Caritas in veritate: La apertura a la vida, centro del desarrollo
Quien busque rápidas respuestas a la crisis económica de nuestro tiempo no debería acudir a este documento para buscar soluciones fáciles. La enseñanza papal de hoy es extensa, densa, matizada y compleja.
por Thomas Rosica
Este martes el Papa Benedicto XVI ha hecho pública la tercera encíclica de su pontificado Caritas in veritate (Caridad en la verdad) un documento importante de la Doctrina Social de la Iglesia. La encíclica , dividida en 79 párrafos, afronta mucho más que la ética de la economía contemporánea y la crisis económica global, que ciertamente han tenido su influencia sobre Benedicto XVI en la preparación del anunciado texto. Esta obra magna sigue a las dos previas encíclicas del pontificado de Joseph Ratzinger: Deus caritas est (Dios es amor); Spe salvi (En la esperanza somos salvados). Ahora el análisis papal se concentra en nuestro tiempo. Benedicto XVI no es un Papa de fáciles discursos breves y la encíclica de hoy da prueba de ello. Quien busque rápidas respuestas a la crisis económica de nuestro tiempo no debería acudir a este documento para buscar soluciones fáciles. La enseñanza papal de hoy es extensa, densa, matizada y compleja, e invita a todos a una seria reflexión sobre la historia de la doctrina social pontificia, con particular atención al documento Populorum Progressio, la rica doctrina social de Pablo VI. Este texto monumental de 1967 analizaba la economía a nivel global y contemplaba los derechos de los trabajadores a sindicarse, a tener un empleo seguro, y condiciones de trabajo decentes. La doctrina de Benedicto XVI de 2009 trata en profundidad los temas de la fraternidad, «desarrollo económico y sociedad civil», «desarrollo de los pueblos, derechos y deberes, ambiente»; «la colaboración de la familia humana»; «el desarrollo de los pueblos y la técnica». Hay varias áreas del texto de Benedicto que van contra el modo natural de la sociedad contemporánea y pueden ser fácilmente desechadas por muchos lectores que tienen problemas con la Iglesia, con la autoridad, la verdad y la vida humana. Para mí, de estas áreas depende el meollo de la crisis económica actual, mostrando más allá de toda sombra de duda que la crisis económica es en su núcleo una crisis moral. Dos importantes leitmotivs de este pontificado son el relativismo moral y la exclusión de Dios de la sociedad y la vida humana. En la encíclica de hoy, Benedicto XVI escribe: «un cristianismo de caridad sin verdad se puede confundir fácilmente con una reserva de buenos sentimientos, provechosos para la convivencia social, pero marginales. De este modo, en el mundo no habría un verdadero y propio lugar para Dios. Sin la verdad, la caridad es relegada a un ámbito de relaciones reducido y privado». Benedicto XVI ha repetido continuamente, en los últimos cuatro años, que el rechazo ideológico de Dios y un ateísmo de indiferencia, que prescinde del Creador y que corre el riesgo de llegar a prescindir igualmente de los valores humanos, se convierten en los obstáculos principales para el desarrollo hoy. La encíclica de hoy lo afirma claramente: «El humanismo que excluye a Dios es un humanismo inhumano». En palabras de Benedicto XVI: «El anhelo del cristiano es que toda la familia humana pueda invocar a Dios como Padre nuestro. Que junto al Hijo unigénito, todos los hombres puedan aprender a rezar al Padre y a suplicarle con las palabras que el mismo Jesús nos ha enseñado, que sepamos santificarlo viviendo según su voluntad, y tengamos también el pan necesario de cada día, comprensión y generosidad con los que nos ofenden, que no se nos someta excesivamente a las pruebas y se nos libre del mal». Tales palabras non pertenecen al léxico de lo políticamente correcto y la falsa inclusividad. Fluyen de la mente y del corazón de uno de los más grandes pensadores de nuestro tiempo. La otra área que ciertamente hará reflexionar a muchos lectores o simplemente será ignorada es la de la dignidad y respeto por la vida humana «que en modo alguno puede separarse de las cuestiones relacionadas con el desarrollo de los pueblos». Benedicto XVI escribe: «En los países económicamente más desarrollados, las legislaciones contrarias a la vida están muy extendidas y han condicionado ya las costumbres y la praxis, contribuyendo a difundir una mentalidad antinatalista, que muchas veces se trata de transmitir también a otros estados como si fuera un progreso cultural». «La apertura a la vida está en el centro del verdadero desarrollo -añade-. Cuando una sociedad se encamina hacia la negación y la supresión de la vida, acaba por no encontrar la motivación y la energía necesaria para esforzarse en el servicio del verdadero bien del hombre. Si se pierde la sensibilidad personal y social para acoger una nueva vida, también se marchitan otras formas de acogida provechosas para la vida social». Quizás este párrafo resume la crisis y la encíclica de un modo notable: «Los costes humanos son siempre también costes económicos y las disfunciones económicas comportan igualmente costes humanos». *Thomas Rosica es director del canal de televisión canadiense «Salt and Light» y consultor del Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales.
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