Domingo, 22 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

EEUU: reforma sanitaria y hospitales confesionales


Cuando las Hermanas de la Caridad anunciaron el año pasado la compra del hospital Presbyterian Saint Luke’s, la maquinaria progresista pidió a gritos que el Estado de Colorado bloqueara la operación. Temían que limitasen las «opciones reproductivas» (léase el aborto).

por Marta Alejandro

«Los obispos estadounidenses renuevan su postura defendida durante años a favor de una reforma sanitaria (…) que tenga como resultado un sistema de atención accesible y asequible para toda la población». Según las declaraciones del Obispo de Rockville Center, Nueva York, William F. Murphy, presidente del Comité de Justicia Social Interior y Desarrollo Humano de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos publicadas en «America: The National Catholic Weekly». La reforma del sistema sanitario ha sido un tema de actualidad desde mi llegada a EE.UU. En 1993 el gobierno de Clinton ya intentó establecer un sistema sanitario universal (un sistema que el gobierno financia con la recaudación de los impuestos en el que todo el mundo recibe cierto nivel de atención sanitaria). El gobierno de Obama parece que lo va a tener mucho más fácil en el intento, porque la mayoría de los que se opusieron en 1993 (seguros, médicos, hospitales, empresas farmacéuticas, pacientes) parecen haber cambiado de opinión. Y según las declaraciones de arriba, Obama incluso contaría para su reforma sanitaria con cierto apoyo de los obispos católicos, algo muy importante si se tiene en cuenta el peso de las instituciones católicas en el sistema sanitario del país. Pero, ¿es esta reforma algo bueno para esas instituciones sanitarias católicas? Tengo mis dudas. Para empezar explicaré el sistema sanitario estadounidense. Si uno se cree lo que se dice en Europa, es un sistema pésimo donde el normal de los mortales está abandonado a la merced de empresas despiadadas que solo buscan obtener beneficios. En realidad, el sistema sanitario estadounidense es todo menos un sistema de mercado. Hay empresas privadas (seguros, hospitales…), pero el ciudadano no puede comprar su seguro y escoger su médico u hospital como quien compra un coche y escoge un mecánico. En la mayoría de los casos, el seguro lo contratan las empresas para sus empleados, con el pago de la prima dividida entre ambos. Si uno tiene suerte, la empresa contrata varios seguros, con la oportunidad de elegir uno de ellos una vez al año. En el peor de los casos, la empresa solo ofrece una opción. Normalmente puedes elegir tu médico de una lista proporcionada por el seguro. Además, los seguros y las empresas pueden racionar los servicios que los empleados pueden recibir. Para los autónomos, los empleados de empresas pequeñas con poca capacidad de negociación, los parados y los discapacitados, el sistema se complica, y a veces no pueden obtener seguro, aunque existen opciones estatales gratuitas o a bajo coste para jubilados, discapacitados y familias de ingresos bajos. Finalmente, hay ciudadanos que pueden comprar seguro pero deciden no hacerlo y arriesgarse a no poder pagarse el tratamiento en caso de accidentes o enfermedades inesperadas. En medio de este sistema tan complicado, se encuentran los hospitales, la gran mayoría confesionales. ¿Sobrevivirán a la reforma? La actitud demostrada por grupos progresistas e instituciones gubernamentales hacia los hospitales con «ideario» lo pone en duda. En el área metropolitana de Denver hay una veintena de hospitales, con nombres que se asemejan a una guía de religiones y medio santoral: Presbyterian Saint Luke’s, National Jewish, Saint Joseph’s, Saint Anthony’s, Adventist Hospitals, Good Samaritan, Exempla Lutheran., etc. Cuando las Hermanas de la Caridad, socias gestoras de la empresa Exempla, anunciaron el año pasado la compra del hospital Presbyterian Saint Luke’s, la maquinaria progresista promotora de la sanidad estatal pidió a gritos que el Estado de Colorado bloqueara la operación. ¿Por qué? Temían que las nuevas propietarias limitasen las «opciones reproductivas» (léase el aborto) en ese hospital, cosa probable de las Hermanas de la Caridad. Pero si la medicina es privada, y las Hermanas de la Caridad son las dueñas ¿no es una intromisión del estado y de un grupo de presión decirles cómo y con qué principios gestionarlo y cuestionar si deben o no ser las dueñas del hospital? Si esto ocurrió en un sistema sanitario con cierta competencia, ¿qué pasará cuando el estado tenga el control total? ¿Podrán los católicos gestionar sus hospitales de acuerdo a sus principios o se llegará a limitar su derecho a ser propietarios de hospitales por el conflicto entre su ideario y la filosofía del sistema sanitario universal?
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