con ella, nosotros hemos hecho experiencia de la eternidad».

(Traducción del italiano de La Nuova Bussola Quotidiana por Helena Faccia Serrano, diócesis de Alcalá de Henares)
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