La edad media de los católicos
No voy a escribir hoy sobre Historia, por eso he puesto lo de edad media en minúscula, pues no me refiero a ese periodo histórico sino a un término estadístico, referido en este caso al promedio de edades de las personas que asisten a la Misa dominical.
Paseando esta tarde por la puerta del Sol de Madrid, me he acercado un rato a la Iglesia del Carmen, muy cercana, para acompañar un rato a Jesús sacramentado. Estaba cercana a iniciarse la misa de 6, así que ha ido entrando gente en el templo. Junto a algunas familias jóvenes, que tenían aspecto oriental y seguramente serían turistas -habituales en esa zona de Madrid tan transitada-, la mayor parte de los asistentes a esa misa tenían una media de edad que solo puedo calificar de venerable. Ver personas mayores en las iglesias españolas no nos asombra a los que acudimos con regularidad a la misa dominical. Ciertamente es motivo de preocupación, pues parece que el mensaje de Jesús, que escucharon en primer lugar los recien casados de Caná y los jóvenes discípulos del Bautista, resulta a los jóvenes del s. XXI muy lejano, en realidad muy desconocido. Es un reto de la Iglesia, uno de los más importantes sin duda.
Mi experiencia de esta tarde, sin quitarle un ápice a la importancia de este hecho, sin embargo, me lleva a pensar también en otras dos vertientes que me parece son igualmente importantes:
1. La Iglesia sí conecta con la gente joven en otros países que han estado desconectados hasta hace muy poco de la tradición cristiana, singularmente los orientales. Hace años tuve ocasión de viajar a Seul, la dinámica capital de Corea del Sur. Creo que es el lugar donde más gente joven he visto en una misa dominical, en la catedral, así como en la temprana misa diaria de 6.30 a la que acudí durante mi estancia. Lo mismo parece que ocurre en otros países asiáticos en donde el cristianismo está irrumpiendo con mucha fuerza.
2. Llevo unos 40 años asistiendo a la misa dominical y mis recuerdos desde entonces mantienen una edad media elevada de los asistentes. Si las personas ancianas que iban a misa cuando yo empecé a frecuentar la iglesia ya han fallecido (los católicos que yo sepa no son más longevos que los no creyentes) y las iglesias siguen teniendo personas ancianas, es quizá porque quienes llenan las iglesias son los que entonces tenían 30 ó 40 años y han caído ahora en la cuenta de que la práctica religiosa tiene más hondura y es más consoladora de lo que pensaban en su madurez. En todas las sociedades tradicionales se ha respetado mucho la opinión de los mayores, porque son los que acumulan la sabiduría del grupo social. Da que pensar que las personas vuelvan a Dios en la senectud de su vida, quizá porque entonces se valora más lo que realmente tiene valor, se aprecia lo que va más allá del capricho y se decanta lo que es superficial. Da que pensar.
Paseando esta tarde por la puerta del Sol de Madrid, me he acercado un rato a la Iglesia del Carmen, muy cercana, para acompañar un rato a Jesús sacramentado. Estaba cercana a iniciarse la misa de 6, así que ha ido entrando gente en el templo. Junto a algunas familias jóvenes, que tenían aspecto oriental y seguramente serían turistas -habituales en esa zona de Madrid tan transitada-, la mayor parte de los asistentes a esa misa tenían una media de edad que solo puedo calificar de venerable. Ver personas mayores en las iglesias españolas no nos asombra a los que acudimos con regularidad a la misa dominical. Ciertamente es motivo de preocupación, pues parece que el mensaje de Jesús, que escucharon en primer lugar los recien casados de Caná y los jóvenes discípulos del Bautista, resulta a los jóvenes del s. XXI muy lejano, en realidad muy desconocido. Es un reto de la Iglesia, uno de los más importantes sin duda.
Mi experiencia de esta tarde, sin quitarle un ápice a la importancia de este hecho, sin embargo, me lleva a pensar también en otras dos vertientes que me parece son igualmente importantes:
1. La Iglesia sí conecta con la gente joven en otros países que han estado desconectados hasta hace muy poco de la tradición cristiana, singularmente los orientales. Hace años tuve ocasión de viajar a Seul, la dinámica capital de Corea del Sur. Creo que es el lugar donde más gente joven he visto en una misa dominical, en la catedral, así como en la temprana misa diaria de 6.30 a la que acudí durante mi estancia. Lo mismo parece que ocurre en otros países asiáticos en donde el cristianismo está irrumpiendo con mucha fuerza.
2. Llevo unos 40 años asistiendo a la misa dominical y mis recuerdos desde entonces mantienen una edad media elevada de los asistentes. Si las personas ancianas que iban a misa cuando yo empecé a frecuentar la iglesia ya han fallecido (los católicos que yo sepa no son más longevos que los no creyentes) y las iglesias siguen teniendo personas ancianas, es quizá porque quienes llenan las iglesias son los que entonces tenían 30 ó 40 años y han caído ahora en la cuenta de que la práctica religiosa tiene más hondura y es más consoladora de lo que pensaban en su madurez. En todas las sociedades tradicionales se ha respetado mucho la opinión de los mayores, porque son los que acumulan la sabiduría del grupo social. Da que pensar que las personas vuelvan a Dios en la senectud de su vida, quizá porque entonces se valora más lo que realmente tiene valor, se aprecia lo que va más allá del capricho y se decanta lo que es superficial. Da que pensar.
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