De un señor denunciado por liquidar al perro que mató a su nieto

09 junio 2010 00:00

En esta sociedad con síntomas graves de decadencia en la que el relativismo campa por sus respetos, una asociación llamada Justicia animal, antes Amnistía animal, ha presentado ante la jefatura superior del Seprona una denuncia contra una persona que ahorcó a su perro pitbull después de que éste hubiera atacado a su nieto y lo hubiera matado.

En el comunicado de Justicia Animal sobre el tema, se deslizan afirmaciones como la siguiente:

“Aún conscientes de lo delicado del momento para esta familia [...], en Justicia Animal nos debemos a la protección de los animales y consideramos que la acción del propietario del perro, que lo colgó tras producirse el ataque, pudiera ser constituye un delito de maltrato animal que se encuentra tipificado en el Art. 337 del Código Penal”

O esta otra:

“El dolor del abuelo del niño no justifica en nuestra opinión “la ejecución por ahorcamiento” del animal”.

Me he tomado la molestia de entrar en la página de la asociación en cuestión y reconozco que, en general y a bote pronto, lo que constituyen su objetivo y sus acciones son bastante razonables, lo que no quiere decir que uno haya de suscribirlas todas y en su totalidad.

Ahora bien, la actuación que acomete Justicia Animal en el caso concreto del pobre abuelo cuyo perro atacó y mató a su nieto invalida, a mi entender, todo lo que de bueno haya podido realizar hasta la fecha la citada asociación, y demuestra que sus componentes carecen del menor sentido de la piedad, de la equidad y de la proporcionalidad, y que, a fuerza de defender a los animales, han perdido también todo sentido de la humanidad.

Extraños cambalaches para justificar las propias acciones como lo hace la asociación Justicia Animal al desvincularse del dolor de la familia e intentar ampararse en su obligación de proteger a los animales, ya hemos visto ocurrir en España y en no pocas ocasiones. Junto a otras, me viene a la cabeza el caso del canalla inmisericorde que un buen día, hará cosa de un año, denunciaba a la familia de un niño al que atropelló y mató, por los daños que el atropello le habían producido en el coche.

Por lo que hace al caso que nos ocupa ahora, Matilde Cubillo, presidente de Justicia Animal y quien en su nombre interpone la demanda, debe retirarla a la inmediatez, si no quiere malograr los fines, en principio loables, a los que se dedica su asociación, incurriendo, por demás, en la mayor de las iniquidades. Añadir más sufrimiento al que ya tiene la familia del niño muerto a dentelladas, y concretamente el pobre abuelo dueño del pitbull asesino, ante un hecho tan desafortunado, sólo indica por parte de la Sra. Cubillo y de los miembros de la asociación que preside, una falta de compasión y una crueldad inusitadas, que les desautorizan para presentarse como valedores de ninguna causa, y menos aun la de los animales, a no ser que se trate de sí mismos.

Es una desgracia cuando se pierde la perspectiva de la realidad y se incurre en exageraciones como aquélla en la que en el caso en cuestión lo hace Justicia Animal, cosa que, sin embargo, tiende a ocurrir últimamente con más frecuencia de la imaginable, sin duda por la excesiva tolerancia que hacia comportamientos como el presente exhibe una sociedad que parece divertirse con ellas y, como digo al principio, por el modo en el que el relativismo se instala en nuestras vidas, cegándonos la vista para algo tan elemental como distinguir entre el Bien y el Mal, escritos así, con mayúsculas.