Domingo, 22 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

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Jeremías y la ¿libertad religiosa?

por La Columna del #CoronelPakez

Este diario es un remanso de paz y de esperanza, ciertamente. Uno quisiera respetar siempre este espacio sagrado de la alegría. ¡Lo anhelo tanto! El buen Dios me hizo depresivo y melancólico, igual que al monje Altisent. También me hizo iracundo, como a San Josemaría.

La ira es un gran pecado. Así que imploro su compasión y su perdón, y permitan que entre en materia sin más preámbulos.

Veo alguna entrevista en la COPE y en TRECE TV, entes mediáticos que reciben subvenciones, como la Iglesia misma, del estado genocida que financia y promueve el aborto y la eutanasia. Dinero manchado de sangre. Como el de los conciertos de los colegios católicos, cuyo fracaso es evidente en términos personales, familiares y sociales. En 1960 llenaban los seminarios españoles 22.000 aspirantes al sacerdocio. Hoy, 1.000 siguen sus huellas. Si los colegios y las familias hubieran mantenido la fe sin rebajas mundanas y pactos políticos, a lo mejor el desastre sería menor. No hablo de un mercado competitivo: la educación era un cuasi monopolio de la Iglesia Católica. Es solo un dato de los muchos que se pueden ofrecer de este naufragio inaudito.

Entrevistas... Curas, periodistas, ¡obispos! Todos hablando del golazo masónico de la "libertad religiosa". No hay tal. No debe existir tal libertad. Sigue la lógica del derecho satánico a tener un hijo o a cambiar de sexo. La masonería introdujo el concepto "libertad religiosa" para dejar claro que todas son iguales, lo cual constituye la mitad del pecado imperdonable contra el Espíritu Santo. (La redacción del artículo 16 de la Constitución española es perversa porque hace que esa dicha libertad religiosa, o de culto, dependa del "orden público"; comprendan que no hay nada más fácil que calificar de "disturbio público" la Procesión del Corpus o la Semana Santa de Sevilla).

No. Solo hay una religión verdadera -que no es una "religión", sino una Persona, Cristo- y no hay salvación fuera de la Iglesia Católica Apostólica y Romana. El Señor fue radicalmente claro cuando dijo: "Yo soy el camino, la verdad y la vida". No hay más caminos, sino herejías y cultos satánicos. Punto. Cuando se enseñaba esto, y se decía PÚBLICAMENTE esto, los seminarios rebosaban. Cuando se hablaba de la condenación infernal y eterna como peligro real para cada uno de nosotros -"Todos pecaron", afirma rotundo San Pablo-, las familias rezaban el Rosario y los templos se llenaban, y los blasfemos y pecadores lo eran también de verdad: renegaban de Dios, insultaban a Dios. Hoy reina la tibieza, la tolerancia hipócrita: el propio Dios de los Ejércitos nos vomitará de su boca. Entiendan: "Ejércitos celestiales", que alguno habrá que me acuse de franquista. (Por cierto, Franco salvó a la Iglesia en España y se lo agradecen permitiendo profanaciones y exhumaciones, no sea que nos quiten la subvención, hermano). 

¿Libertad religiosa? Error satánico y pecado contra el Espíritu Santo. Persecución religiosa es otra cosa. La hay, sin duda. De cristianos y de herejes, sean judíos, muslimes o protestantes; sean animistas o politeístas, etc. Es decir, sean católicos o sean gentes que los católicos tenemos la obligación de convertir para que se salven del fuego eterno. Por tanto, pese a la persecución, terrible en muchísimos lugares, bienvenido sea el martirio del cuerpo. Sangre de  mártires, semilla de cristianos. Dramático, sí, pero gozoso para la Iglesia en su conjunto: militante, purgante y triunfante.

Pero ¡ay! ¡Ay de España y de este Occidente emponzoñado! Escuchad a Cristo una vez más y entended: "No temáis a los que matan el cuerpo; temed más bien a aquel que puede matar el alma y conducirla a la Gehenna del fuego". Transgéneros, sodomitas impenitentes, abortistas, promiscuos, lujuriosos, ladrones y corruptos, hijos del "mal menor": lucifer os ha robado el alma, ¡sois zombies sin vida en este planeta, y seréis almas ardientes en el fuego que no se apaga! 

Esta es la peor persecución. No la de Corea o de Nicaragua o Pakistán. Almas condenadas ante nuestra indiferencia y nuestra complicidad con élites y gobiernos diabólicos que nos tienen calladitos porque nos dan dinero. "No podéis adorar a Dios y a Mammón", siendo este demonio el de la avaricia y el acopio egoísta. Horrible espíritu. "Y los fariseos se reían de Él", de Cristo, claro, porque despreciaba la pasta y la componenda y la concupiscencia de la vista.

El "mal menor" también filtrado desde las logias (pregunten a CUALQUIER político español de hoy, y a cualquier padre de la Constitución masónica de 1978), el "mal menor" nos ha traído la descomposición social y familiar, la legalización de aberraciones sin nombre, la pérdida de la autoridad de maestros, policías, médicos, enfermeras, etc. El "mal menor" es la segunda mitad del pecado contra el Espíritu Santo porque permite sustituir a Dios, prescindir de Dios. "Seréis como dioses", ya lo saben.

Pues bien, les advierto de que el martirio está a la vuelta de la esquina, gracias a Dios, quien, una vez más, limpiará tanta infidelidad y tanta basura. Y me limito a repetir lo que leo: la ONU, Bruselas, Bilderberg, Klaus el del mandil y demás agentes de satán, van a declarar "delito de odio" el hecho de negar los dogmas LGTBIQ+. Esto significa cárcel, campos de reeducación y de concentración y exterminio. En China, más de 460 millones de cámaras vigilan a los ciudadanos y catalogan minuciosamente a los buenos y a los malos. A los malos, los que practican su fe, los exponen públicamente en pantallas si son "reincidentes" o contumaces. Y si siguen, hay magníficos campos en territorio uigur, por ejemplo. Las cámaras las tenemos en cada puente, en cada autopista, casi en cada esquina. Solo deben activarlas para que, además de robarnos con multas, nos controlen. 

¿Se puede evitar? Sí. La Biblia está llena de misericordiosos cambios de opinión del buen Dios. Solo hay que gritar la Verdad; rechazar el dinero manchado de sangre o de orines; rascarnos el bolsillo los católicos; defender nuestros templos y a nuestros pastores; cerrar toda estructura que no sirva para evangelizar en la única y verdadera religión. Y excomulgar a todo miembro de la Iglesia, consagrado o seglar, que transija con lo "woke" y la ideología de género. Si defiende la sodomía debe ser expulsado o encerrado, y, si se arrepiente, condenado a la más dura de las penitencias. San Francisco y San Antonio y tantos otros las hacían voluntariamente: la penitencia es el más hermoso regalo de Jesús a un alma.

¿Les sueno a Jeremías? Lo siento. Más sentiría no haberles advertido.

Ya pueden reírse de este viejo loco.

Paz y Bien, si ustedes quieren. Si no, no los tendrán jamás.

 

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