Semana grande para el mundo
Que el ejemplo cunda. Esta semana ha sido una semana grande para la Iglesia y para el mundo. Los cristianos hemos sido alentados en lo que el Papa nos da ejemplo vigoroso.
El Papa Benedicto XVI tuvo una actividad muy intensa y un protagonismo especial la semana pasada, antes de salir unos días de merecidísimas vacaciones. La víspera misma de reunirse el G8 para encontrar soluciones globales ante los graves problemas que afectan a la humanidad, ha publicado la esperada e importantísima encíclica, «Caritas in veritate», que, sin duda alguna, constituye ya un hito muy destacado en la doctrina social de la Iglesia. Un texto que resume, como pocos, el pensamiento total del Papa. Previamente había escrito al presidente de Italia, con motivo de la reunión del G8, una importante carta para los temas que iban a tratar en LAquila, ciudad tan castigada por el terremoto de abril. Ha recibido también a destacados políticos, y ha mantenido un encuentro histórico con el presidente Obama. Además de todo esto y de su actividad ordinaria, ha dado a conocer el importante documento, «Ecclesiae unitatem», por el que se reestructura, conectándola estrechamente con la Congregación para la Doctrina de la Fe, la Pontificia Comisión «Ecclesia Dei», creada por Juan Pablo II en 1988 con el objeto de facilitar la plena comunión eclesial de la Fraternidad fundada por monseñor Lefevre. El sábado tuvo un encuentro con jóvenes universitarios de Europa, con un discurso de alto calado y gran significación. Una semana intensa y clave en la que el Papa nos ha dejado muchos y claros mensajes de gran alcance para el futuro del hombre y de la humanidad, que habrá que asimilar y desmenuzar poco a poco. Una semana histórica para agradecer y recordar, para volver a ella y sacar las consecuencias que tiene para el hombre. La Iglesia ha brillado, en su sencillez y no poderío, como lo que es: servidora del hombre y testigo de Dios vivo, luz puesta en lo alto para iluminar todo lo que se refiere al hombre, su desarrollo y destino, con la luz de la que da testimonio y que ha recibido de Otro, su Señor, en quien se esclarece e ilumina en todas sus dimensiones el hombre, en quien se encuentra el permanente, pleno y total sí al hombre de parte de Dios, que es Amor sin límite, creador y vida. La verdad del hombre y el consiguientemente amor al hombre, en toda su realidad integral como criatura de Dios, que se debiera seguir de su verdadera comprensión, es clave para que haya o no un futuro esperanzador para la humanidad y un presente digno para cada ser humano. Con qué fuerza ha expresado esto el Papa estos días, y con qué vigor ha defendido al hombre, su dignidad, su verdad y su integridad, frente a las manipulaciones y amenazas de que es objeto hoy. Por eso se comprende que en la entrevista histórica con Obama el tema de la defensa de la vida fuese una cuestión tan fundamental. Obama lo ha comprendido y ha prometido su apoyo. Que el ejemplo cunda. Esta semana ha sido una semana grande para la Iglesia y para el mundo. Los cristianos hemos sido alentados en lo que el Papa nos da ejemplo vigoroso. Nos lo decía el domingo: «Por cuanto sea compleja la actual situación en el mundo, la Iglesia mira al futuro con esperanza y recuerda a los cristianos que «el anuncio de Cristo es el primero y principal factor de desarrollo» (Benedicto XVI). Es lo que el Papa viene haciendo siempre: lo hizo en la Universidad de Ratisbona; lo hizo en la ONU; lo ha hecho en su viaje a Tierra Santa; lo hizo ante los jóvenes en Colonia o en Sydney. Éste es el futuro de los cristianos y nuestro gran servicio al hombre y su desarrollo «con el ardor de la caridad y la sabiduría de la verdad» (CiV, 8). * El Cardenal Antonio Cañizares es prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos. * Publicado en La Razón.
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