Valencia y el Libro de Job
«Así habla el Señor: ¡Escuchad! En Ramá se oyen lamentos, llantos de amargura: es Raquel que llora a sus hijos; no quiere ser consolada, porque ya no existen» (Jer 31,15).
"Para hablar de esperanza a quien está desesperado, se necesita compartir su desesperación; para enjugar una lágrima del rostro de quien sufre, es necesario unir a su llanto el nuestro. Solo así, nuestras palabras podrán dar un poco de esperanza. Y si no puedo decir palabras así, con el llanto, con el dolor, mejor el silencio. La caricia, el gesto y nada de palabras." (Papa Francisco, audiencia general 4.1.2017)
El dolor es el gran misterio del hombre y solo tiene sentido gracias a la Palabra de Dios. Para descubrir este sentido es necesario el deseo o la necesidad apremiante de leer la Biblia. Casi nadie lo hace. A los niños se les oculta y escamotea su lectura. Los jóvenes de las escuelas públicas carecen de esperanza. Matar toda esperanza es un crimen, porque sin esperanza no hay vida humana digna de ser vivida. Es otro crimen moderno, uno más, que clama al Cielo.
La Biblia contiene y explica todo lo que ha pasado, lo que pasa y lo que pasará en este mundo y en el otro. Muchas veces lo expone literalmente.
Es el caso de la desolación de Valencia.
Y es el caso del Libro de Job.
Ante su desgracia, Job reacciona deseando no haber nacido: todos sus hijos han muerto, toda su familia y todas sus propiedades, todo lo suyo, ha sido destruido y él cae enfermo de lepra. Morir sería una bendición. Pero él no muere.
¿Por qué se abate la desgracia tan cruelmente sobre Job? Porque el demonio ha actuado contra él. ¿Por qué? Porque Dios se lo ha permitido. ¿Por qué? Para mostrarnos que la lógica de Dios, Amor infinito, es que mueran justos por pecadores. El primer justo que murió por los pecadores fue el mismo Dios, el Hijo encarnado, Jesucristo, una de las tres Personas Divinas. ¿Misterio? Oh, sí. Pero un misterio presentado con hechos irrebatibles: Dios muere en la Cruz. Dios ha sido insultado, torturado, escarnecido, escupido y asesinado. Dios, el Justo de los justos, ha muerto por los pecadores, por nosotros.
En vez de culpar a gobiernos, ministros y ejércitos, cada uno debería examinarse para ver qué parte de culpa tiene en el drama de Valencia. ¿Son más culpables los que han muerto o sufren ahora como Job que nosotros? No. Y "todos moriréis de igual modo si no os convertís". ¿Estoy hablando de castigo divino? No. Estoy hablando de justicia. ¿Qué juicio merece el crimen del aborto? Son más de cien mil niños asesinados antes de nacer. ¿Y el crimen de la droga, el tráfico de armas, la locura de la guerra, la esclavitud en Africa, Asia y Europa? ¿Qué juicio merecen los genocidas, los pederastas, los violadores, los ladrones, los políticos que no sirven más a que a una oscura patología causada por el vicio del poder?
Todos estos pecadores, y nosotros mismos, somos salvados -ahora- por la muerte de miles de inocentes en Valencia. Víctimas que gozan ya de la luz y de la paz. Inocentes como los asesinados por Herodes. Como el propio Job.
Job, tras un largo y terrible duelo, acaba aceptando esa Voluntad salvadora de Dios. El justo acepta su desgracia por los pecadores: esto es exactamente lo que hicieron nuestros mártires en 1936; es lo que hacen todos los mártires, morir por salvar a otros que "no saben lo que hacen".
Quien busca el descanso en esta vida es un tonto, porque no lo hay. Y ahora, en Valencia, no hay consuelo. Solo lágrimas de dolor que purificarán las aguas pútridas, envenenadas de gérmenes y patógenos por la desidia de unos y la malvada inacción de otros.
No hay consuelo en Valencia.
Recen. Es lo mejor que se puede hacer. Y perdonen a los culpables, para no perder La Paz.
CODA: Circulan teorías conspirativas sobre la posible causa artificial de la gota fría. Teorías que incluyen la ingeniería climática, la venganza de Israel porque España canceló un gran pedido de munición a ese país, la tecnología HAARP usada por Estados Unidos desde Marruecos, la misma tecnología rusa para destruir la base de la OTAN de Bétera, planes masónicos llenos de simbologías luciferinas y paganas (las fechas de conmemoración de difuntos, etc), la política criminal de destruir a un presidente autonómico a costa de miles de muertos, el silencio de Ayuso, en fin, teorías para todos los gustos. Sin embargo, todas transparentan a un personaje terrible detrás de la cortina de la desolación, un personaje que está dando sus últimos coletazos antes de su caída definitiva en el Abismo eterno.
Puedo aventurar una profecía: será España quien remate al Asesino, como lo hizo con Napoleón y Stalin. Será muy pronto: cuando en Valencia el dolor llegue al paroxismo. Y un ejército de almas inocentes invada la Meseta.
Sobre ingeniería climática:
https://www.ecologistasenaccion.org/30328/geoingenieria-y-modificacion-del-clima/