La Iglesia es un medio y no un fin
He asistido a un emocionante Via Crucis que organiza Comunión y Liberación en el Parque Güell de Barcelona. Participaban miembros de CL, sí, pero también de otros movimientos y organizaciones católicas. El testimonio dado por una procesión de laicos que siguen a una Cruz desnuda, oscura y vacía, en un punto turístico del máximo interés en la Ciudad Condal, es un milagro en sí mismo.
Que la Cruz haya unido a gente de CL y gente del Opus Dei es aún más milagroso.
Y no debería extrañarnos. Porque la unidad es una petición radical, urgente, del propio Cristo: que todos sean uno, como Tu, Padre, en Mí, y Yo en Tí.
Capillas y capillitas, grupos y grupitos, exclusividades y vanidades pequeñas, no caben en la barca de Pedro.
Confundir el mástil con el destino es un error.
Confundir el velamen con "mi velamen" es aún peor.
Pretender llevar el timón de TODA la nave es de una soberbia insoportable: el timón lo lleva el Espíritu y el destino no es el propio barco o el propio camarote del grupito eclesial o parroquial.
Esto no se entiende.
Esto es una pena.
Si uno no fuese publicitario, no diría que "la obra de Dios es comunión y liberación". Pero lo es y lo dice, porque es verdad:
Dios es Comunión Trinitaria, y se da en Comunión a todos sus hijos; Dios es la Verdad que nos libera.
¿Tiene mi frase algún sentido más práctico? Es obvio que lo tiene.
CL ofrece a los jóvenes un atractivo mayor que el Opus Dei por la sencilla razón de que empieza por el principio: conocerse a uno mismo para conocer a Jesús. Si no me conozco como ludópata, Jesucristo no puede ayudarme. Si no quiero curarme, el médico no puede hacerlo. No puedo seguir a Jesús si no lo conozco. Tal vez el Opus Dei no tuvo juventud porque su santo fundador reclamaba "la gravedad de los 80 años" a los chavales de 20. Muéstrenme a Jesús, no a su particular organización tan bien organizada, ciertamente. Y tan buena. Pero no pretendan que los jóvenes sigan razones, sino corazones.
El de Jesús, que es el caso ahora.
CL tiene éxito entre la juventud porque plantea preguntas y ofrece diálogo sin límites. Es más fácil que un joven pase de CL al Opus Dei que a la inversa. Como es más fácil, y así es realmente, que un numerario de la Obra acabe siendo un magnífico sacerdote. La presencia constante de sacerdotes de la Sociedad de la Santa Cruz en las diócesis demuestra este hecho con claridad.
¿Y la vida en medio del mundo? Muy semejante en ambas organizaciones. Y muy dura. La vocación de Numerario o Mémore es muy dura: no cuentan con la defensa del claustro, ni con la protección del hábito. La paz conventual desaparece en el ruido de la calle. Y se les exige ser contemplativos. Y que no se note. Santidad escondida y sacrificada, olvidada de todos y al servicio de todos. Tal vez los misioneros, con la pureza y el desaliento, sostienen una batalla interior de tal magnitud.
No dejemos de remar en la barca de Pedro. No confundamos a la Iglesia con el Reino de Dios, ni con el Cielo. No confundamos a nuestro movimiento con la Iglesia. No confundamos los medios con el fin, que es Cristo.
No tengamos que oir cuando reclamemos que hemos predicado en Su nombre: Apartáos de Mí, malditos, agentes de iniquidad.
¿He podido molestar? Esta es mi intención. Despertar a los de las capillitas y los dimes y diretes. Callen y recen, por Dios.
Que la Cruz haya unido a gente de CL y gente del Opus Dei es aún más milagroso.
Y no debería extrañarnos. Porque la unidad es una petición radical, urgente, del propio Cristo: que todos sean uno, como Tu, Padre, en Mí, y Yo en Tí.
Capillas y capillitas, grupos y grupitos, exclusividades y vanidades pequeñas, no caben en la barca de Pedro.
Confundir el mástil con el destino es un error.
Confundir el velamen con "mi velamen" es aún peor.
Pretender llevar el timón de TODA la nave es de una soberbia insoportable: el timón lo lleva el Espíritu y el destino no es el propio barco o el propio camarote del grupito eclesial o parroquial.
Esto no se entiende.
Esto es una pena.
Si uno no fuese publicitario, no diría que "la obra de Dios es comunión y liberación". Pero lo es y lo dice, porque es verdad:
Dios es Comunión Trinitaria, y se da en Comunión a todos sus hijos; Dios es la Verdad que nos libera.
¿Tiene mi frase algún sentido más práctico? Es obvio que lo tiene.
CL ofrece a los jóvenes un atractivo mayor que el Opus Dei por la sencilla razón de que empieza por el principio: conocerse a uno mismo para conocer a Jesús. Si no me conozco como ludópata, Jesucristo no puede ayudarme. Si no quiero curarme, el médico no puede hacerlo. No puedo seguir a Jesús si no lo conozco. Tal vez el Opus Dei no tuvo juventud porque su santo fundador reclamaba "la gravedad de los 80 años" a los chavales de 20. Muéstrenme a Jesús, no a su particular organización tan bien organizada, ciertamente. Y tan buena. Pero no pretendan que los jóvenes sigan razones, sino corazones.
El de Jesús, que es el caso ahora.
CL tiene éxito entre la juventud porque plantea preguntas y ofrece diálogo sin límites. Es más fácil que un joven pase de CL al Opus Dei que a la inversa. Como es más fácil, y así es realmente, que un numerario de la Obra acabe siendo un magnífico sacerdote. La presencia constante de sacerdotes de la Sociedad de la Santa Cruz en las diócesis demuestra este hecho con claridad.
¿Y la vida en medio del mundo? Muy semejante en ambas organizaciones. Y muy dura. La vocación de Numerario o Mémore es muy dura: no cuentan con la defensa del claustro, ni con la protección del hábito. La paz conventual desaparece en el ruido de la calle. Y se les exige ser contemplativos. Y que no se note. Santidad escondida y sacrificada, olvidada de todos y al servicio de todos. Tal vez los misioneros, con la pureza y el desaliento, sostienen una batalla interior de tal magnitud.
No dejemos de remar en la barca de Pedro. No confundamos a la Iglesia con el Reino de Dios, ni con el Cielo. No confundamos a nuestro movimiento con la Iglesia. No confundamos los medios con el fin, que es Cristo.
No tengamos que oir cuando reclamemos que hemos predicado en Su nombre: Apartáos de Mí, malditos, agentes de iniquidad.
¿He podido molestar? Esta es mi intención. Despertar a los de las capillitas y los dimes y diretes. Callen y recen, por Dios.
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