Mis cinco panes y mis dos peces
por Canta y camina
Día 54 de confinamiento y ya van 4 veces que se prorroga.
En cuanto a mi vida exterior necesito varias cosas, a saber:
- Que se termine la epidemia.
- Que se termine el confinamiento.
- Que se recupere la economía de España y todos los puestos de trabajo que se han perdido y se van a perder.
- Encontrar trabajo para mí.
- Que mis hijos y los de todos recuperen la vida que deben llevar: volver al colegio, a relacionarse con gente de fuera de su casa, a entrar y salir, a hacer deporte en condiciones, a jugar con otros niños, a quedar con sus amigos…
- Un cambio de gobierno para mejor: un gobierno que pare ya de destruir el país-economía, educación, sanidad, libertades constitucionales, unidad, bien común- y que lo reconstruya con verdadero sentido común y para el bien de los ciudadanos.
- Líderes que me den seguridad, estabilidad, confianza y me hagan avanzar, no sólo en política sino en todos los aspectos: políticos, párrocos, profesores, formadores, presidentes de comunidad de vecinos…
Nada de esto está en mis manos conseguirlo, sólo puedo influir limitadamente siendo responsable en lo que me toca para evitar propagar la epidemia en mi reducido entorno y en lo del cambio de gobierno cuando toquen elecciones allá por 2023. Para lo demás necesito, a mi modo de ver, un milagro.
En lo que se refiere a mi mundo interior a veces siento una gran necesidad de echar a correr, de moverme deprisa, de coger la puerta y salir a la calle sin dar explicaciones, como hacía “antes de”, cuando todos en casa se habían ido por la mañana y yo era dueña y señora de mi horario. Es decir, que a veces siento ansiedad, como todo el mundo.
Pero también he tenido ocasiones de parar, de hacer silencio, de ponerme en la presencia de Dios y leer un pasaje del Evangelio y visualizarlo. Ver con los ojos de dentro, escuchar, hablar. Detenerme en qué siento estando allí, viendo lo que veo, oliendo los olores del campo, del lago, de la ciudad. Pararme en qué me dice Jesús a mí, en qué me quiere regalar.
Así, si te pones, puede que te lleguen ideas que son sugerencias del Señor para que cambies de actitud y mejores como persona y como cristiano, por ejemplo:
- Acepta lo que tienes tal y como es y ámalo: personas, situación laboral y personal.
- No pierdas el tiempo lamentándote por lo que no tienes, por lo que te gustaría tener ni por cómo te gustaría que fueran las cosas.
- Jesús no es la imagen mental que tenemos de Él en el siglo XXI, es el Hijo de Dios y tiene una misión divina, y también es un hombre joven con una vida cotidiana, trabajo, amigos. Por eso nos entiende tan bien.
- Yo no tengo que salvar el mundo, de eso se encarga Él. Yo sólo tengo que pedirle el milagro.
Aunque en mi opinión no es lo mismo un milagro presencial que uno a distancia. En los milagros que nos cuentan los evangelios ya es difícil para el que pide porque debe confiar en que Jesús puede hacerlo y lo hará, pero le está viendo, habla con Él, le oye decir las palabras, tocar con sus manos. Ahora es más difícil porque no le vemos ni le oímos y nos da la sensación de que Jesús está muy lejos, de que no nos oye, de que estamos solos y nada va a cambiar.
Mira, yo tengo clarísimo que Jesús puede hacer todos los milagros, en el cuerpo de las personas, en el alma, en la naturaleza, transformando una cosa en otra, multiplicándola, etc, etc, etc. También sé que nos pide creer por adelantado, si no hay fe no hay milagro. Y también sé que casi siempre nos hace esperar antes de darnos lo que pedimos, lo que pone a prueba nuestra fe y nuestra paciencia. No sé por qué lo hace así pero es lo que hay y yo confío en Él aunque muchas veces no le entiendo.
Pero ¿sabes? Me ha quitado un enorme peso de encima darme cuenta de que si le doy todo lo que tengo, mis 5 panes y mis 2 peces, Él se encarga. DE TODO. Sólo tengo que confiar.