Domingo, 22 de diciembre de 2024

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En la Iglesia no hay cortinilla

En la Iglesia no hay cortinilla

por Los Tres Mosqueteros

Hoy voy a intentar explicar a qué me referí en mi anterior artículo (La cortinilla, ver aquí) cuando digo que no hay primera y segunda clase de cristiano (monástico y seglar) sino que todos somos "de la misma categoría". Está claro que esto necesitaría mucho más que un artículo de blog pero es lo que hay, así que ahí va.

Mi afirmación fue que, contrariamente a lo que muchos piensan, todos podemos seguir de cerca a Dios y todos podemos entregarnos totalmente a Él. Sin embargo, existe la sensación de que los sacerdotes y monásticos (e incluyo aquí los seglares que hacen votos y promesas) se entregan "más" que los seglares a secas, y siguen "más de cerca" a Dios (en palabras del propio Código de Derecho Canónico).

Esta sensación tiene un fundamento, digamos, entendible. Si uno renuncia a casarse, a tener una familia, al dinero, a disponer libremente de su voluntad, etc., y lo hace "por entregarse más a Dios", lo normal es que la gente piense que esa persona se entrega más a Dios que el que no renuncia a esas cosas y se las queda para sí.

Pero esta forma de razonar es equivocada, por lo siguiente:

- El que renuncia a las cosas lo hace (o debe hacerlo) por amor a Dios.

- Pero el que decide utilizarlas -y no renunciar a ellas- también lo hace (o debe hacerlo) por amor a Dios.

Es decir, los dos eligen libremente una forma de ser cristiano, muy distintas entre sí en lo accidental (renunciar o utilizar) pero iguales en lo fundamental: para amar a Dios todo lo que puedan, hasta ser santos.

Alguno podría decir que lo anterior es una bonita teoría pero que en la práctica la vida del monástico y del sacerdote es mucho más sacrificada que la del seglar. ¿Tienen razón? Desde luego que no. Lo explicaré con unos ejemplos:

Qué supone más entrega:

- ¿Renunciar al dinero o luchar para que la avaricia, la codicia y el egoísmo no se apoderen de ti por tenerlo?

- ¿Renunciar a poseer cosas o administrarlas cada día como a Dios le agrada?

- ¿Renunciar a tener familia e hijos o trabajar cada minuto para educarlos y llevarlos hacia Dios?

- ¿Vivir apartado del mundo o salir cada mañana de casa a luchar por mejorarlo?

Son sólo ejemplos pero creo que se entiende a donde quiero llegar. La intuición nos dice que ambas cosas (renunciar y utilizar) deben ser igual de sacrificadas... si las dos se hacen bien. Y la lógica nos dice que si cada uno elige el modo que considere mejor para amar a Dios, ambos serán igual de agradables a Él. 

En conclusión, no hay primera y segunda clase de cristianos, ni una forma de ser cristiano que siga "más de cerca" a Dios o que se entregue más a Dios. Lo que sí hay es cristianos mejores y peores, que quieren amar más o menos a Dios, que trabajan más o menos por ser santos y hacer un mundo mejor. Pero todo esto con independencia de si son monásticos, seglares o sacerdotes.

Aramis

lostresmosqueterosblog@gmail.com

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