Román Saiz de Requena (1)
A lo largo de estos años me he encontrado con mucha gente celosa de la memoria de sus mártires: familiares directos, sacerdotes sucesores en el ministerio de las parroquias o capellanías, comunidades religiosas…
María Ángeles Gil es una de ellas. Como suele decirse ha removido Roma con Santiago para reconstruir la historia del sacerdote Román Saiz Álvarez, tío de su padre. En la mayoría de los casos tengo que ser yo mismo el que recabe datos y fotografías para consuelo de los familiares y así poder reconstruir su vida y martirio. En este caso, ha sido el empeño personal de María quien nos narra lo sucedido con este anciano sacerdote -tío de su padre, Ángel Gil Saiz-, que ya estaba retirado, y que sufrió el martirio en 1936.
Empecemos por el final.
La primera información nos ha venido del prestigioso sacerdote valenciano Ramón Fita que recuerda que nuestro protagonista sufrió el martirio junto a dos Hermanitas de los Ancianos Desamparados -que ya están beatificadas-. Se trata de las Beatas Josefa de San Juan de Dios Ruano García y María Dolores de Santa Eulalia Puig Bonany.
8 de septiembre de 1936
El Rvdo. D. Román Saiz Álvarez, sacerdote de la diócesis de Cuenca, fue martirizado en Requena (Valencia) junto al seglar Alberto Peris Lacasa.
En las páginas 426-427 del Martirologio de Cuenca, de Sebastián Cirac Estopañán, se habla de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados de la Casa-Asilo de Requena. Allí se dice que el sacerdote don Román fue asesinado junto a un señor de Alcira llamado don Alberto. Los apellidos de ese tal Alberto son Peris Lacasa.
En la Causa General, Rama ciudad de Requena, consta que el señor Alberto Peris Lacasa (en el Estado nº 2), y el sacerdote Román Saiz Álvarez (en el Estado nº 1) murieron el día 8 de septiembre de 1936, en un lugar cerca de Requena, llamado “Portazgo”.
En la “Positio super martirio” de Josefa de San Juan de Dios Ruano García y María Dolores de Santa Eulalia Puig Bonany, hermanas profesas de la Congregación de Hermanitas de los Ancianos Desamparados, martirizadas en 1936, publicada en Roma en 1999, en la página 30, está la declaración de Sor Gregoria de los Santos Inocentes Pérez Mateo:
“...La santa Madre Superiora, Madre Josefa, que era verdaderamente una santa, ante la gravedad del caso, ordenó que las Hermanas que tenían la familia en la zona roja, se fueran con sus respectivas familias; así se fueron todas, menos las tres, la Madre Josefa, la Hermana Dolores, y una servidora, a Alcira, acompañadas de un primo de Sor María Garés, que era de ese pueblo... A los dos meses, más o menos, no puedo precisar las fechas, porque en la casa cada día se ponían peor las cosas, las Hermanas marcharon a Alcira, vinieron los milicianos, suprimieron el Asilo, lo unieron al Hospital; a nosotras tres nos hacían la vida imposible con malos tratos... La Madre Superiora Josefa escribió al primo de Sor María Garés, quien había llevado a las otras hermanas y vino a buscarnos. Esto sería el mes de septiembre, no recuerdo con exactitud la fecha. Al día siguiente al que este señor llegara a Requena salimos las tres, camino de Alcira, pero al llegar a la estación de Requena vinieron los milicianos, nos detuvieron a los cuatro y nos llevaron por las calles, como unos prisioneros, al Comité. Allí nos detuvieron toda la mañana, sometidos a malos tratos, interrogatorios y nos registraron, a nosotras nos volvieron al Hospital Asilo y al primo de Sor María Garés, supimos que lo habían fusilado dejando dos niños pequeños, no supimos más detalles de él...”.
“Recuerdo bien la angustia nuestra y de la familia de Sor María Garés, que lo era también del Sr. Alberto, viendo que no llegaban y más al saber al día siguiente que los habían fusilado a todos. A nuestras Hermanas en las cercanías de Buñol y al Sr. Alberto, que lo habían tomado por sacerdote, pues iba de luto riguroso por su esposa y llevaba una medalla de la Virgen colgada al cuello, en las afueras de Requena, con otro sacerdote del pueblo”. (Página 16, declaración de Sor Esperanza Colinas).
Sor Josefa de San Juan de Dios Ruano, tenía 84 años y era la Superiora del Asilo de los Ancianos Desamparados de Requena.
Sor Dolores de Santa Eulalia Puig Bonany, tenía 78 años y era Hermanita de los Ancianos Desamparados, de dicha comunidad.
Don Román Saiz Álvarez tenía 81 años y estaba ya jubilado.
Las dos religiosas fueron beatificadas por San Juan Pablo II, el 11 de marzo de 2001.
María Ángeles Gil es una de ellas. Como suele decirse ha removido Roma con Santiago para reconstruir la historia del sacerdote Román Saiz Álvarez, tío de su padre. En la mayoría de los casos tengo que ser yo mismo el que recabe datos y fotografías para consuelo de los familiares y así poder reconstruir su vida y martirio. En este caso, ha sido el empeño personal de María quien nos narra lo sucedido con este anciano sacerdote -tío de su padre, Ángel Gil Saiz-, que ya estaba retirado, y que sufrió el martirio en 1936.
Empecemos por el final.
La primera información nos ha venido del prestigioso sacerdote valenciano Ramón Fita que recuerda que nuestro protagonista sufrió el martirio junto a dos Hermanitas de los Ancianos Desamparados -que ya están beatificadas-. Se trata de las Beatas Josefa de San Juan de Dios Ruano García y María Dolores de Santa Eulalia Puig Bonany.
8 de septiembre de 1936
El Rvdo. D. Román Saiz Álvarez, sacerdote de la diócesis de Cuenca, fue martirizado en Requena (Valencia) junto al seglar Alberto Peris Lacasa.
En las páginas 426-427 del Martirologio de Cuenca, de Sebastián Cirac Estopañán, se habla de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados de la Casa-Asilo de Requena. Allí se dice que el sacerdote don Román fue asesinado junto a un señor de Alcira llamado don Alberto. Los apellidos de ese tal Alberto son Peris Lacasa.
En la Causa General, Rama ciudad de Requena, consta que el señor Alberto Peris Lacasa (en el Estado nº 2), y el sacerdote Román Saiz Álvarez (en el Estado nº 1) murieron el día 8 de septiembre de 1936, en un lugar cerca de Requena, llamado “Portazgo”.
En la “Positio super martirio” de Josefa de San Juan de Dios Ruano García y María Dolores de Santa Eulalia Puig Bonany, hermanas profesas de la Congregación de Hermanitas de los Ancianos Desamparados, martirizadas en 1936, publicada en Roma en 1999, en la página 30, está la declaración de Sor Gregoria de los Santos Inocentes Pérez Mateo:
“...La santa Madre Superiora, Madre Josefa, que era verdaderamente una santa, ante la gravedad del caso, ordenó que las Hermanas que tenían la familia en la zona roja, se fueran con sus respectivas familias; así se fueron todas, menos las tres, la Madre Josefa, la Hermana Dolores, y una servidora, a Alcira, acompañadas de un primo de Sor María Garés, que era de ese pueblo... A los dos meses, más o menos, no puedo precisar las fechas, porque en la casa cada día se ponían peor las cosas, las Hermanas marcharon a Alcira, vinieron los milicianos, suprimieron el Asilo, lo unieron al Hospital; a nosotras tres nos hacían la vida imposible con malos tratos... La Madre Superiora Josefa escribió al primo de Sor María Garés, quien había llevado a las otras hermanas y vino a buscarnos. Esto sería el mes de septiembre, no recuerdo con exactitud la fecha. Al día siguiente al que este señor llegara a Requena salimos las tres, camino de Alcira, pero al llegar a la estación de Requena vinieron los milicianos, nos detuvieron a los cuatro y nos llevaron por las calles, como unos prisioneros, al Comité. Allí nos detuvieron toda la mañana, sometidos a malos tratos, interrogatorios y nos registraron, a nosotras nos volvieron al Hospital Asilo y al primo de Sor María Garés, supimos que lo habían fusilado dejando dos niños pequeños, no supimos más detalles de él...”.
“Recuerdo bien la angustia nuestra y de la familia de Sor María Garés, que lo era también del Sr. Alberto, viendo que no llegaban y más al saber al día siguiente que los habían fusilado a todos. A nuestras Hermanas en las cercanías de Buñol y al Sr. Alberto, que lo habían tomado por sacerdote, pues iba de luto riguroso por su esposa y llevaba una medalla de la Virgen colgada al cuello, en las afueras de Requena, con otro sacerdote del pueblo”. (Página 16, declaración de Sor Esperanza Colinas).
Sor Josefa de San Juan de Dios Ruano, tenía 84 años y era la Superiora del Asilo de los Ancianos Desamparados de Requena.
Sor Dolores de Santa Eulalia Puig Bonany, tenía 78 años y era Hermanita de los Ancianos Desamparados, de dicha comunidad.
Don Román Saiz Álvarez tenía 81 años y estaba ya jubilado.
Las dos religiosas fueron beatificadas por San Juan Pablo II, el 11 de marzo de 2001.
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