Pedir perdón
Pedir perdón
Estamos en Cuaresma, tiempo particular de pedir perdón. El Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, en medio del ambiente cuaresmal invita a pedir perdón.
Pero no lo hace pidiendo perdón él mismo (porque todos tenemos motivos para pedir perdón) sino invitando al Papa y al rey de España a que “expresen de manera pública y oficial el reconocimiento de los agravios causados”.
Estas cartas con el fin de dar inicio a un “proceso de reconciliación” entre México y España a un año de conmemorar la caída de Tenochtitlán, han polarizado la opinión pública. Editoriales, foros, debates, memes y más memes, en fin, aluvión de reacciones y, en muchos casos, en dirección contraria a lo que las cartas pretendían que era buscar una reconciliación.
Se echa en falta la acción diplomática previa y tan necesaria en estos casos, así como la presencia de la actuación de la Cancillería.
Las cartas no tanto, pero el video grabado en Centla denota una ideología de fondo que no es acertado adjudicarla a todos los mexicanos pues la mayoría no piensa así ni solicita a esta alturas de la historia un perdón por lo sucedido hace cinco siglos.
Con los jóvenes que he hablado estos días del tema, no muestran casi nada de interés pero a todos les gustaría poder visitar España algún día y se consideran más o menos católicos y, por cierto, muchos de ellos votaron por Andrés Manuel.
¿La interpretación de la historia puede ser objetiva? Es éste un tema que provoca diversidad de opiniones. La llegada de los españoles marcó el encuentro de dos mundos y de ese encuentro los frutos han sido mucho mayores que las heridas.
Invito a quienes quieran a leer un estudio objetivo y equilibrado a que lean el libro “Ecosistema cultural en México”, del cronista de la ciudad de Guadalajara, Armando González Escoto, publicado este mismo año. Pero para leer estos libros hay que tener ganas, un poco de tiempo y deseo de conocer los datos de una historia que no se puede resumir en un par de folios.
Hoy en día la relación entre México y España es una de las mejores de la historia. Esto incluye un enorme abanico de realidades que van desde las relaciones diplomáticas hasta las preferencias de los equipos de futbol entre los niños.
Así mismo, la relación con la Iglesia. El viernes pasado, día 29, el periódico MURAL (el más importante del Occidente de México) publicó una encuesta en la que la Iglesia aparece como la institución de mayor confianza entre los jaliscienses, con un 83 por ciento a favor y sólo un 17 por ciento en contra. Y esto con todo y los vientos en contra que aún soplan fuera y dentro de sus muros.
Muchos han calificado lo sucedido como un factor distractor pretendido por el actual Gobierno a causa de los problemas políticos que no está consiguiendo resolver. Ahí no entro porque ni hablo de política en este blog ni cuento con elementos que me concedan la capacidad de definirme al respecto.
Hace pocas horas, una mezquita de Sevilla pedía al rey Felipe VI que se disculpe por la violencia de la Reconquista. Si ahora empezamos todos a pedir disculpas, se va a armar una buena. Si no recuerdo mal, los árabes derrotaron al rey Don Rodrigo en el año 711 y se quedaron en España. Don Pelayo inició en Covadonga la Reconquista y los Reyes católicos la culminaron con la recuperación de Granada. También, en 1541, los ingleses se quedaron con las Bermudas y otras islas del Caribe. Y los portugueses se fueron a Brasil. Los holandeses, a la Guayana. Los ingleses al África Oriental y los franceses al África Occidental. A los belgas les dejaron el Congo. Estados Unidos ha invadido México en varias ocasiones, la principal en la anexión de Texas, la mayor pérdida en la historia de la nación mexicana. Si todos -y muchísimos más que no alcanzo a mencionar- se tienen que disculpar, no acabaríamos nunca y sólo se abrirían heridas que ni cicatrices quedan de ellas.
Hace más de quinientos años, la vida y los ambientes eran muy diferentes a los de ahora. Y esto no es cuestión de derechas o de izquierdas. Es necesario conocer la historia y aprender de ella, pero para promover la paz, no el enfrentamiento.