Beata María Francisca de la Encarnación, ruega por nosotros
Beata María Francisca de la Encarnación Espejo y Martos nació en Martos (Jaén), el 2 de febrero de 1873 y alcanzó la palma del martirio un 13 de enero de 1937 en Casillas de Martos (Jaén). Escribe Mª de la Encarnación Rodríguez:
Sor Francisca ingresó en el convento de clausura de la Santísima Trinidad de Martos (Jaén) en 1889, a pesar de haber sido educada por religiosas de vida activa. Tomó el hábito en 1893 y profesó solemnemente el 5 de julio de 1894. Toda su ilusión era agradar al Señor observando con fidelidad los santos votos y las reglas de la Orden. Ejerció los oficios de enfermera y sacristana y, con más continuidad en su vida religiosa, los de tornera y portera. No obstante su avanzada edad y sus padecimientos reumáticos, fue muy obediente y observante.
El 18 de julio de 1936 amanecieron incendiadas las parroquias de Martos y, profundamente apenada, sor Francisca no salía de su asombro ante tal brutalidad. “Los días 19 y 20 estuvimos custodiadas por familiares y amigos de la comunidad”, decía la madre superiora. El 21, fecha amarga e imborrable, para las monjas, tuvieron que abandonar el monasterio después de haber sido cacheadas por milicianas. Refugiadas las monjas en casas de familiares y amigos, sor Francisca de la Encarnación, con una tía suya religiosa en el mismo convento, se fue a casa de un hermano, casado y con una hija. Estuvo seis meses entre sus hermanos, dedicada a la oración y a ayudar en la casa y, según afirma también la madre superiora, “a pláticas espirituales con su sobrina, que a la sombra de su tía llegó a ser una joven piadosa y con cargos relevantes en la Acción Católica”.
Pero, apenas entrado el año 1937, el día 12 de enero, en la ciudad de Martos ocurrió un acontecimiento sangriento, del que fueron víctimas unas cincuenta personas.
Al anochecer de ese día sor Francisca de la Encarnación fue detenida y llevada a los calabozos del ayuntamiento, donde se encontró, entre varias personas, a otra monja Trinitaria y a la madre Victoria de Jesús, superiora de las Hijas de la Divina Pastora. Gracias a Dios que me encuentro con una hermana mía -fueron sus palabras-; si Dios nos ha escogido para dar nuestra sangre por su gloria, las dos juntas nos animaremos a dar la vida con alegría y seremos fieles hasta el fin...
Esa misma noche, dichas religiosas fueron sacadas de la prisión, junto con la madre abadesa de las clarisas de Martos, que también había sido detenida. Desde el ayuntamiento, las condujeron hasta la cárcel de la iglesia de San Miguel y las unieron a un grupo de unos cincuenta hombres, entre ellos sacerdotes y personas destacadas de la ciudad. Todos fueron obligados a subir a un camión. Era ya la madrugada del día 13 de enero de 1937.
Cuando llegaron al lugar llamado Casillas de Martos, a unos catorce kilómetros de la ciudad, fueron sacando uno a uno a los cincuenta prisioneros, dejando las últimas a las religiosas, que llenas de espanto, presenciaron los fusilamientos de sus compañeros. Después de matar a todos, las llevaron a las puertas del cementerio y las invitaron a entrar en él. Ellas se negaron. Los milicianos intentaron abusar de ellas, pero no lo consiguieron, porque las religiosas opusieron enérgica resistencia. Al ver frustrado su intento, las golpearon cruelmente sobre la cabeza con las culatas de los fusiles, y fueron cayendo, una tras otra, empapadas en su propia sangre. El asesinato culminó con un disparo de fusil sobre las sienes. Sor Francisca contaba sesenta y tres años de edad.
Fue beatificada el 28 de octubre de 2007.
El 13 de enero de 2023 monseñor Sebastián Chico, obispo de Jaén celebró en la Villa de Martos, donde está ubicado hace 500 años el Monasterio de la Santísima Trinidad, el 150 aniversario del nacimiento de la beata Francisca de la Encarnación de Martos.
El 13 de enero de 1986 fueron reconocidos sus restos. La sorpresa de todos fue grande: sor Francisca estaba incorrupta. Así se ha vuelto a ver, el 19 de julio de 2006, en que se ha procedido de nuevo a reconocer los restos, de vista de la beatificación.