Éxodo
“Esto no es una caravana, es un éxodo creado por el hambre y la muerte”, afirma Irineo Mujica, director de Pueblos sin Frontera, organización no gubernamental en pro de la migración. “Éxodo, es una palabra bíblica que describe a una gran cantidad de gente que deja su país y se va hacia donde cree que pueden encontrar mejores condiciones de vida, y creo que es lo que está pasando en estos momentos”, añadió.
En Honduras, la gente está cansada de la pobreza, la violencia y la falta de oportunidades. Desde inicio de siglo, el 60 por ciento de los hondureños viven en situación de pobreza. Según datos del Colegio de Economistas de Honduras (CEH), el mercado laboral es de unos cuatro millones de personas, es decir, el 45 por ciento de la población, y solamente 600 mil trabajadores hondureños cuentan con seguridad social. Y ojo a este terrible dato: entre 400 y 500 personas emigran cada día de Honduras.
Unos dicen que 5 mil, otros que 7 mil, pero según el conteo del padre Mauro Verzeletti, director de la Casa del Migrante en Guatemala, son 11 mil los hondureños que conforman la caravana tal vez más inhumana en la historia de la migración y que inició este viernes 12 de octubre. Los analistas afirman que alrededor de 5 mil ya han dejado la caravana durante estos quince primeros días.
Familias enteras, niños, ancianos, jóvenes con los ojos firmes en Estados Unidos, sin importarles cómo es la frontera, quién es Trump o qué acciones ejecutarán los policías.
Las historias alrededor del éxodo que vemos en los medios son desgarradoras. México cuenta con una serie de medidas de protección internacional con el fin de respetar los derechos humanos de los migrantes pero también busca que cumplan sus requisitos. Sin embargo, por el miedo a ser deportados, cientos de ellos prefieren pasar de largo frente a los albergues y no aceptar más ayuda que la que reciben de las personas en calles y carreteras. Prefieren enfrentar cualquier peligro, incluso la muerte, antes que regresar.
Niveles históricos han alcanzado las cifras de inmigrantes indocumentados detenidos en la frontera norte de México: 16 mil 658 personas arrestadas solo durante el mes pasado; la gran mayoría centroamericanos.
Ahora, con el éxodo de hondureños y las caravanas que ya se conforman en otros países como en El Salvador, la afrenta en contra de Trump y de su política de tolerancia cero se vuelve ingente. Y el Presidente de los Estados Unidos sigue urgiendo a los migrantes a regresar a su país porque en el suyo no serán bienvenidos.
La posibilidad de que todo sea un montaje financiado por algunos enemigos de Trump con la intención de dañar su imagen ante la proximidad de las elecciones del 6 de noviembre, nos pone los pelos de punta: ¿se puede jugar así con tantas vidas humanas? ¿Este tráfico de personas no es peor que la esclavitud de los siglos XVI al XIX?
¡Qué diferente es la voz de la Iglesia que es la expresión del Evangelio! Ante esta triste y desoladora situación de emergencia humanitaria, los Obispos de México han hecho un llamado a acoger y proteger a los migrantes que van de paso en un comunicado publicado por la Conferencia del Episcopado.
Todos los que integran este éxodo y los que vendrán después tienen hambre, están cansados, enfermos, han perdido todo menos la esperanza de levantarse un día, en donde sea, y tener lo indispensable para vivir con dignidad. “No se les puede decir sólo ánimo, paciencia. Hay que darles una esperanza concreta”, dice el Papa Francisco.
La migración es hoy una realidad compleja, difícil de afrontar y aún más de solucionar. Pero todos y cada uno de nosotros podemos hacer algo concreto, tal vez sencillo, para evitar el dolor y la tragedia de tantos que hoy caminan y caminan, tal vez engañados, seducidos o desesperados pero que encuentren en nosotros esa “esperanza concreta” de la que habla el Papa.