¿Quien soy yo realmente? Una explicación para ayudar a entenderte a ti mismo
No eres lo que pareces ser. O, quizás con mayor precisión, eres mucho más de lo que jamás hayas experimentado ser. Dentro de ti, en este momento, existen talentos y habilidades inimaginables que simplemente están esperando la llamada correcta para traerlos a la superficie y enriquecer tu vida de una manera que te emocione y te sorprenda. Estos se denominan “yoes” o selves y son estructuras individuales dentro de tu personalidad. Entiéndelos y tendrás la clave para calibrar mejorar la relacion contigo mismo.
Cuando naciste, eras completamente vulnerable, un ser indefenso, dependiente de otros para alimentarte, vestirte, protegerte y cuidarte. Cuando te cuidaban adecuadamente, te llenaba de alegría. Tu pequeño ser irradiaba amor incondicional. De hecho, todavía hoy irradias amor incondicional, porque es lo que eres en esencia pero tu habilidad para expresar amor real ha sido severamente reprimida como consecuencia de las experiencias que has vivido.
A medida que crecías, te dabas cuenta, a través de la experiencia directa, de que el mundo no estaba precisamente lleno de seres que aman incondicionalmente. Muchas personas, incluidas las personas cercanas a ti, estaban preocupadas, estresadas y expresaban emociones negativas. Las vicisitudes diarias eran demasiado para ellos, o quizá no se sentian capaces y, en sus propias mentes, no estaban atinando bien en el juego de la vida.
Con este estado interior se sentían abatidos, enfadados y llenos de dolor. Es posible que hayan tratado de ocultártelo, pero tu, con tu mente joven y perceptiva, pudiste ver lo que realmente estaba pasando. Incluso pudiste haber sido objeto de su negatividad y de sus frustraciones. Pudiste haber sido abusado, física o psicológicamente. Además, descubriste que el mundo era un lugar lleno de peligros, no solo en el mundo natural, sino también en el mundo civilizado, el mundo de las personas.
Tenías que defenderte. Y lo hiciste construyendo un escudo en tu sistema que se convirtió en tu protección para tu supervivencia y tu bienestar. Esta cubierta protectora era tanto positiva como negativa, y lo que usabas para expresarte. Era la máscara que usabas y la que continúas usando a día de hoy. Y es la máscara con la que aún te comunicas contigo mismo y con el mundo exterior, en tus relaciones.
Debido a tu familiaridad con esta mascara, sientes que representa la persona que realmente eres. Pero la palabra "máscara" proviene de la palabra "persona" y es lo que tu experimentas como tu "personalidad". Tu personalidad es solo una máscara usada por tu "Yo". Es tu identificación con tu personalidad, en vez de con tu "Yo", la que crea una dualidad en lugar de una integridad en tu sistema. No es ni bueno ni malo, es simplemente la forma en que funcionamos.
La clave está en que lo entiendas y lo aceptes, y al hacerlo, integrarlo para moverse hacia la esencia de uno mismo. Esta reintegración es la gran oportunidad en la relación contigo mismo y con los demás. Todos los problemas en las relaciones surgen cuando las personas se aferran a identificarse con la personalidad y a protegerla, en lugar de al "Yo", tambien llamado "Sí mismo". Este aferrarse y proteger la personalidad bloquea tu capacidad de sentir verdadero amor.
Tu personalidad es una facultad polifacética. Se compone de muchas partes diferentes, cada una con su propia identidad e individualidad. Puedes ver esta multitud de “yoes” diferentes en tu propia vida. La forma en que te relacionas con tu pareja es diferente a la forma en que te relacionas con tus padres o amigos. La forma en que te relacionas con tu jefe es diferente a la forma en que te relacionas con tus hermanos. La energía que sientes cuando estás lleno de amor es diferente a la que expresas cuando haces deporte, estudias para un examen o discutes duramente con alquien.
Con anterioridad, se pensaba que estas partes diferentes eran solo expresiones diferentes de una estructura de personalidad, pero ahora sabemos que hay miles de estructuras individuales reales llamadas "sub-personalidades", que, juntas, conforman lo que llamamos la personalidad.
Es la fuerza de supervivencia la que construye tu personalidad. Durante los primeros meses de tu vida, crees que en realidad eres tu madre. Esto es porque has estado en su vientre, escuchando su voz, sintiendo sus emociones y viviendo todas sus acciones e interacciones. En tu mente, tú y ella sois uno. No solo fue la fuente de tu vida, también fue quien la sustentó, alimentándote, cuidándote y amándote. Cuando estabas en sus brazos, si ella rechazaba cualquier comportamiento que expresabas, o incluso si estaba preocupada por algo y no te estaba dando un amor incondicional, se sentía como la muerte para ti.
Y cualquier otra persona que no te tratara con amor también se convertía en una amenaza. Así que comenzaste el proceso de construir una estructura defensiva en torno a tu vulnerabilidad. Era la única forma en que podías vivir en la jungla de la vida. Este es el proceso de desarrollo ordinario de cada ser humano. Y afecta a toda tu vida.
Desde la infancia en adelante, probaste una variedad continua de patrones de comportamiento y modos de autoexpresión. Algunos de estos eran rechazados por aquellos que te criaban, otros eran aceptados y apreciados. Son estos últimos lo que eventualmente retenías. Por ejemplo, si uno de tus padres te elogiaba por unas notas y un trabajo excelente en el colegio, eso te daba seguridad y supervivencia, por lo que mantenías el comportamiento de buen estudiante. Y éste se convertía en un "yo" o “sub-personalidad”.
Si expresabas enfado o disgusto y eso estaba mal visto, o eras castigado por ello, entonces evitabas expresarlo de nuevo, ya que amenaza tu propia supervivencia. Esta parte de ti rechazada todavía es un "yo", que emergerá a la superficie y estallará en los momentos mas inoportunos e inesperados. Y siempre lo hacen.
Cada modo de expresión que tienes es un “yo” individual. Tienes varias personalidades diferentes, como el perfeccionista, el analista, el crítico interno, el ambicioso, el comediante, el complaciente, la victima, el agresor, el manipulador, el juguetón y así sucesivamente.
También tienes esa otra multitud de “yoes” que intentaste expresar, pero que fueron rechazados. Estos se llaman los "yoes repudiados". Todavía viven en tu inconsciente, motivándote, porque aquello que niegas y reprimes, lo traes a tu vida como un reclamo. Si encuentras a alguien fascinante, es porque tienes un yo idéntico dentro de ti, que está enterrado.
Por ejemplo, un hombre de negocios implacable, que ha reprimido su yo femenino, en lo que respeta a la delicadeza, cuidado y sensibilidad, se encontrará fascinado y fuertemente atraído por una mujer muy femenina, que nunca ha expresado su lado duro y despiadado. Ella también le encontrará atractivo, porque él representa para ella, todo lo que ella desconoce de su propia personalidad.