Viernes, 27 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

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¡Gracias, Sra. Merkel!

por Luis Antequera

 
            Comprendo que lo fácil tal día como hoy, es decir que las medidas económicas que se han hecho públicas ayer en el Congreso de los Diputados no son las adecuadas, aunque sólo sea de cara a crear el caldo de cultivo imprescindible para que el incapaz que habita la Moncloa desde que se produjo la constelación fatal de hechos necesaria para que la ocupara, la abandone por fin. No crean Vds. que no es lo que me pide el cuerpo, porque soy de los que cree que el gran sobrecoste que paga la economía española, y no sólo ella, la entera convivencia entre españoles, se llama José Luis Rodríguez Zapatero, cuya sola marcha del país sería capaz, por sí misma, de hacer subir la bolsa, la confianza generada por España en el mundo, la calificación de la deuda, la inversión extranjera y cuantos índices sean Vds. capaces de imaginar.
 
            Ahora bien, aceptemos la realidad. Desde hace unos días se atisba en el horizonte, y ayer se ha concretado: ya no es Zapatero, ni siquiera su Gobierno, el que dirige la economía española. Otros campos sí, ojo, y aún nos esperan, si este señor no abandona la Moncloa a la voz de ya, unos pocos de esos debates devastadores a los que tan aficionado es y en los que volveremos a preguntarnos quiénes somos, si se puede ser progre y ser cristiano, si somos o no españoles, ¡si existe España!, y tantas y tantas cosas. Porque como todos sabemos, este señor que nos gobierna, presa enfermiza de irredentas y desargumentadas fobias infantiles, lo hace desde el principio de que la mitad de los españoles son malos, la otra mitad buenos, y él es el mesías esperado desde el inicio de los tiempos para salvar a éstos de aquéllos.
 
            Ahora bien, la economía española, lo que se dice la economía, ya no la gobierna él. Y menos aún que él, ese espectro de ministra a la que vemos hacer aspavientos en cada cumbre europea, cargada de papeles, recorriendo los pasillos de no se sabe qué organismo, detrás de no se sabe qué jerifalte, aparentando tener alguna jurisdicción en un ministerio en el que nunca mandó. Hasta ayer, porque lo hacía un indocumentado que había aprendido economía “en dos tardes”. Desde ayer, porque lo hace la nueva Ministra española de economía, la Sra. Dª Angela Merkel, con su flamante Secretario de Estado, el Sr. D. Barack Obama. Una Sra. Merkel a la que, desengañémonos, debemos pues, y sólo a ella, las medidas presentadas ayer en el Congreso de los Diputados español.
 
            Todo esto dicho, y por impopular que sea aceptarlo como ya reconocí al inicio, las medidas presentadas ayer me parecen acertadas. Naturalmente que me uno al dolor y al esfuerzo que van a tener que hacer en adelante funcionarios y pensionistas (un dolor que, por otro lado, se añade al que en el sector privado sentimos, desde hace tiempo ya, tantos asalariados y autónomos). Al fin y al cabo ¿quién no tiene funcionarios o pensionistas en su casa, en su familia, entre sus amigos? Yo sí, desde luego, y muchos. Pero lamentablemente había que hacer lo que se ha hecho. Es más, debería haberse hecho hace ya varios meses, algún año, quizás dos, con lo cual, muchos de esos funcionarios y pensionistas no estarían, como están hoy, alimentando al cónyuge, a hijos, hermanos, cuñados y sobrinos que habían pagado antes que él, y no con una bajada de sueldo sino con su entero puesto de trabajo, las mamarrachadas realizadas desde Moncloa, hasta que la economía española ha tenido que ser intervenida desde el Bundeskanzler, cosa acontecida ayer.
 
            Así pues, me dirijo a partir de ahora a Vd., Sra. Merkel, verdadera y única ministra española de economía. Y lo hago para decirle que las medidas que mandó Vd. presentar ayer al Sr. Zapatero en el Congreso de los Diputados me parecen las adecuadas, no tanto buenas como absolutamente necesarias. Ahora bien, tan necesarias como insuficientes, si me permite Vd. añadir. A ellas han de seguir, y con carácter de urgencia, otras muchas, Sra. Merkel. Para empezar, la reducción del equipo de Gobierno del que desde ayer forma parte Vd. en un 25-30% de sus elementos, con la eliminación urgente de los ministerios de Igualdad, Vivienda, Ciencia e innovación, y Cultura, y dos vicepresidencias (o las tres).
 
            Esto hecho, y con parecida urgencia, eliminación inmediata del ingente ejército de chupópteros y asesores que pululan por las infinitas administraciones españolas. Y con similar premura, reducción drástica de las remuneraciones de los infinitos políticos españoles, a saber: disminución de los sueldos de ministros, secretarios de estado, diputados, senadores, diputados autonómicos, consejeros autonómicos, en una cantidad necesariamente superior a aquélla en la que se ha reducido el sueldo de los funcionarios ayer: estoy hablando de un mínimo del 20%. Reducción al mínimo concebible, en muchos casos la totalidad, de las prebendas invisibles de las que gozan esos mismos cargos, a saber, pensiones de por vida al cumplir pocos años en su responsabilidad política, exención de impuestos, sueldo íntegro durante dos años una vez abandonados determinados puestos, acumulación de sueldos, coches oficiales, VISAs inagotables, viviendas gratuitas, viajes gratuitos a cargo del erario público... Primero, porque nunca fue justo que los políticos tuvieran esas prebendas, a todas luces desmesuradas. Pero también y no menos en el concreto momento por el que pasamos, por necesaria e imprescindible ejemplaridad, sin la cual, cualquiera de las medidas que pueda Vd. adoptar desde su ministerio, Sra. Merkel, será drástica y legítimamente cuestionada.
 
            Amén de ello, Sra. Merkel, ¿conoce Vd. del despilfarro que se produce en la administración autonómica española? ¿Sabe Vd., Sra. Merkel, sólo a modo de ejemplo, que este pequeño país llamado España, hace sesenta años uno de los más pobres de Europa, hoy algo menos, está representado con dieciocho verdaderas embajadas en algunos países del mundo? ¿Conoce Vd. la red de embajadas implementada por una región española llamada Cataluña? ¿Sabe Vd. que en Cataluña el despilfarro es tal que para una reunión catalano-guatemalteca se pagan traductores del español al catalán? Por cierto, Sra. Merkel, ¿está Vd. al corriente de la nueva partida de cuyo coste ni se atreven a informarnos, que se va a proveer en el Senado español para dotarlo con un cuerpo de traductores del español al catalán, al vascuence, al gallego y de todas estas lenguas entre sí, siendo así que todos los senadores hablan el español y muchos de ellos la que no hablan es justamente la lengua de la región por la que fueron elegidos?
 
            Luego están los sindicatos, Sra. Merkel. ¿Sabe Vd. Sra. Merkel que en España hay casi 60.000 liberados sindicales que cobran en sus empresas por no hacer nada, y que no se representan más que a sí mismos ni tienen otro interés que el de mantener tan golosos puestos de trabajo, mostrando un grado de crítica rayano a cero para con el Gobierno, incumpliendo, en consecuencia, el mandato constitucional de representación que les da razón de ser?
 
            Sra. Merkel, desde el Ministerio de economía que ahora regenta Vd., es urgente acometer cuanto antes la reforma laboral, abaratando el despido sí, pero abaratando, sobre todo, la contratación, para que empiecen a crearse puesto de trabajo en este país que declara -¡vaya Vd. a saber cuantos son en realidad!- 4.600.000 parados.

            Y acometa Vd., por favor, en cuanto haya nombrado al nuevo titular del Ministerio de Industria y con toda la urgencia de la que sea capaz, la reforma del sector energético: ¿sabía Vd. Sra. Merkel, que en España no se construye ni una presa ni una central nuclear desde hace sabe Dios cuantos años, y que el país está lleno de espantosos molinitos y aún más horribles espejitos, que producen electricidad a un coste tres veces superior al de una central nuclear, y que ese sobrecoste se paga vía presupuesto, vale decir todos los españoles, consumamos o no dicha energía y estemos a favor o no de tanto dispendio neoprogre, mientras el ineficiente sistema energético español ha de importar de Francia el 10% de sus necesidades eléctricas?
 
            ¿Está Vd. informada, Sra. Merkel, de la pésima calidad de la enseñanza pública española? ¿Conoce los informes que nos ponen a la cola de todos los países de nuestro entorno? De acuerdo, Sra. Merkel, no es Vd. Ministra de Educación, lo reconozco, no al menos todavía, pero a lo mejor desde Economía hay algo que Vd. pueda hacer: es urgente, Sra. Merkel, no vea Vd. cómo estamos educando a nuestros niños, unos niños que, por cierto, tendrán que pagar nuestras pensiones... (¿cómo lo ve Vd.?).
 
            En cualquier caso, gracias, Sra. Merkel, gracias de todo corazón por haber aceptado la delicada tutoría de nuestro presidente. Y por cierto, no quiero terminar ésta sin pedirle disculpas en la parte que como español me corresponde: ahora bien, que conste que yo no creo que sea Vd. una fracasada –para mí que sólo lo cree el Sr. Zapatero, que él sí, es un lenguaraz y un maleducado-, sino que muy al contrario, la admiro mucho, y le agradezco que siga Vd. tutelando a ese incapaz que elegimos un día -un día no, dos; fíjese Vd. que ni siquiera descarto que lo hagamos todavía un tercero- los españoles.

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