Viernes, 22 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

Blog

Juicios

por En Espíritu y Verdad

JUICIOS
Frecuentemente me ha sucedido que he manifestado sin complejos una opinión o mi parecer sobre temas sobre los que todo el mundo opina, como por ejemplo, aborto, eutanasia, ideología de género… y no tan en abstracto, sino abordando estas cuestiones y otras parecidas al topármelas en personas reales y concretas a las que conozco y tengo muy cercanas y rápidamente me han contestado: “¡No lo juzgues! Eso no es así… no estoy de acuerdo contigo… ¡cómo se nota que eres una monja!...” y otras objeciones por el estilo.
Me hace mucha gracia la protesta por dos cosas: primero porque ya me están prejuzgando a mí por el hecho de afirmar que mis opiniones dependen del hábito que llevo puesto y de un patrón predeterminado que debe existir (yo no lo conozco) para todas las monjas, y no nacen de una conciencia cristiana que ora y trata de mirar y comprender… ¡y vivir! desde la coherencia con el Evangelio. Eso para empezar.
Pero en lo que quiero que nos detengamos es en otra cosa: no juzgar significa simplemente no juzgar. Es decir: no condenar, pero tampoco absolver. Cuando se nos acusa de condenar a alguien por algo y se expresa el desacuerdo con una situación concreta podemos responder dos cosas.
Primero: que estoy juzgando hechos y circunstancias con las que no estoy de acuerdo, pero no estoy juzgando a las personas que los viven, sino realidades objetivas y constatables sobre las que expreso mi opinión. Las personas me merecen todo el respeto y sólo a Dios le corresponde juzgarlas, pero es perfectamente lícito juzgar los hechos y las circunstancias, porque lo que distingue al ser humano del resto de los seres creados es su capacidad de optar entre el bien y el mal, para lo cual tiene que haber una evaluación previa de cada situación y después un juicio sobre esa realidad, y por ultimo una opción: hago esto o hago lo otro… actúo así o de la otra manera… eso yo creo que es de cajón. Luego necesariamente hemos de juzgar. Sobre lo que tenemos que tener cuidado es sobre juzgar hechos y situaciones y dejar fuera de nuestros juicios a las personas. Repito que ahí ya… si entramos en ese terreno patinamos y casi seguro que nos equivocamos. Sólo a Dios le corresponde juzgar lo que cada uno tiene en su corazón y lo que mueve la conciencia de una persona a la hora de obrar de una determinada manera. Eso que se llama intención.
Segundo: que esos que me dicen que no juzgue y no condene, están juzgando igual que yo, solo que ellos están absolviendo. Reconozco que no es bueno juzgar a nadie y -de hecho- mi religión lo prohíbe: “no juzguéis y no sereis juzgados”, pero ese no juzgar que implica no condenar, significa que tampoco debo absolver. Si mi condena está mal y es censurable… la absolución de la otra parte tiene el mismo peso y el mismo valor. Si yo no debo condenar, tampoco otros deben absolver y canonizar. Y así podemos argüir y defendernos cuando alguien intente impedirnos expresar lo que vemos en conciencia tachándonos de jueces injustos: -“¡No les juzgues! ¿Tú que sabes?” Contestemos: -“De acuerdo: pero tú tampoco”
 
Comentarios
5€ Tu donativo es vital para mantener Religión en Libertad
10€ Gracias a tu donativo habrá personas que podrán conocer a Dios
50€ Con tu ayuda podremos llevar esperanza a las periferias digitales
Otra cantidad Tu donativo es vital para mantener Religión en Libertad
Tu donativo es vital para mantener Religión en Libertad
Si prefieres, contacta con nosotros en el 680 30 39 15 de lunes a viernes de 9:00h a 15:30h
Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter

¡No te pierdas las mejores historias de hoy!

Suscríbete GRATIS a nuestra newsletter diaria

REL te recomienda