Domingo, 22 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

Tolerancia religiosa en EEUU


¿Hay tanto prejuicio en EEUU hacia los no protestantes? Mi experiencia ha sido la de un país mucho más mezclado y tolerante en el aspecto religioso de lo que se piensa fuera y donde la separación entre iglesia y Estado, una de las bases de su fundación, ha dado como fruto un sociedad muy abierta a la participación y práctica religiosa, de todos los colores y variedades.

por Marta Alejandro

En julio y con la celebración del Día de la Independencia, la prensa de EE.UU., como de costumbre, no se achicó a la hora de recordar, divulgar y celebrar la formación del país y su historia. Siendo española y acostumbrada a la actitud bastante negativa que los ciudadanos y la prensa de nuestro país muestran hacia nuestro pasado y nuestra historia, me resulta agradable vivir en un ambiente donde el público en general no se arrepiente ni avergüenza del suyo, independientemente de sus preferencias políticas. Durante la semana del 4 de julio, los vecinos se saludan con un «feliz 4 de julio» de igual forma que uno se desea una «feliz Navidad», un saludo abierto e inclusivo que me extienden a mí, incluso los que saben que no soy ciudadana estadounidense. En este ambiente festivo, siempre aparecen referencias al papel de Maryland (la «tierra de María»), uno de los trece estados fundadores, colonia fundada por el converso católico Cecilius Calvert, Barón de Baltimore, y al papel de los católicos en la fundación de los EEUU: el católico Charles Carroll fue uno de los 56 firmantes de la Declaración de Independencia. Estos son datos que hasta hace pocos años yo desconocía y que pienso que la mayoría de los españoles y europeos tampoco saben. Me da la impresión de que, de nuevo, lo que impera entre los europeos es la difusión de un tópico que, si bien tiene fundamentos históricos, no es lo que yo he experimentado en mi vida diaria en EEUU: la del dominio WASP (White Anglo-Saxon Protestan, es decir, blanco, anglosajón y protestante) y la discriminación dura y profunda hacia todos aquellos que no pertenecen a ese grupo. ¿Hay tanto prejuicio en EEUU hacia los no protestantes? Mi experiencia ha sido la de un país mucho más mezclado y tolerante en el aspecto religioso de lo que se piensa fuera y donde la separación entre iglesia y Estado, una de las bases de su fundación, ha dado como fruto un sociedad muy abierta a la participación y práctica religiosa, de todos los colores y variedades. A menudo también me pregunto si uno de los motivos, aparte de una aptitud mucho más positiva que la europea hacia la presencia de la religión en la vida diaria, podría ser el gran número de familias formadas por matrimonios de diferentes religiones. Según un estudio de 2001 de la Universidad de Nueva York, el 27 por ciento de adultos judíos, el 33 por ciento de adultos protestantes y el 23 por ciento de adultos católicos han formado familias con un cónyuge de una religión diferente. Por lo que he observado en los años que llevo aquí, dichos matrimonios no son un obstáculo a la práctica religiosa. En la mayoría de los casos de familias con padres de diferente religión que conozco (incluida la mía), la educación religiosa recae en la madre y los hijos reciben la religión de esta. En muchas ocasiones, el resultado final es que tras varios años de participar en el rito religioso de su mujer y sus hijos, el marido acaba convirtiéndose a la religión de su familia (a la Tony Blair), aunque también conozco mujeres que se han convertido a la religión de sus maridos (especialmente en el caso de familias que han educado a sus hijos en la fe judía del padre). ¿Crea tanta diversidad de religiones tensiones o tolerancia? Me inclino por la tolerancia. Recuerdo con horror la presión y las malas caras de compañeros de universidad y trabajo en Madrid, todos ellos supuestamente católicos, si un sábado por la tarde decidía ir a misa en vez de salir con ellos. En sus cortas entendederas, lo veían como un rechazo a su amistad. Terminé por buscar siempre cualquier excusa antes de mencionar la misa. La pasada primavera una compañera de trabajo que quiso organizar una comida en su casa tuvo que tener en cuenta los días en que caían la Semana Santa y la Pascua católica, la Pascua ortodoxa y la Pascua judía, a solicitud de varios compañeros. Las cartas sobre la mesa desde el primer momento y ni una mala cara ni un reproche.
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