Jueves, 21 de noviembre de 2024

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El que canta reza 2 veces XIX: Alabo tu bondad

por Canta y camina

Imagínate que es tu cumpleaños y quieres hacer algo distinto pero no en el sentido material ni consumista, sino con tu vida de dentro, con tu vida espiritual. Alguna vez yo he celebrado mi cumpleaños con una confesión a fondo, o pasándome todo el día dando gracias al Señor por la vida.

En mi último cumpleaños también hice algo así. Empecé la tarde-noche anterior a pensar qué le diría al Señor si tuviera la oportunidad de verle cara a cara ese día y me di cuenta de que me sentía muy feliz y agradecida y de que además sí le vería cara a cara porque tenía previsto asistir a la adoración eucarística de los miércoles con mis hermanas de Emaús.

Este último año ha sido muy difícil para todos no sólo por la pandemia y los “regalitos” que nos ha traído, ni por la situación política y económica de nuestro país, que se las trae, sino también por las circunstancias complicadas de cada casa y cada caso. En ocasiones... ¡no, no iba a decir que veo muertos, ja ja ja!, iba a decir que lo he pasado muy mal, he llorado mucho, me he sentido desbordada y desorientada, perdida, muy triste, ansiosa… el pan nuestro de cada día de todos los españoles durante este tiempo que ya se nos hace muuuyyyy laaaaaargoooo.

Pero esa mañana de mi último cumpleaños, mientras iba a misa en el autobús, pensaba qué le diría al Señor cuando lo tuviera frente a mí en la adoración por la tarde.

Le diría: “Hola Señor, ¿cómo estás? Yo estoy muy feliz de estar aquí contigo el día de mi cumpleaños, es un regalo precioso, una muestra más de la delicadeza de tu corazón. Te doy las gracias por este año porque, aunque ha sido difícil, siento que he crecido por dentro y que te he conocido un poco más.

Te doy las gracias por dejarme ser tu Cirineo algunas veces, por dejarme ayudarte a llevar tu cruz y descargarte un poco. Y te las doy también porque cuando me cansaba de llevarla tú volvías a cargar con todo el peso sin reprochármelo, mirándome con ternura y gratitud.

Te doy las gracias por la vida que he tenido porque es la que me ha traído a este lugar en este momento, al contrario de lo que se dice en las películas estoy en el lugar oportuno en el momento oportuno.

Mi vida no ha sido un cuento de princesas pero aun con todas mis heridas, pecados, defectos, meteduras de pata, y sufrimientos no me cambio por nadie porque he tocado tu amor con mis manos, sé que me quieres con locura, que soy la niña de tus ojos y que siempre, sobre todo en mis peores momentos, me has rodeado con tu brazos para envolverme en tu amor.

Te doy las gracias por tu paciencia infinita conmigo, por ir enseñándome las cosas de Dios al ritmo lento y torpe que yo puedo llevar. Te doy las gracias por perdonarme todo todas las veces que he ido a confesarme. Por todas las veces que he podido acompañarte en tu sacrifico de la cruz y alimentarme con tu cuerpo y tu sangre. Por todas las veces que he podido estar como ahora, delante de ti en persona en la Sagrada Eucaristía.

Te doy las gracias por quererme tal como soy, por crearme así, como tú quisiste que fuera, y por darme todos los días la oportunidad de mejorar como persona y como cristiana.

Te doy las gracias por cada regalo que me has hecho durante estos 48 años, por las cosas que has hecho en mí y que manifiestan tu amor, tu bondad, tu misericordia, tu poder y tu grandeza.

Te doy las gracias por tu amistad, por tu fidelidad, porque llenas mi corazón de paz y me enseñas a confiar en ti como un niño: ciegamente y sin fisuras.  Gracias Señor por quererme tanto”

Le diría todo eso porque Él ha logrado que yo aprenda a exprimir todo lo malo de este último año para encontrarle un sentido, para verle el lado bueno a las cosas, para que en vez de amargarme creciera por dentro ante la adversidad y el dolor.

Le daría las gracias también por todas las cosas buenas que hay en mí porque son regalos suyos. Y porque durante este año me ha ido enseñando con paciencia infinita a profundizar en el conocimiento de mí misma y en el conocimiento de Dios, y estoy aprendiendo a quererme más.

Señor, Dios Trinidad,  me siento tan feliz y agradecida que quiero cantarte a grito pelao.

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