Cómo enfrentar a un mentiroso
Quien en algún momento no ha “torcido” la verdad, aunque solo sea aparentemente de manera insignificante. Y en sentido opuesto, quien no ha experimentado el acto de ser mentido.
La mentira blanca o piadosa es una practica común que implica un engaño intencionado y consciente, con una intención benevolente para tratar de causar el menor daño posible. Sin embargo, las mentiras intencionadas, maliciosas, que tienen como objetivo hacer daño a alguien, atentar contra la integridad de otra persona y pretenden además sacar un beneficio, sea cual fuere, son las que provocan los problemas mas serios.
Muchos de nosotros hemos sido testigos cuando alguien cercano nos miente. La reacción es que nos duele. Pero esto no queda ahí porque automáticamente etiquetamos a la persona y a continuación cursamos la correspondiente orden de rechazo o desprecio según de gravosa sea la mentira.
En la mayoría de los casos tampoco sabemos como proceder. ¿Lo hablamos con la persona en cuestión e intentamos superarlo? ¿Lo pasamos por alto? ¿Sabemos con seguridad que nos está mintiendo, pero, merece la pena enfrentarlo? ¿Que debemos hacer?
Domina tu historia para cuidar las conclusiones que derivas.
Lo primero es dejar de ver al mentiroso como un "mentiroso". No reduzcas su identidad a una simple etiqueta. Si solo ves a la persona como una suma de sus peores defectos o comportamientos tendrás cero posibilidades de crear un entorno que le invite a reconocer su falta de honestidad.
Si haces un esfuerzo e intentas verle como "una persona que miente" en lugar de como un "mentiroso" habrás progresado. Pero si puedes ver al “mentiroso” sencillamente como una "persona normal", entonces habrás avanzado significativamente hacia la posibilidad de un diálogo. Las etiquetas negativas trasmiten desprecio y no hay nada que provoque una actitud defensiva que la sensación de que los demás te vean con desprecio, con rechazo, con desaprobación. Las etiquetas transmiten además un mensaje negativo sobre la otra persona: que es diferente, inferior, incluso indigno.
Así que, pregúntate a ti mismo: "¿Cuándo fue la última vez que yo dije alguna mentira?". Quizás tu mentira sea menos dura o hiriente que la de esta otra persona a la que enjuiciamos, pero eso no significa que tu no mientas o manipules la verdad en alguna medida.
En vez de negar tus sentimientos y de fracasar a la hora de intentar corregir malentendidos a tu favor, busca puntos de similitud con esta persona y encontrarás un lugar desde el que poder sentir comprensión e incluso compasión en lugar de enjuiciar y despreciar a la otra persona.
Dale una oportunidad para “salir limpio” de la situación.
Reconocer errores es difícil para cualquiera y mentir es uno de los más difíciles. Dado que el engaño a menudo está conectado con un profundo sentimiento de vergüenza o de miedo, no le pidas a la persona que muestre esa parte oscura de si misma. Además, es poco probable que lo haga, a menos que haya un lado positivo que le motive para "salir limpio" de la situación. Por ejemplo, ofrecer la posibilidad de ser perdonado por el daño causado, de poder restaurar la confianza perdida, de un acto de reparación por el mal proferido, de una mejor relación personal o laboral, de mas paz consigo mismo, etc.
Pero si no estás dispuesto a ofrecer ninguna de estas posibilidades, entonces no esperes una admisión de culpa. Y de hacerlo, quizá sea únicamente por el deseo de quitarse un peso de encima y de sentirse moralmente a la altura.
Domina los hechos.
Hace poco fui testigo de una discusión entre dos personas en la que uno acusaba a la otra de mentir. Y se produjo de la manera en que suelen ocurrir este tipo de situaciones. El que acusaba no hacia mas que lanzar insistentemente acusaciones basadas en una evidencia mas bien imprecisa y vaga: "Has sido tú”. ¡Yo sé que has sido tú!". Y la parte contraria (el acusado) negaba por activa y por pasiva que había mentido o sido engañosa: "¡No, yo no he sido!, ¡no es verdad!”
Sin embargo, el acusador repetía sin cesar sus acusaciones mientras elevaba el tono de voz, seguido, como es de esperar, de las consiguientes negaciones en un tono de voz reciproco por parte del acusado.
Una de las razones por las que no podemos persuadir a otras personas cuando mantenemos una conversación es porque dedicamos demasiado tiempo a pensar en nuestras conclusiones y muy poco tiempo a considerar los hechos que realmente han acontecido. Si quieres ayudar a que un mentiroso “salga limpio” de la situación, lo mejor que puedes hacer es presentar un caso sólido basado en hechos, sin emitir juicios, ni acusaciones u otros calificativos candentes.
No le confrontes diciendo: "Estas mintiendo". Por ejemplo, comienza diciéndole: "Yo estuve en el despacho ese día trabajando hasta tarde y pude ver como entrabas a esa hora…"
Si te enfrentas a alguien que miente de forma reiterada, prepárate para describir con detalle su patrón de comportamiento, al igual que lo haces cuando ocurre en situaciones especificas. Mientras das ejemplos de esas situaciones especificas, vuelve una y otra vez al patrón de comportamiento donde quieres centrar la atención.
Trata de controlarte a ti mismo, no a la otra persona.
Antes de participar en una conversación, pregúntate a ti mismo: "¿Qué nuevo límite voy a tener que establecer entre nosotros si la mentira continúa?" Incluso si trasladas tus sospechas con la otra persona (el acusado) de una manera eficaz, e incluso tuvieras razón en tus alegaciones, la otra persona puede persistir en negarlo.
Si esto ocurriera, debes protegerte a ti mismo definiendo los nuevos limites de la relación. Si no lo haces, te veras sometido a la situación infructuosa de intentar controlar a la otra persona. Y esto te provocara un mayor estado de frustración, tanto a ti como a la otra persona.
Si ya has resuelto en tu cabeza que no se puede confiar en la otra persona, debes asumir la responsabilidad de tu decisión para evitar que te agrave aún más esta situación. Por ejemplo, puedes decidir distanciarte de la persona en el trabajo y definir tus nuevos límites de contacto en proyectos comunes, evitar trabajar en proyectos compartidos, o no involucrarte en tareas que pudieran implicar ciertos riesgos si tu eres el responsable.
Sin embargo, la forma más honesta de abordar esta nueva realidad es hacerlo abiertamente. Dile a la persona que todavía no te convence su respuesta. Hazle saber que no te gusta llegar a esta conclusión, pero que hasta que puedas estar convencido de lo contrario te comportaras de manera diferente hacia ella. Y luego, especifica cómo es esa manera. Pero concluye siempre trasmitiendo tu sincera voluntad de continuar esta conversación para tratar de llegar a una solución constructiva.