Una contradicción indigna: Asia Bibi y el sectarismo feminista
¿Podemos imaginarnos como reaccionaría el feminismo si una mujer hubiera sido condenada por un juez español por ofender la dignidad religiosa, después de ser denunciada por un grupo de personas? Habría declaraciones de los partidos políticos, del jefe del Gobierno, manifestaciones en la calle de los grupos feministas, peticiones de indulto. En fin, habría de todo aunque se tratase de un delito contra la conciencia de determinadas personas, y la pena fuera leve.
Asia Bibi, cristiana pakistaní, fue condenada a muerte por blasfemia después de que una serie de mujeres musulmanas de su barrio la denunciaran. Fue denunciada en 2009, en 2010 fue condenada a la horca, y en 2014 la pena fue confirmada por el Alto Tribunal de Lahore. Ahora, el Tribunal Supremo de Pakistán la ha absuelto. Durante todos estos años ha permanecido en la cárcel, pero su salida de la misma no entraña el fin de este drama que corre el riesgo de convertirse en tragedia, porque se han multiplicado las manifestaciones de protesta de grupos islamistas, y ya la han amenazado con un final terrible. No son cuatro exaltados, sino organizaciones políticas como el partido sufí Tehreek-e-Labbaik Pakistan. Mal síntoma, además, cuando su abogado defensor ha tenido que huir del país, y a ella se le impide su salida para calmar a los islamistas.
¡Sacadme de aquí! es el libro-testimonio de Asia Bibi donde cuenta su vida como cristiana antes de la falsa e injusta acusación que la condenó a muerte, y luego en la cárcel, alejada de su marido y de sus cinco hijos, que eran pequeños cuando comenzó su calvario hace diez años.
Asia es una mujer pobre, trabajadora, madre de familia, castigada por una ley terrible, pero todo eso y los largos años de condena y encarcelamiento, junto con el riesgo actual que corre su vida, no han sido suficientes para que el feminismo social y político hiciera la más mínima declaración y se interesara por la situación de esta mujer. ¿Por qué? Deberían explicarlo, de lo contrario es legítimo que pensemos que ese silencio cómplice de todos los partidos políticos, el Gobierno y los sindicatos tiene como razón que se trata de una mujer cristiana. Y es que para el feminismo del woman power las mujeres no son todas iguales.
Publicado en ForumLibertas.
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