De las hostias de Piqué y de Bardem
por Luis Antequera
Ha declarado el futbolista del F.C. Barcelona Piqué que el resultado 2-6 que consiguió el año pasado su equipo en el Bernabeu frente al Real Madrid “fue la hostia”. La primera vez que el actor Javier Bardem fue nominado para un oscar hace ya diez años por la película Antes que anochezca, cosa que nunca antes había sucedido a un actor español, fue preguntado en una cadena de televisión cómo se sentía en situación tal. Javier Bardem dedicó la más cinematográfica de sus miradas a la cámara, tomó aire, se lo pensó reposadamente. Era la escenografía apropiada a una gran declaración de las que hacen época y no son olvidadas jamás. La ocasión lo merecía. Finalmente, tanta energía contenida estalló y dijo Bardem: “La hostia”. Y se quedó como desinflado.
Hay quien quiere disfrazar la etimología de la castiza expresión quitándole la hache, como si hostia con hache no fuera la misma cosa que ostia sin hache. Yo no quiero entrar en los aspectos ortográficos o etimológicos de la cuestión. Tampoco en lo malsonante de la expresión. Ni siquiera en lo que de ofensa representa para muchas personas la utilización de la palabra en tan excéntrica acepción.
Sí me interesa en cambio expresar una vez más mi estupor y mi congoja por el escasísimo nivel de expresión alcanzado por las personas públicas españolas. Estar ante un resultado irrepetible como un 2-6 en el Bernabeu frente al considerado el mejor equipo del s. XX por la FIFA, o en la tesitura de ser el primer español en ganar un óscar en toda la historia de la cinematografía española, y que todo el repertorio terminológico de quien en tales situaciones se hallan se reduzca a una hostia, produce el más profundo de los pesares y la más intensa de las congojas.
En el caso del Sr. Piqué, se trata de un futbolista sin mayores ínfulas, cuyo perfil social y formación académica, además, desconozco. En el caso del Sr Bardem, se trata por el contrario, de quien ha nacido en un ambiente como algo más que acomodado, que ha tenido todas las oportunidades para aprender a expresarse no diré refinada, pero sí al menos, adecuadamente, y que, por si todo ello fuera poco, y como muchos de los que integran su profesión, se hace llamar artista y se intitula, -a lo que se ve de manera manifiestamente gratuita-, "intelectual".
Quisieron romper moldes y mostrarse transgresores. Sólo han demostrado ser unos groseros y lo que es mucho más grave, una incapacidad expresiva y comunicativa preocupantemente escasa que les invalida como hombres públicos. Lo que si grave es en un futbolista, mucho más lo es, convengámoslo, en tan eximio componente de la intelectualidad española como lo es el Sr. Bardem.
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