«El resto cayó en tierra buena y dio fruto: unas, ciento; otras, sesenta; otras, treinta.»
Reflexión Domingo XV del Tiempo Ordinario
«El resto cayó en tierra buena y dio fruto: unas, ciento; otras, sesenta; otras, treinta.»
Queridos hermanos
Estamos ante el domingo XV del Tiempo Ordinario. ¿Qué dice hoy día la Palabra que ofrece la Iglesia? Habla de una cosa muy importante, dice: ¿cómo es mi Palabra, la Palabra de Dios? Y lo dice el Profeta Isaías en la primera Palabra: “Cumple mi orden, cumple mi misión, esa es mi palabra”, y pone un ejemplo, “igual que cuando llueve, empapa la tierra, la fecunda y la hace germinar, para que dé semilla al sembrador y pan al que come, así será mi Palabra que sale de mi boca, no volverá a mí vacía, sino que hará mi voluntad y cumplirá mi encargo”. O sea, cumple una misión, esa es la Palabra de Dios. La Palabra de Dios se introduce en el corazón del que la escucha, por eso ¿de qué le sirve al hombre ganar el mundo entero, si pierde su alma? Su ser, su sentido a la vida.
Respondemos con el Salmo 64: “La semilla cayó en tierra buena y dio fruto”, por eso la Palabra de Dios está llena de fruto: “Tú cuidas la tierra y la enriqueces sin medida”, dice el Salmo. La Palabra de Dios es fecunda, tiene futuro, crea un futuro inmenso, destruye el mal del corazón del hombre.
Por eso también la segunda Palabra del apóstol Pablo en la Carta a los Romanos habla de esto, que la creación esta expectante, será liberada de la esclavitud de la corrupción para entrar en la libertad gloriosa de los hijos de Dios. ¿Eres libre? La Palabra de Dios destruye toda corrupción. Fijaros si es importante hoy la Palabra en un mundo donde todo es corruptible. Ya decía el otro día un primer ministro: busco un hombre que no se corrompa. Eso ya es una revolución, porque está aguardando la creación una cosa, los hijos de Dios, es decir, los que tienen la naturaleza de Dios. No todos son hijos de Dios, sino que lo son los que tienen esta naturaleza, han vuelto a nacer, se da en ellos la no corrupción, esa es la conversión.
El Evangelio de San Mateo dice que: “Salió Jesús de casa, se sentó junto al lago y acudió tanta gente que tuvo que subirse a una barca, y la gente quedó al pie de la orilla y les habló mucho rato en parábolas”. Y les cuenta la parábola del sembrador. La Palabra de Dios, hermanos, cae en medio de las dificultades, en medio de la persecución. ¿Qué siembra este sembrador? Siembra el Kerigma, la Buena Noticia, es decir, la Palabra de incorruptibilidad, que es la Palabra de Dios. Por eso, hermanos, amad la Palabra de Dios, que es escuchar, es creer; y ella dará fruto. Por eso el primer mandamiento que tienen los cristianos es “Shemá Israel”, escucha Israel, escuchar es amar, es sembrar en ti la incorruptibilidad. Es lo que ha hecho la Virgen del Carmen, ha escuchado y de ella ha nacido Jesucristo, ha dado fruto. Cristo quiere nacer también en nosotros. Pidámosle a la Virgen del Carmen en este día que nos enseñe a escuchar y amar la Palabra de Dios.
Pues bien, hermanos que este Espíritu habite en medio de nosotros, en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Que el Señor os ayude.
Mons. José Luis del Palacio.
Obispo E. del Callao